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3 febrero, 2012

A usted no le interesa Famatina

 

Por: Walter Raymond

Los recientes episodios en Famatina, que aún continúan en desarrollo, han logrado poner por un momento en la consideración pública las singularidades de un modelo de explotación de recursos naturales que genera altos impactos ambientales y sociales.

 

Sin embargo, para la mayoría de las personas, Famatina es apenas una noticia que se pierde en el fárrago informativo y liviano del verano. Para algunos, es solo un piquete más en la creciente conflictividad social argentina. Para otros, es un conflicto incomprensible. Ignoran, o carecen del interés por conocer, los motivos que han llevado a una población entera, en acción casi desesperada, a bloquear una ruta para impedir que comience la actividad minera intensiva en la región.

Es probable que a usted no le interese Famatina. Pero, si quisiera conocer los motivos por los que una población entera se ha parado sobre la ruta, enfrentando a los camiones y a la Gendarmería, lo invitamos a recorrer juntos el conflicto.

 

Un problema emergente

La minería ha existido desde siempre. Sin embargo, la modalidad de minería intensiva denominada «a cielo abierto» es relativamente moderna y representa la culminación de una de las mayores aspiraciones de la pasada era industrial: producir grandes cantidades, en el menor tiempo posible y con un costo mínimo.

Los problemas surgen cuando ese logro industrial es alcanzado desconociendo o soslayando otros factores tanto o más importantes, como son la calidad del medio ambiente regional, los riesgos para la salud de la población y el respeto por la naturaleza, la historia y el patrimonio cultural del lugar. Obviar los factores ambientales y sociales es la gran debilidad de la megaminería. Y es justamente esa debilidad la que ha provocado los acontecimientos en Famatina.

Este conflicto entre la megaminería y la población de Famatina es apenas uno de los muchos que están ocurriendo en distintos puntos de Argentina. También han comenzado a ocurrir en la mayoría de los países de Latinoamérica. Son muchas las poblaciones que se están negando a este tipo de explotaciones. ¿Por qué se rechaza la megaminería si esta afirma que genera fuentes de trabajo y aportes económicos a la región? Veamos algunos detalles del modelo de explotación.

 

Derribando montañas

En líneas generales, el procedimiento para la explotación de minerales en gran volumen consiste en pulverizar la roca, tamizarla y mezclarla con elementos químicos para extraer los minerales disueltos. Luego se separan de esta amalgama los minerales, se los procesa en forma de pellets y se los embarca a otras regiones para su industrialización. El resto que queda en el territorio es material inerte, algunas veces contaminado por la utilización de poderosos elementos químicos, nocivos para la salud.

Para pulverizar la roca, se utilizan explosivos. Gran cantidad de explosivos. Según las afirmaciones de Enrique Matías Viale, presidente dela AsociaciónArgentinade Abogados Ambientalistas, solo en la mina Pascua Lama serán utilizadas, durante todo el proceso extractivo, unas 493.500 toneladas de explosivos, casi la mitad de los lanzados enla Segunda GuerraMundial. Cerros enteros son derribados con explosivos, molidos y reducidos a polvo.

Para realizar los distintos procesos industriales, es necesario utilizar grandes cantidades de agua. Según la misma fuente, la minaLa Alumbrera, situada en Catamarca, tiene autorizado emplear más de 86 millones de litros de agua por día. Esto es mucho más que el consumo total de la provincia. Recordemos queLa Alumbreraes solo una de las varias mineras que operan en Catamarca. El agua, como bien sabemos, es un recurso natural escaso. La demanda intensiva para una sola actividad pone en riesgo la libre disponibilidad para otras, como las agropecuarias, el consumo humano, y el volumen de las reservas subterráneas.

La utilización de elementos químicos de alta toxicidad, como cianuro, para extraer los minerales disueltos, hace que este tipo de procesos representen un alto riesgo de contaminación ambiental, de muy difícil y costosa reversibilidad.

En toda explotación minera, solo una pequeña parte del mineral extraído es aprovechado industrialmente. En líneas generales, se puede simplificar en que, de cada 10 camiones de piedra extraída, menos de 2 camiones son destinados al procesamiento. Detrás quedan, entonces, más de 8 camiones de polvo, a veces contaminado, que se volatiliza con el viento por la región.

 

La megaminería se reconoce como problema

Es justo y adecuado que sean las propias voces de la industria quienes expresen sus limitaciones. A través de una serie de documentos elaborados recientemente por organismos oficiales vinculados a la minería, se puede comprobar que las observaciones y las críticas de las organizaciones ambientalistas, sociales y comunidades afectadas tienen sustento en la realidad. Lo que sigue no es un recorte arbitrario de lo expuesto en los citados documentos, usted puede leerlos completos en los links que figuran al final de este artículo.

 

«Históricamente, el desarrollo de las actividades mineras ha desencadenado conflictos entre los diferentes actores por múltiples causas».

«Sin embargo, como todas las actividades productivas, la minería, durante su ciclo de desarrollo, genera impactos principalmente en los ámbitos ambiental, económico, social y cultural, por lo que puede generar situaciones de conflictividad en poblaciones aledañas donde se desenvuelve».

«En Iberoamérica, los conflictos se han manifestado principalmente y de manera peculiar por diferencias étnicas, culturales, sociales, de gobernabilidad, económicas y ambientales».

 

De esta manera, expone la conflictividad que genera la minería en gran escala la Guía de prevención de conflictos vinculados a la actividad minera (GECOMIN), presentada en Bolivia en marzo de 2011. La organización cuenta con el auspicio de OLAMI (Organismo Latinoamericano de Minería), y el documento fue aprobado por el CYTED (Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo).

Cabe señalar que, en ninguna de las situaciones conflictivas que se detallan en ese minucioso documento, se hace mención a la posibilidad de que la industria acepte una decisión contraria, por parte de la comunidad, negándole los permisos para la explotación. La resolución de los conflictos, según la guía, debe apuntar a convencer a la población para que acepte a la minería, y no que la minería acepte las decisiones de la comunidad.

 

«La fuerte presencia de ONG ambientalistas, el uso de las redes sociales y la resistencia de comunidades indígenas y organizaciones civiles son factores relevantes a resolver».

 

Estas afirmaciones pueden causar sorpresa, pero es lo que se menciona en el documento Industria minera en Sudamérica. Situación actual y perspectivas, del Centro de Estudios del Cobre yla Minería (CESCO). Fue presentado en el VII Congreso Internacional de Minería, Petróleo y Energía, desarrollado en mayo de 2011 en Cartagena de Indias, Colombia.

 

«El impacto sobre la biodiversidad, la extracción y contaminación de agua, emisiones a la atmósfera, contaminación del suelo y la gestión de residuos es, a menudo, un punto de preocupación para las comunidades locales y los organismos reguladores.

Los riesgos para la reputación causada por incidentes de seguridad y los conflictos sobre tierras, entre empresas mineras y comunidades locales, pueden retrasar o incluso detener los proyectos de la megaminería».

 

Este reconocimiento de la conflictividad de la actividad minera es señalado en el informe anual Business Risks Facing Mining and Metals (Los riesgos empresariales al enfrentar el negocio de la minería y los metales), elaborado por la división Ernst & Young’s Global Mining & Metals Center, 2011-2012.

 

«La minería en gran escala, requiere para su desarrollo efectivo en un país, tres componentes básicos. Una estrecha relación con el Estado a fin de lograr los permisos y tolerancia social sobre las consecuencias ambientales. Transformarse en parte importante del desarrollo económico del país y monitorear el direccionamiento, por parte del Estado, de las regalías e impuestos pagados por la industria minera».

 

No lo dice un activista antiminería. Lo expuesto se destaca en la lectura del documento Minería como plataforma para el desarrollo, ¿aspiración u obligación?, presentado por CESCO en la VII Feria Colombia Minera 2011, desarrollada entre el 31 agosto y 2 de septiembre de 2011.

 

«Entre los varios conflictos que reconoce la actividad minera está el desconocimiento de normas, políticas y procedimientos. También el desconocimiento de las culturas, costumbres y tradiciones locales, y también se reconoce la mala distribución o utilización del agua.

Se aceptan, también, posibles impactos en la salud que podrían surgir por efecto de las actividades mineras. La competencia entre las distintas actividades productivas con la minería. Se reconoce como un problema la oposición de las comunidades o pueblos originarios a la realización de operaciones mineras y su resistencia al desplazamiento, reubicación y negociación de tierras».

 

Esto es de la Guía de prevención de conflictos vinculados a la actividad minera, que mencionamos al comienzo del artículo.

No hace falta agregar otras consideraciones. Ahora usted conoce, de fuentes inobjetables, las razones de la desesperación en Famatina. Pero también seguramente comenzará a comprender las razones de poblaciones de Neuquén, Río Negro, Córdoba, Mendoza, San Juan, Catamarca, Santa Cruz y varias otras provincias en situación similar. Quizás, también ahora, asocie esas noticias sobre paros, marchas, bloqueos de caminos y hasta enfrentamientos en Perú, Ecuador, Brasil y Colombia. Todas tienen un eje en común: la conflictividad que genera la actividad de la megaminería.

 

Emprendimientos sustentables

Cabe preguntarse si todo lo que hemos visto vale a cambio de un puñado de puestos de trabajo por unos pocos años. Mejor sería preguntarse si existen métodos de extracción de minerales de bajo impacto ambiental. Porque, si no existen, diseñarlos es tarea urgente de científicos, universidades y técnicos.

¿Cuánto hierro, oro y otros metales necesita Argentina para los próximos 30 años? No se sabe. No existe planificación productiva del país. Podríamos estar en el caso de regalar hoy lo que mañana necesitaremos. ¿Y entonces?

Se estima que un yacimiento a cielo abierto tiene una vida útil de entre 10 y 20 años. Si ese yacimiento se explotara con métodos de menor impacto ambiental y con mano de obra intensiva, se podría extender su utilización a 100 años o más. Sería trabajo para más de 100 años y con un impacto ambiental mitigado y distribuido a lo largo de muchos años.

Cabe preguntarse ahora si realmente se están haciendo esfuerzos para compatibilizar los intereses de las poblaciones y la industria con el medio ambiente y la naturaleza. Todo estaría indicando que no. Se ha elegido emular a los antiguos conquistadores y se quiere imponer la megaminería «con la cruz y con la espada». No se ha escuchado a la gente, y las consecuencias están a la vista.

 

Fuentes consultadas:

 

 

 

 

 

 

 

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