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20 noviembre, 2013

AL DIVÁN CON EL TEATRO | HOY EN EL DIVÁN: UNA VIDA MEJOR

Dramaturgia: Claudio García Satur

Dirección: Santiago Doria

 

 

Por Raquel Tesone

 

¿Qué significa tener «una vida mejor»? ¿Por qué vivimos buscando una vida mejor y, como respondiendo a un eslogan publicitario, hacemos lo que «se debe» para lograrlo? ¿Acaso hay una fórmula para una vida mejor?

 

Esta obra nos deja algunas respuestas para seguir pensando fuera de la sala, aunque dentro de ella, estamos solamente para reír y para emocionarnos. El público estalla en carcajadas continuas en cada una de las escenas. Nos encontramos en la casa de Floreal, un hombre al que la soledad lo estaba apagando de a poco, y Remedios, la empleada doméstica que le contrató su hijo, y que aparece como el mejor de los remedios para encenderlo.

Claudia Lapacó compone, con la grandeza de las actrices de raza, a Remedios, una mujer viuda con mucha energía, una especie de campanita llena de luz que saca chispas por todos lados. Claudio García Satur interpreta a Floreal, un hombre que fue abandonado por su mujer y que oculta una profunda nostalgia, con un miedo que casi bordea el pánico por el temor de volver a ser abandonado. Motivo por el cual, Floreal decide habituarse a estar solo y a creer que no necesita de nadie más, salvo de un futuro nieto que podría darle cierta alegría a su vida. Es un hombre que utiliza la ironía y el humor casi permanentemente, en ocasiones como la única modalidad de acercamiento con el otro; pero, la mayoría de las veces, para esconder sus emociones y levantar un muro por el que el otro no tiene entrada. Satur sabe transmitir estos diferentes matices dejando escapar en los resquicios de cada mirada y en cada gesto los sentimientos que su personaje intenta esconder. Lo que no es nada fácil. Floreal se perfila como un ser querible y tierno en la medida que se puede conectar emocionalmente con Remedios, muy a pesar de su resistencia. Esta díada mantiene una armonía actoral, porque los dos tienen una credibilidad absoluta que hace que los espectadores podamos creernos que no es una ficción, sino que estamos dentro del hogar de Floreal.

Remedios sufre también de soledad, con su hija y su nieto en España. Ella no se resigna a no poder brindar ese amor que le sale hasta cuando limpia los muebles como si los acariciara. Por eso, Floreal dice «esta mujer cuando llora, llora por todos lados», ya que esa emotividad del personaje está reflejada maravillosamente por Claudia Lapacó. Para Remedios, una vida mejor está en la ilusión de recuperar sus afectos lejanos y en poder sentir que su amor engendra más amor, lo que hará jugar en la relación con Floreal.

Una vida mejor para Floreal no es hacer dieta ni dejar de beber su ginebra. Solo cuando conoce a Remedios, empieza a saber lo que es estar cuidado. Una vida mejor tampoco es hacer de la vida algo más durable y punto. Una vida mejor para Floreal no se logra con una alimentación sana a costo de privarse de todos los placeres, sino que se consigue no comiendo más solo y triste.

La dirección de Santiago Doria es impecable hasta en sus ínfimos detalles, sigue de manera extraordinaria los movimientos escénicos de la primera pieza teatral de Claudio García Satur, cuyo texto fluye con la naturalidad y la dinámica lograda solo por los grandes escritores. Con estos elementos, Doria reviste a sus personajes de esa calidez que requiere este tipo de obra intimista; pero, además, posee el don de muy pocos directores, el savoir faire de crear el ambiente necesario tanto para el humor como para producir el pasaje a escenas que nos hacen transitar de la risa hasta el llanto.

 

Hay una frase de Thomas Mann dicha en la obra casi al pasar: «aquel que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o a morir». Aquí está otra de las claves de una vida mejor. Floreal nos enseña que da lo mismo estar vivo que muerto si uno no se decide a seducir lo bello de la vida. Y es esta belleza la que nos llevamos cuando cae el telón, sumado al placer de asistir a un espectáculo de dos magníficos actores y un excelente director de una sensibilidad sin igual como Santiago Doria, quien tiene una varita mágica sabe seducir y llegar al alma de los espectadores.

 

¡Mi agradecimiento a estos grandes artistas que con la belleza de su arte logran sin lugar a dudas que nuestra vida sea mejor!