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25 abril, 2014

DIVIDIDOS El sábado nos regaló un beso

Por Rachel Revart

Fotos: Sergio Tarditi

Este sábado 19 de abril, ocho mil personas en el gran predio del Mandarine Park hacíamos el coro a Divididos, y en uno de los momentos más vibrantes del show resonaron nuestras voces cantando: «El sábado pide un beso, besame, besame, besame, da la vuelta y besame…» (Acariciando lo áspero). ¡Y la «Aplanadora del rock» lo besó transformando una noche de un frío sábado en un encuentro rebosante de energía!

En el comienzo, Divididos jugueteó con Haciendo cola para nacer, para luego arrancar con El ojo blindado, en homenaje a Sumo, y así hicieron felices a quienes los seguimos desde sus inicios. En honor a Sandro, Mollo cantó «Tengo un mundo de sensaciones / un mundo de vibraciones que te puedo regalar» y nos siguió obsequiando «Poemas de amor y rosas y cosas maravillosas» (Tengo), con un abanico de emociones que movilizaron a su público.

Esta banda de música rock de primerísimo nivel nos arrebata con sus letras que contienen un lenguaje poético en el que se juega con ricas metáforas y múltiples sentidos: «Pensando en mí, no pienso en mí / pensando en vos, no pienso más» (Capo-Capón), que alude a la sinrazón del enamoramiento; con Tanto anteojo, retratan al intelectual de café, el que chapea con su filosofía barata, y «Hubo un tiempo que fui hermoso y fui preso de verdad / El billete mas valioso tiene casco y religión» (La ñapi de mamá) refiere a un tipo de cultura que nos aprisiona y nos deja angustiado tirando «cañitas voladoras».

En la mitad del show, Spaghetti del rock conmovió al hablar del amor, lo mismo que Sisters, cantada en inglés y Par mil, siendo esta última la que más refleja al iluminado y a la vez humilde Ricardo Mollo: «… Qué hay de esa imagen en mi cielo / No creo ser tan importante / Camino mi propia luz y me siento un haz de luz claridad del propio ser / 
Luz, luz, luz del alma, soy un hombre que espera el alba».
 

Mollo dedicó Amapola del 66 a aquellos que lo han constituido como artista, es decir, Spinetta, Luca, Moris, Pappo: «No es rendición es redención / Ponte de pie hombre ilusión / Después de tanto andar caí en mí, un universo esperándome / No hay fantasma ni desesperación / Ahora sé que estas ahí, Amapola del 66, ¿en que cuerpo estás hoy?». Y parecería que está encarnada en el alma de Divididos.

No faltó el homenaje de Mollo «a los que solo saben dar amor incondicionalmente: nuestros perros» (Perro funk), y la versión de Voodo Chile, absolutamente sublime, y que engendró un placer enorme entre los espectadores, que parecían hipnotizados por el sonido. Mollo contó que siempre amó el sonido del wawa y lo dijo a su manera: «Cuando escuché uno de estos, me fui al carajo», y lo hizo en vivo, tocando su guitarra no solo con arte sino también con los dientes, y con un zapato y hasta con unas zapatillas que le tiraron sus fans.

Por su lado, Arnedo se manifestó emocionado y agradecido por estos admiradores declarando que «nunca se olvidan que tocaban en sus comienzos para veinte personas». Hoy necesitan del predio del Mandarine Park para alojar a una multitud que los sigue, ofreciendo una calidad de sonido magnífica, y una ubicación maravillosa en Punta Carrasco, Costanera Norte y Av. Sarmiento, lo que permite disfrutar a campo abierto del show. Cuentan con cámaras de filmación en vivo con pantallas gigantes que nos hacen sentirnos más cerca de la banda.

En la fase final vino el agite con El 38. Luego, en honor a Pappo, «Yo que soy un hombre desprolijo / no tengo conflictos con mi ser / porque en la apariencia no me fijo / Piensan que así no puedo serNo cambia nada estar un poco sucio / si mi cabeza es eficaz» (Sucio y desprolijo). Y su cabeza fue, claramente, eficaz. El broche de oro final del espectáculo vino con Ala delta, lo que hizo volar a los espectadores y dejó sellado el sueño de Divididos en el cielo estrellado de ese pujante sábado.

Nos deleitaron con veinticinco temas en los que no faltaron las zapadas de Catriel tocando la batería descalzo y casi saltando arriba de ella, Mollo haciendo llorar a su guitarra y los splanning del bajo de Arnedo, que lo hacían vibrar en tonos increíbles.

Divididos es una verdadera aplanadora que avasalla y subyuga porque su motor de alto power reside en el amor por la música y por su público. El resultado de esta combinación de un trío en el que cada uno deja todo en el escenario, y se sincronizan en todo, cautivan a los espectadores envolviéndolos con la pasión por lo que hacen y «Todo está vivo a pesar del dolor… si me sonreís / ríos de cuerdas que viene de vos justo a mi corazón».