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6 febrero, 2013

Bodegas Salentein se luce con una exposición de arte en el espacio Killka, en el Valle del Uco, Mendoza; logra la combinación perfecta:  relax, los mejores vinos y cultura en un lugar deslumbrante. La definición de cultura siempre ha sido subjetiva y diversa. Disfrutar y conocer las variedades de la comida, el vino, la música y el arte visual, en sus múltiples variedades, es una de las más intensas formas de vivir la cultura de una región; hoy ya forma parte de una tendencia turística y unas vacaciones placenteras y refinadas.

Por: Eurídice Ferrara

Bodegas Salentein fue unas de las pioneras en instalar la idea del disfrute del paladar vitivinícola, el arte y un soñado descanso en una posada que deslumbra por su elegancia y su capacidad para relajar todos los sentidos. Las fincas de Bodegas Salentein se alzan en las elevadas laderas que se encuentran al pie de los antiguos y nevados Andes. La región se extiende en la provincia argentina de Mendoza, en una zona conocida como Valle del Uco. Con una superficie total que asciende a 2.000 hectáreas (700 plantadas con viñedos), cultivan las variedades de Pinot Noir, Chardonnay y Sauvignon Blanc, en la llamada Finca San Pablo. El toque distintivo, además del refinamiento de sus vinos, lo da la iniciativa de su dueño, un empresario holandés cuyo hobby artístico ha resultado en la creación del Espacio Killka. Se trata de salas de exposición de arte para la difusión de jóvenes artistas argentinos contemporáneos y su fusión con artistas holandeses. Hoy, disfrutar de la degustación de los mejores vinos puede acompañarse con el goce de vivir estas exposiciones en el Espacio Killka y dejarse embelesar por la arquitectura de las fincas Salentein. La dirección de las exposiciones de arte está a cargo de la reconocida galería de arte argentina Sara García Uriburu, nombre de su directora, quien nos introduce en este ensueño del arte que son las Bodegas Salentein.

¿Es una tendencia la combinación de vinos y arte?

Eso empezó hace muy pocos años. Había una bodega en Salta, Cafayate, que tenía un solo artista en su colección y lo mostraba. De ahí empezó Killka, y la siguieron el resto de las bodegas, que ya no son puramente industriales, están muy dedicadas al turismo, todas tienen hotel, restaurantes con superchefs y exquisiteces. Antes, se hacían vinos y se recorría la bodega industrial. Ahora se hace el recorrido del vino, que va de la posada, un spa, hasta probar truchas y más. En Killka se dan conciertos en la capilla, hay coros. Se ha aprovechado esta ruta del vino para acompañarla con un programa cultural, con música, pintura, escultura.

¿Cómo fue que te convocaron para la dirección del Espacio Killka de las bodegas Salentein?

La gran pasión y hobby del dueño del Espacio Killka de las Bodegas es el arte. Hace treinta años que dirijo esta galería. Cuando el dueño viajó a la Argentina y se enamoró de este país, fue a ver galerías en su minuto libre, le gustaron algunas cosas que yo tenía, y ahí empezamos a trabajar. Cuando armó la parte turística e industrial de la bodega, quiso hacer un lugar donde exponer una colección de arte que, en principio, fue su colección privada. Esto se empezó a formar en el 2004; empezamos a trabajar para armar una colección de arte argentino en un principio, luego será latinoamericano. Se armó una colección permanente, y luego se construyó una sala para hacer exposiciones temporarias. Su idea es promocionar a los artistas, ayudarlos, es un mecenas de los artistas argentinos. Los lleva a Holanda, les hace hacer muestras allá, donde también abrió un espacio que se llama Argentina Arte. Les compra, los expone, los promociona. En Argentina, la sala temporaria de Killka hace cuatro exposiciones por año.

¿Qué significa Killka?

Killka quiere decir «portal hacia Los Andes». El lugar es increíblemente bello, al pie de la cordillera del cerro Tupungato, se ven todas las montañas nevadas, es muy muy lindo. Tiene esa cosa de clima desértico y esas plantas autóctonas. A partir del significado del nombre, yo le sugerí abrir la puerta al interior del país. Por eso, hoy Killka está haciendo exposiciones de artistas
desconocidos del interior. Empezamos por Jujuy, Salta, hasta la Patagonia; de Norte a Sur y de Este a Oeste. También se van intercalando algunos artistas locales que tienen que tener presencia permanente y algunas otras muestras muy importantes, como la que se va a hacer ahora con Jorge Gamarra (escultor); a principios de año, se hizo la de Eduardo Hoffmann. En Corrientes, encontré a un chico que me encantó, que no lo conocía nadie, de 27 años y lo puse en Killka.

¿La selección de obras apunta a un perfil específico? 

No, la muestra es de todo, arte figurativo, esculturas, hasta una fotógrafa de bodegas, una chica norteamericana que fotografía  bodegas en Chile y la Argentina. Hubo una de un mendocino que hacía arte en muebles, intervino una silla que no
era para sentarse, era una escultura, o armarios. Alfredo Prior, Eduardo Stupía también figuran en la exposición. Todos están en la colección permanente. Están Macció, Uriburu, Seguí, Robirosa, etc. Milo Lockett hizo una exposición en representación
del Chaco, pero no está en la colección. No se la llama «museo» porque no tiene piezas de museo, como Berni, pero tiene piezas de artistas consagrados argentinos, casi todos vivos.

 ¿Cuánto duran las exposiciones temporarias de la otra sala? 

Duran tres meses, porque es un lugar de paso, no vas a ver exclusivamente la exposición. Vos vas a hacer un recorrido de la bodega, la Capilla de la Gratitud, el Espacio Killka, y te podés hospedar en la posada. Todo está alineado en una sola línea arquitectónica que une todos estos espacios.

¿La arquitectura de Killka parece fundirse con el espacio que la rodea?

Sí, la arquitecta es mendocina y se llama Eliana Bórmida; es un genio, porque ha hecho una cosa monumental, tiene la filosofía de rescatar lo autóctono del lugar. Hace ladrillos, piedras, barro, con cosas que usaban los aborígenes, mejoradas por la tecnología, que resulta en una construcción muy sólida y con un diseño bellísimo.

¿Próximos proyectos en vista?

La semana próxima, se viene la feria Sara-ton. Quiere decir «la maratón de Sara», que se hizo conocida porque es muy buena, sale bien y es bien divertida. Hace 32 años que dirijo la galería y hace 20 años que hago esta feria. Invito a los artistas, no viene cualquiera, y tienen que preparar algo especial para este evento. No es una liquidación, no traen nada anterior que no pudieron vender, tiene que ser una serie para mostrar ese día. Este año, que se cumplen los 20, son cincuenta artistas; se hace en mesas, todo va en su caja, en pequeños formatos. Como todo es exclusivo, hay gente que viene y me dice: «Pero yo te compré un par parecidos a estos en 3.000, y este vale 300 y es más lindo». Bueno, esto es así, y esa es la gracia. Es abierto al público y dura 12 horas. Medio día y media noche. Es muy intensa. En el jardín armo un restaurante-bar con todos los artistas; a las 12 de la noche hay un premio a los compradores, rifas, es muy divertido.

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