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25 agosto, 2011

EXPO TRASTIENDAS: Una Política Estética a la Espera de una Lectura

Recibí días atrás la invitación a la Inauguración de Expo Trastiendas, la exposición que desde 2001 viene siendo organizada por la Asociación Argentina de Galerías de Arte (AAGA) para fomentar la actividad y el mercado de las artes visuales nacionales e internacionales, como además dar a conocer las obras de los talentosos artistas de nuestro medio.

Llegó por fin el día.

Al caer la tarde en Palermo, comenzó a bajar la temperatura del aire. Reflejos tenues se entremezclaban con las primeras sombras entre las calles y los árboles. El sol era una mancha de oro opaco sobre las altas paredes de los viejos edificios, y abajo, entre el bullicio los bares y el apuro de los transeúntes, este periodista cruzaba la avenida y se mezclaba entre la muchedumbre de colegas y artistas que se agolpaba, con gorros y abrigos, ante la entrada al predio de La Rural, esquina Sarmiento.  La cita era a las siete de la tarde.

Las puertas se abrieron puntualmente ante la concurrencia, que no tardó en dejar atrás la espera en la nochecita precoz con sus remolinos de viento. El evento era una invitación a penetrar en un mundo de colores que imitaban, sobre materiales diversos, al genio del universo que modela la naturaleza. Al recorrer el pasillo de la entrada se topaba uno con el Guardián del Umbral: un insecto gigante, de intenso color magenta, que desafiaba nuestra imaginación a escala. Lo que venía después, era un dulce y llevadero limbo de sensaciones estéticas:

Uno tras otro, los stands exhibían las formas en las que se plasmaba la imaginación por la mediación material de la técnica: escultura, técnicas mixtas, arte abstracto, arte contemporáneo, estampa, fotografía con intervención digital, y diversas técnicas de pintura, entre otras.

Cuando el Secretario de Cultura de la Nación y cineasta, Jorge Coscia, tomó la palabra entre micrófonos y flashes, el hecho cultural adquirió la verdadera dimensión de un hecho político. Una década después de la primera Expo Trastiendas, el evento de este nuevo año condensaba y expresaba los conceptos de una política cultural nacional: el fomento del auge de este momento de gran creatividad, diversidad y producción de arte joven. La exposición, que cuenta con la presencia de entre cincuenta y sesenta galerías y espacios culturales, está dirigida a la difusión de los artistas y las galerías, no sólo de este país sino de todo el mundo. El Secretario de Cultura enfatizó que la tarea del momento es difundir el mercado del arte como expresión de una política oficial orientada a ampliar la posibilidad de que los artistas puedan vivir de su don y ejercer su actividad en un marco más favorable.

Las categorías donde podían aplicar los expositores son cuatro:

  1. Galerías de Arte (estuviesen o no asociadas a la AAGA)
  2. Art Dealers (representantes de artistas plásticos)
  3. Instituciones, Fundaciones y Asociaciones sin Fines de Lucro.
  4. Departamentos Culturales de Empresas.

La edición de este año se ha caracterizado por la presencia de las galerías de primera línea del ambiente, entre las cuales se destacan Gachi Prieto Art Gallery, Teresa Anchorena, Aldo de Sousa, Palatina, Vasari, Sasha D.,  Del Infinito, Masottatorres, Holz, Centoira, Alvaro Castagnino y Arte x Arte; o  muestras en homenaje a Juan Melé, o a Magda Frank, a la que le dedicaré algunas líneas más adelante. Los arreglos estuvieron a cargo de especialistas de nuestro medio local como Cristina Rossi, María José Herrera, Carlos Herrera y Juan Acosta (a cargo de un programa VIP), o internacionales como el francés Philippe Cyroulnik.

Al recorrer la galería, entre el hipnotismo citadino y sobrio de los tragos de los sponsors y el perfume de hermosas mujeres, uno podía quedar ciertamente impresionado por la originalidad y riqueza de colores de muchos de los stands. El de Raíces Americanas me pareció uno de ellos, como los de Arte Privado o Diseño Argentino Contemporáneo, por mencionar solamente a algunos. Pero lo que me llamó poderosamente la atención, sin embargo, ha sido la ausencia de la esfera del arte político, como si la dimensión estética fuera ajena a las tensiones de una época, o al conflicto entre contenido y condiciones materiales de producción. Ese espacio, en cambio, fue ocupado directamente por la política cultural oficial y su discurso, que –junto con los organizadores- propiciaron la posibilidad misma del evento; sin encontrar por ello la dimensión de lo político una expresión estética propia en los contenidos de las obras.

La más mínima excepción a la ausencia de contenido político en la obra de arte contemporánea, síntoma de la época posmoderna, la encontré quizás en el maravilloso stand en Homenaje a Magda Frank, la talentosa escultora húngara fallecida en nuestro país hace poco más de un año, a la edad de 96. A diferencia de la suerte corrida por muchos de sus familiares, la escultora sobrevivió al siglo de los Muros y de los campos de exterminio, sin que nos extrañe entonces su interés por los cuerpos, la geometría abstracta y los bloques. Las piezas originales que se exhiben en su stand fueron traídas directamente de la Casa Museo que lleva su nombre, en la cual se conserva actualmente casi toda su obra. Al contemplar sus técnicas mixtas sobre papel, su pintura, y su escultura –que hoy podríamos etiquetar como “abstracta”-, resonaba en mi interior la más angustiante de las preguntas formuladas por Theodor W. Adorno: ¿Es posible el arte después de Auschwitz…?

Si no conserva la memoria de los pueblos, el arte se convierte en una mercancía más. Este periodista agradece especialmente a la Casa Taller Magda Frank su presencia en la exposición.

…Afuera, lejos de las obras exhibidas y de la gente que se paseaba por la galería, caía -fría y despiadada- la noche sobre Buenos Aires.

Por: Martín Samartin.

Fotos de Inaguracion:

[showtime] Video de Inaguracion:

Recibí días atrás la invitación a la Inauguración de Expo Trastiendas, la exposición que desde 2001 viene siendo organizada por la Asociación Argentina de Galerías de Arte (AAGA) para fomentar la actividad y el mercado de las artes visuales nacionales e internacionales, como además dar a conocer las obras de los talentosos artistas de nuestro medio.

Llegó por fin el día.

Al caer la tarde en Palermo, comenzó a bajar la temperatura del aire. Reflejos tenues se entremezclaban con las primeras sombras entre las calles y los árboles. El sol era una mancha de oro opaco sobre las altas paredes de los viejos edificios, y abajo, entre el bullicio los bares y el apuro de los transeúntes, este periodista cruzaba la avenida y se mezclaba entre la muchedumbre de colegas y artistas que se agolpaba, con gorros y abrigos, ante la entrada al predio de La Rural, esquina Sarmiento.  La cita era a las siete de la tarde.

Las puertas se abrieron puntualmente ante la concurrencia, que no tardó en dejar atrás la espera en la nochecita precoz con sus remolinos de viento. El evento era una invitación a penetrar en un mundo de colores que imitaban, sobre materiales diversos, al genio del universo que modela la naturaleza. Al recorrer el pasillo de la entrada se topaba uno con el Guardián del Umbral: un insecto gigante, de intenso color magenta, que desafiaba nuestra imaginación a escala. Lo que venía después, era un dulce y llevadero limbo de sensaciones estéticas:

Uno tras otro, los stands exhibían las formas en las que se plasmaba la imaginación por la mediación material de la técnica: escultura, técnicas mixtas, arte abstracto, arte contemporáneo, estampa, fotografía con intervención digital, y diversas técnicas de pintura, entre otras.

Cuando el Secretario de Cultura de la Nación y cineasta, Jorge Coscia, tomó la palabra entre micrófonos y flashes, el hecho cultural adquirió la verdadera dimensión de un hecho político. Una década después de la primera Expo Trastiendas, el evento de este nuevo año condensaba y expresaba los conceptos de una política cultural nacional: el fomento del auge de este momento de gran creatividad, diversidad y producción de arte joven. La exposición, que cuenta con la presencia de entre cincuenta y sesenta galerías y espacios culturales, está dirigida a la difusión de los artistas y las galerías, no sólo de este país sino de todo el mundo. El Secretario de Cultura enfatizó que la tarea del momento es difundir el mercado del arte como expresión de una política oficial orientada a ampliar la posibilidad de que los artistas puedan vivir de su don y ejercer su actividad en un marco más favorable.

Las categorías donde podían aplicar los expositores son cuatro:

  1. Galerías de Arte (estuviesen o no asociadas a la AAGA)
  2. Art Dealers (representantes de artistas plásticos)
  3. Instituciones, Fundaciones y Asociaciones sin Fines de Lucro.
  4. Departamentos Culturales de Empresas.

 

La edición de este año se ha caracterizado por la presencia de las galerías de primera línea del ambiente, entre las cuales se destacan Gachi Prieto Art Gallery, Teresa Anchorena, Aldo de Sousa, Palatina, Vasari, Sasha D.,  Del Infinito, Masottatorres, Holz, Centoira, Alvaro Castagnino y Arte x Arte; o  muestras en homenaje a Juan Melé, o a Magda Frank, a la que le dedicaré algunas líneas más adelante. Los arreglos estuvieron a cargo de especialistas de nuestro medio local como Cristina Rossi, María José Herrera, Carlos Herrera y Juan Acosta (a cargo de un programa VIP), o internacionales como el francés Philippe Cyroulnik.

Al recorrer la galería, entre el hipnotismo citadino y sobrio de los tragos de los sponsors y el perfume de hermosas mujeres, uno podía quedar ciertamente impresionado por la originalidad y riqueza de colores de muchos de los stands. El de Raíces Americanas me pareció uno de ellos, como los de Arte Privado o Diseño Argentino Contemporáneo, por mencionar solamente a algunos. Pero lo que me llamó poderosamente la atención, sin embargo, ha sido la ausencia de la esfera del arte político, como si la dimensión estética fuera ajena a las tensiones de una época, o al conflicto entre contenido y condiciones materiales de producción. Ese espacio, en cambio, fue ocupado directamente por la política cultural oficial y su discurso, que –junto con los organizadores- propiciaron la posibilidad misma del evento; sin encontrar por ello la dimensión de lo político una expresión estética propia en los contenidos de las obras.

La más mínima excepción a la ausencia de contenido político en la obra de arte contemporánea, síntoma de la época posmoderna, la encontré quizás en el maravilloso stand en Homenaje a Magda Frank, la talentosa escultora húngara fallecida en nuestro país hace poco más de un año, a la edad de 96. A diferencia de la suerte corrida por muchos de sus familiares, la escultora sobrevivió al siglo de los Muros y de los campos de exterminio, sin que nos extrañe entonces su interés por los cuerpos, la geometría abstracta y los bloques. Las piezas originales que se exhiben en su stand fueron traídas directamente de la Casa Museo que lleva su nombre, en la cual se conserva actualmente casi toda su obra. Al contemplar sus técnicas mixtas sobre papel, su pintura, y su escultura –que hoy podríamos etiquetar como “abstracta”-, resonaba en mi interior la más angustiante de las preguntas formuladas por Theodor W. Adorno: ¿Es posible el arte después de Auschwitz…?

Si no conserva la memoria de los pueblos, el arte se convierte en una mercancía más. Este periodista agradece especialmente a la Casa Taller Magda Frank su presencia en la exposición.

…Afuera, lejos de las obras exhibidas y de la gente que se paseaba por la galería, caía -fría y despiadada- la noche sobre Buenos Aires.

Por: Martín Samartin.

Fotos de Inaguracion:

[showtime] Video de Inaguracion:

Recibí días atrás la invitación a la Inauguración de Expo Trastiendas, la exposición que desde 2001 viene siendo organizada por la Asociación Argentina de Galerías de Arte (AAGA) para fomentar la actividad y el mercado de las artes visuales nacionales e internacionales, como además dar a conocer las obras de los talentosos artistas de nuestro medio.

Llegó por fin el día.

Al caer la tarde en Palermo, comenzó a bajar la temperatura del aire. Reflejos tenues se entremezclaban con las primeras sombras entre las calles y los árboles. El sol era una mancha de oro opaco sobre las altas paredes de los viejos edificios, y abajo, entre el bullicio los bares y el apuro de los transeúntes, este periodista cruzaba la avenida y se mezclaba entre la muchedumbre de colegas y artistas que se agolpaba, con gorros y abrigos, ante la entrada al predio de La Rural, esquina Sarmiento.  La cita era a las siete de la tarde.

Las puertas se abrieron puntualmente ante la concurrencia, que no tardó en dejar atrás la espera en la nochecita precoz con sus remolinos de viento. El evento era una invitación a penetrar en un mundo de colores que imitaban, sobre materiales diversos, al genio del universo que modela la naturaleza. Al recorrer el pasillo de la entrada se topaba uno con el Guardián del Umbral: un insecto gigante, de intenso color magenta, que desafiaba nuestra imaginación a escala. Lo que venía después, era un dulce y llevadero limbo de sensaciones estéticas:

Uno tras otro, los stands exhibían las formas en las que se plasmaba la imaginación por la mediación material de la técnica: escultura, técnicas mixtas, arte abstracto, arte contemporáneo, estampa, fotografía con intervención digital, y diversas técnicas de pintura, entre otras.

Cuando el Secretario de Cultura de la Nación y cineasta, Jorge Coscia, tomó la palabra entre micrófonos y flashes, el hecho cultural adquirió la verdadera dimensión de un hecho político. Una década después de la primera Expo Trastiendas, el evento de este nuevo año condensaba y expresaba los conceptos de una política cultural nacional: el fomento del auge de este momento de gran creatividad, diversidad y producción de arte joven. La exposición, que cuenta con la presencia de entre cincuenta y sesenta galerías y espacios culturales, está dirigida a la difusión de los artistas y las galerías, no sólo de este país sino de todo el mundo. El Secretario de Cultura enfatizó que la tarea del momento es difundir el mercado del arte como expresión de una política oficial orientada a ampliar la posibilidad de que los artistas puedan vivir de su don y ejercer su actividad en un marco más favorable.

Las categorías donde podían aplicar los expositores son cuatro:

  1. Galerías de Arte (estuviesen o no asociadas a la AAGA)
  2. Art Dealers (representantes de artistas plásticos)
  3. Instituciones, Fundaciones y Asociaciones sin Fines de Lucro.
  4. Departamentos Culturales de Empresas.

 

La edición de este año se ha caracterizado por la presencia de las galerías de primera línea del ambiente, entre las cuales se destacan Gachi Prieto Art Gallery, Teresa Anchorena, Aldo de Sousa, Palatina, Vasari, Sasha D.,  Del Infinito, Masottatorres, Holz, Centoira, Alvaro Castagnino y Arte x Arte; o  muestras en homenaje a Juan Melé, o a Magda Frank, a la que le dedicaré algunas líneas más adelante. Los arreglos estuvieron a cargo de especialistas de nuestro medio local como Cristina Rossi, María José Herrera, Carlos Herrera y Juan Acosta (a cargo de un programa VIP), o internacionales como el francés Philippe Cyroulnik.

Al recorrer la galería, entre el hipnotismo citadino y sobrio de los tragos de los sponsors y el perfume de hermosas mujeres, uno podía quedar ciertamente impresionado por la originalidad y riqueza de colores de muchos de los stands. El de Raíces Americanas me pareció uno de ellos, como los de Arte Privado o Diseño Argentino Contemporáneo, por mencionar solamente a algunos. Pero lo que me llamó poderosamente la atención, sin embargo, ha sido la ausencia de la esfera del arte político, como si la dimensión estética fuera ajena a las tensiones de una época, o al conflicto entre contenido y condiciones materiales de producción. Ese espacio, en cambio, fue ocupado directamente por la política cultural oficial y su discurso, que –junto con los organizadores- propiciaron la posibilidad misma del evento; sin encontrar por ello la dimensión de lo político una expresión estética propia en los contenidos de las obras.

La más mínima excepción a la ausencia de contenido político en la obra de arte contemporánea, síntoma de la época posmoderna, la encontré quizás en el maravilloso stand en Homenaje a Magda Frank, la talentosa escultora húngara fallecida en nuestro país hace poco más de un año, a la edad de 96. A diferencia de la suerte corrida por muchos de sus familiares, la escultora sobrevivió al siglo de los Muros y de los campos de exterminio, sin que nos extrañe entonces su interés por los cuerpos, la geometría abstracta y los bloques. Las piezas originales que se exhiben en su stand fueron traídas directamente de la Casa Museo que lleva su nombre, en la cual se conserva actualmente casi toda su obra. Al contemplar sus técnicas mixtas sobre papel, su pintura, y su escultura –que hoy podríamos etiquetar como “abstracta”-, resonaba en mi interior la más angustiante de las preguntas formuladas por Theodor W. Adorno: ¿Es posible el arte después de Auschwitz…?

Si no conserva la memoria de los pueblos, el arte se convierte en una mercancía más. Este periodista agradece especialmente a la Casa Taller Magda Frank su presencia en la exposición.

…Afuera, lejos de las obras exhibidas y de la gente que se paseaba por la galería, caía -fría y despiadada- la noche sobre Buenos Aires.

Por: Martín Samartin.

Fotos de Inaguracion:

[showtime] Video de Inaguracion: