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28 febrero, 2013

La escuela sigue las ideas de Rudolf Steiner y da un giro alternativo a la educación formal. El instituto abrirá sus puertas en marzo y pretende estimular a los alumnos a través del juego, el arte y la creatividad.

 

Por: Yanin Gulam

 

El mundo actual se encuentra en constante movimiento, con cambios vertiginosos que se generan dentro de todas las disciplinas científicas. En este contexto, las escuelas se volvieron  protagonistas, y cada vez son más los padres y maestros que luchan por crear un nuevo paradigma educativo.

Así ocurre en la ciudad de Rosario, donde próximamente abrirá sus puertas el primer jardín de infantes Waldorf de la región. Lejos de la educación tradicional centrada en contenidos curriculares estrictos, sistema de premios y castigos y estructura verticalista, este espacio apunta a complementar el arte, las prácticas experimentales y la naturaleza con la búsqueda del desarrollo íntegro del individuo.

La educación tradicional, tal y como hoy la conocemos, nació en el siglo XVIII en el marco del Despotismo Ilustrado, en Prusia. “La idea era que la enseñanza fuera pública y gratuita para poder dirigir el parecer del pueblo y evitar las revoluciones que en ese momento se daban contra las monarquías. Los lineamientos pedagógicos eran absolutistas y autoritarios, basados en comportamientos militares. Estos conceptos, aunque muchos no lo saben, se extendieron hasta ahora. Es ésa la educación de la mayoría de los niños de hoy”, explica Rafael González Heck, miembro del colegio Rudolf Steiner de Chile.

Pero además de esta educación tradicional, existen muchas otras pedagogías dispuestas a romper el molde. Una de ellas es la Waldorf, con más de tres mil escuelas esparcidas por el mundo. En Rosario, padres y docentes eligieron esta metodología y se capacitaron durante cinco años para poder abrir el espacio educativo, que será el primero en la provincia de Santa Fe.

“Para la enseñanza en este nuevo jardín nos basamos en tres ejes. Entendemos que la formación del niño empieza en casa, por eso es indispensable la coparticipación de los padres y los docentes, siendo éste el primer eje. El segundo consiste en generar una educación integral entre el pensamiento, la voluntad y el espíritu. Por último, nos enfocamos observar al niño, teniendo una relación personalizada”, afirman maestros del jardín.

¿Qué es la pedagogía Waldorf?

La educación Waldorf fue creada por el filósofo austríaco Rudolf Steiner en 1919, y busca principalmente equilibrar lo académico con lo artístico y lo práctico. Se aleja de la idea del aprendizaje por repetición y reproducción simbólica y busca, por el contrario, generar ideas a través de las experiencias, es decir, se enseña desde el hacer.

El maestro no debe imponer definiciones ni conceptos para que los chicos aprendan de memoria, sino que tiene que ser un guía en la búsqueda de conocimiento del niño. “Los chicos son creativos y observadores por naturaleza. En la escuela, esto puede fomentarse, como sucede en la pedagogía Waldorf, pero en otros casos se limita y se frustra al alumno, que termina por preocuparse sólo por la nota final”, explica el documental “La educación prohibida”, basada en relatos de escuelas libres de Latinoamérica.

Para Monserrat Font Salas, eduacadora Waldorf en Alemania, esta pedagogía ayuda al niño a fomentar su deseo por aprender. “Estudiamos a través de salir, ir a la naturaleza, explorar, encontrar y preguntar. Sobre todo eso, nos abocamos a las preguntas y no a las respuestas prefabricadas”, indica.

Además, esta metodología posee una educación personalizada, para no deshumanizar al niño. Muchas escuelas tienden a homogeneizar a los estudiantes, midiéndolos a todos bajo un mismo sistema de aprendizaje basado en calificaciones estandarizadas. Pero es sabido que ningún ser humano es igual a otro. Ni todos podemos hacer lo mismo, ni de la misma manera. Es por ello que la pedagogía de Steiner apunta a integrar al alumno y a adaptar el objetivo al chico, y no al revés.

Con respecto a la religión, durante los primeros años de escolaridad, las instituciones que siguen esta metodología no inculcan ningún dogma en especial, pero sí estimulan la espiritualidad y la veneración a la naturaleza. Una vez en la formación secundaria, algunos colegios optan por dar a elegir al alumno la religión sobre la cual quieren aprender, si es que deciden instruirse sobre el tema.

Otro de los pilares Waldorf consiste en limitar las calificaciones, sobre todo en los primeros años del niño. Los puntajes generan competencia, pero sobre todo frustración. Creerse un seis, un cinco, dar castigos al peor alumno y premios al mejor genera angustia y presión. “Las malas notas llevan muchas veces a diagnósticos estigmatizantes y erróneos, mientras que en realidad lo que ocurre es que ese niño necesita de otro ritmo y de otro enfoque para aprender”, explica González Heck.

Pero la educación no es sólo conocimiento formal. Además de leer, escribir y calcular, el arte, el juego y las emociones son un rol importante en la formación de todo niño. Es indispensable, según esta pedagogía, fomentar lo lúdico para aprender sobre las relaciones interpersonales. Trabajar en equipo y desarrollar capacidades humanas como la disciplina y la responsabilidad es algo que se aprende jugando, en el día a día y a través de las experiencias. Para los seguidores de Steiner, la conducta debe aprenderse de manera interna, y el maestro debe ser capaz de guiarlos, sin llegar a una actitud autoritaria.

Aprender a enseñar

Para que la educación Waldorf prospere es necesaria una capacitación docente adecuada. Pero la mayoría de los maestros fueron educados con metodologías tradicionales e ideas que resultan difíciles de remodelar. Es por ello que el rol del pedagogo es considerado como uno de los mayores obstáculos a vencer dentro de las nuevas instituciones.

“Se dice que los estudiantes fracasan, pero es el sistema el que fracasa, y los maestros son hijos de este sistema. Es difícil enseñar Waldorf cuando nunca se habló a los docentes sobre emociones y espiritualidad”, explican desde “La educación prohibida”.

Además afirman: “A los cinco años, el 98 por ciento de los niños tiene las capacidades para ser considerado genio, debido a su curiosidad, creatividad y pensamiento divergente. Quince años después, sólo el diez por ciento mantiene ese nivel. Es tarea de los maestros tomar ese potencial y fomentarlo constantemente a partir del juego y del arte”.

En Rosario, la ONG Germinar realiza desde el año 2008 seminarios pedagógicos Waldorf para padres, terapeutas y docentes. Incluso, muchas maestras del nuevo jardín tomaron cursos dictados por profesionales de Buenos Aires formados en Alemania.

Primeros pasos en Rosario

El primer jardín Waldorf de la ciudad estará abierto a partir del mes de marzo para niños de uno a cuatro años, aunque la idea es, en un futuro, poder establecer una educación primaria y secundaria. Las clases se dictarán durante la mañana y para grupos de entre 15 y 20 chicos, con dos docentes por grupo. Dentro de las actividades que realizarán los alumnos, se encuentra la elaboración propia de los alimentos que van a consumir, creación de manualidades, juegos con música y recreación al aire libre.

Si bien las actividades ya están programadas para iniciarse en el mes de marzo, todavía las docentes no han encontrado un espacio para implantar la institución. “Buscamos una casa con dos habitaciones y cocina. Debe tener una estructura de hogar, ya que queremos crear un ambiente familiar, y sobre todo con espacio al aire libre”, indican las docentes de la nueva escuela.

Otro aspecto importante de este jardín es que, como en toda institución Waldorf, no estará controlada por ninguna autoridad central. Es decir, las direcciones son colegiadas, lo cual implica que tanto docentes como padres pueden opinar y debatir sobre los asuntos pedagógicos.  Incluso en la mayoría de los casos, los alumnos tienen voz y voto.

“Apuntamos a un desarrollo íntegro del niño, atendiendo a sus necesidades para que puedan convertirse en personas seguras de sí mismas, con un pensar claro y sensibilidad social. No pretendemos obligar a los padres a convertir su propia casa en una institución como ésta, pero si estamos abiertos a ayudar y profundizar sobre la metodología”, comentan las docentes.

La pedagogía Waldorf no es la única manera de enseñar, pero sí es importante saber que existen otras posibilidades fuera de la educación tradicional. Los espacios de tedio y aburrimiento característicos de muchas escuelas son un esquema difícil, pero no imposible de romper. Siempre que el juego, el arte y la creatividad estén a mano de los niños se fomenta el deseo de aprender, explorar e investigar. Cristóbal Gutiérrez, de la Fundación Cai (Centro Académico Integral), indica: “Cualquier educación es buena si cuida de la alegría y de las ganas de vivir del niño”.

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