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9 agosto, 2012

MÚSICA

Por Angie Pagnotta

 

Está por grabar su quinto disco. Tocó con figuras como Al Di Meola o Michel Camilo y a nivel local con Estela Raval, David Lebón y Pedro Aznar. Supo conquistar el público internacional desde muy joven; tiene 32 años de  impecable trayectoria. En esta entrevista, el pianista Mario Parmisano, cuenta su vinculación con Piazzolla, sus inicios en la música, su sueño cumplido tras su paso por el Teatro Colón y su actualidad musical en nuestro país.

En referencia a sus raíces artísticas, me gustaría saber ¿cómo fue su acercamiento hacia la música? ¿Por dónde vino esa faceta?

Subí a un escenario a cantar folklore y tocar la guitarra a los cuatro años. En casa se respiraba música constantemente. Casi todos en mi familia cantaban o tocaban folklore, tango y también música clásica. Mi fascinación con el piano fue a los siete años; a los once hice mi primer concierto, tocando Chopin, Schubert y Albéniz. En esa época me animé a «sacar de oído» los temas Verano Porteño y Adiós Nonino. La combinación de la técnica clásica, haber tocado guitarra y tener muy buen oído musical desde pequeño fueron cosas que me ayudaron muchísimo, por lo que me permitió seguir en esta hermosa profesión que disfruto cada día más.

En 32 años de trayectoria y enorme recorrido artístico —más allá de los éxitos y giras— me llama la atención la vinculación con el mundo musical del exterior, ¿a qué se debe y cómo surgió?

Desde el comienzo de mi carrera junto a Al Di Meola se abrió el mundo para mi futuro musical. Pasé 15 años junto a una estrella mundial, para mí fue una experiencia increíble, fue un honor. De todos modos reconozco que en la Argentina todavía cuesta mucho avanzar musicalmente, aunque es algo a lo que ya estoy acostumbrado. Esto no perturba mi camino. Sigo con mis presentaciones en el exterior: estuvimos en Moscú, donde fuimos durante tres años consecutivos a tocar música de Piazzolla con la Orquesta de Cámara Kremlin; también participamos de los Festivales de Jazz de Turquía, Venezuela, y Puerto Rico, donde estuvimos junto a artistas como Michel Camilo y Abraham Laboriel. Además, tuvimos la suerte de cerrar el Festival de  Jazz junto a Paco de Lucía, lo que fue un gran honor y un privilegio. Fuimos el primer grupo argentino en tocar en este prestigioso evento, que se realiza desde hace 22 años en el Anfiteatro Tito Puente.

¿Cómo fue la etapa de trabajo con Al Di Meola, su participación en el grupo y la grabación de siete discos con él?

En 1993 viajé a New York tras un sueño y me quedé 15 años. Grabé junto a los mejores músicos del jazz internacional, toqué en los mas prestigiosos escenarios del mundo, y realizamos cerca de dos mil conciertos en casi 100 países, ¿qué mas puedo pedir? No somos muchos los músicos argentinos que pudimos alcanzar una trayectoria así, por eso estoy muy agradecido a Dios y a la vida, porque pude trabajar día a día para poder progresar y concretar mis sueños.

Además de su carrera internacional, ha tenido la oportunidad de trabajar con genios de nuestra música como David Lebón, Pedro Aznar y la recientemente fallecida Estela Raval. En primer lugar quiero saber cómo fue trabajar con ellos y particularmente cómo fue trabajar con la señora Estela Raval.

Tuve el honor de haber aprendido de algunos de los más grandes artistas argentinos de aquella época. Mi primer trabajo profesional fue de la mano de Estela Raval, en una gira internacional que luego me llevó a ser su Director Musical durante algunos años a comienzos de los 80. También fui Director Musical de Silvina Garré, un lujo de cantante; también de Sergio Denis, en tiempos muy prolíficos de su carrera, como cuando sonaba el CD Cerca del Cielo. En ese momento,  llenamos siete veces el estadio Luna Park y los estadios mundialistas de Mar del Plata y Córdoba, entre otros lugares. Fueron doce años de gran suceso con todos y cada uno de los artistas con los que trabajé; a esto se le suman las decenas de CDs en los cuales participé como sesionista de otros tantos artistas. Guardo los mejores recuerdos de las vivencias y aprendizajes de aquella época, ya que fueron muy importantes para solventar mi posterior carrera internacional. Les estaré siempre agradecido a todos ellos.

En su obra está muy presente la figura del gran Astor Piazzolla, tanto en los festivales, los tributos e incluso en el disco Remembering Astor, material editado con el Tango Jazz Trío. En su repertorio la figura de Piazzolla se enaltece, ¿por qué? ¿A qué atribuye esta elección?

En realidad, conozco su música desde muy pequeño. Cuando empecé a estudiar piano me hicieron escuchar Adiós Nonino y quedé marcado para siempre. Desde ese momento descubrí que tenía una conexión muy especial con la música de Astor Piazzolla, fue algo muy natural y así se mantuvo. Luego, cuando entré al grupo de Al Di Meola —que también es seguidor del maestro— comencé a tocar nuevamente su música y hoy ya no tengo dudas: ¡lo haré siempre! Es más, en estos días estamos por entrar a grabar en el estudio nuestro quinto CD, que se llamará Forever Astor, donde estarán Cuatro Estaciones Porteñas, Muerte del Angel, Concierto para Quinteto, Fuga y Misterio y Libertango. Estas obras las venimos tocando desde abril de 2011, en nuestro último concierto en Rusia. Con respecto al trío, hace cinco años que tocamos las composiciones de Piazzolla en todo el mundo; no lo hago porque ahora esté de moda, lo mío no es snob, soy fan del maestro desde siempre y hago su música con mucho respeto, ya que para mí es un honor y una gran responsabilidad representarla en el exterior.

El pasado 16 de junio tuvo una prestigiosa presentación en el Teatro Colón, ¿qué significó este escenario? ¿Qué particularidad tuvo?

Es el sueño y la máxima aspiración para cualquier artista de cualquier parte del mundo. El Colón significa  pisar un preciado escenario,  es incalculable, por lo que representa a nivel mundial. Es muy difícil de explicar en palabras la sensación de salir y encontrarte con el teatro lleno por completo y además, ovacionándote. Jamás lo olvidaré. Es el comienzo de una nueva etapa en mi vida musical, algo que me gané en buena ley y que llegó en el momento preciso, ni antes, ni después.

Como mencionó recién, se presentó en alrededor de dos mil escenarios, ¿qué tiene de distinto o particular el público extranjero respecto del local? ¿Notó alguna diferencia? ¿Tuvo algún acercamiento más notable?

Cada país tiene algo en especial, después de haber viajado tanto vas descubriendo que la gente en esencia es igual, solo cambia el idioma: todos se emocionan —quizás algunos lo exteriorizan más que otros, en la forma de aplaudir— pero al final de los conciertos, la emoción del público es lo que más recuerdo. Sin dudas mi emoción más grande fue el final del concierto en el Teatro Colón: lleno y todos de pie, aplaudiendo. La realidad superó al mejor de todos mis sueños.

El contacto con Mario Parmisano me dejó pensando en que muchas decisiones tienen que ver luego con nuestro camino profesional. Aquello que a su infancia tal vez comenzó como un juego entre guitarras y micrófonos, se convirtió luego en una trayectoria que ya lleva 32 años de plenitud. Conocer este tipo de experiencias, para los músicos jóvenes o para cualquier profesional que esté dando sus primeros pasos, abre a pensar el camino de lo posible, dentro de lo imposible.

@AngiePagnotta

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