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22 abril, 2016

«No trabajo sobre certezas, sino sobre dudas»

«No trabajo sobre certezas, sino sobre dudas»

 

Entrevista a Augusto Zanela

Por Adriana Vornehm

«Todo acto del espíritu, cuando es auténtico,
es subversivo, porque hace cambiar la forma cotidiana de ver las cosas»
Manuel Viola, pintor español

 

Una de las obras de Augusto Zanela estuvo seleccionada para el premio Klemm 2015. En su última producción, el artista pone el acento en el espacio y en su relación con las imágenes y los cuerpos no figurativos, lugar en el cual se desarrolla un juego perceptivo, con algo que bordea lo infinito. Augusto propone una instalación que engaña al ojo humano, construye una obra dentro de un lugar que podría ser insondable. También podríamos pensar en un espacio kantiano, y en el otro, el de las revelaciones. El Gran Otro se acercó hasta su taller para entrevistarlo.

¿Cómo surge tu vocación de artista?

Estoy formado en arquitectura. A la par de hacer la universidad, empecé a estudiar fotografía y a trabajar en el ámbito fotográfico. Y tuve un encuentro fortuito: en mi carrera de arquitectura tuve que analizar la obra de Miguel Ángel, que trabaja con un principio visual la anamorfosis, que es una construcción perspectívica. Haciendo el análisis de esa obra, encontré la anticipación de lo que sería mi obra, que es una reunión entre la intervención de un espacio arquitectónico y la fotografía. Desarrollé una serie de instalaciones específicamente para la cámara fotográfica. Por otro lado, como tenía una formación pre-digital, todo este trabajo que hacía era con cámaras de gran formato con una cuota técnica bastante elevada, que me exigía cálculos para hacer las trazas. La construcción de la obra en el espacio, se podría decir que es una obra de tipo cientificista. Esto exigía un rigor técnico y un proceso de formación muy elevado.
Siempre tuve interés en las artes, desde muy chico pintaba y dibujaba, luego fui acompañando este proceso con la investigación sobre el arte y con la docencia. Además, dirijo el taller de fotografía de la Facultad de Arquitectura desde el año 91.

¿Por qué eliges la fotografía y no la pintura o la escultura?

Empecé a estudiar fotografía desde muy chico, cuando estaba terminando el colegio industrial, porque tuve otro encuentro fortuito con Ralph Gibson, un artista norteamericano. Cuando lo vi, dije «¡yo quiero hacer esto!». También hice investigaciones tempranas sobre distintos artistas, y sobre la imagen.

Hablemos de la anamorfosis…

La anamorfosis surge con el manierismo, que era una corriente que se dio en Europa Central, un movimiento que surge como reacción al Renacimiento y busca revertir el concepto de que el hombre es el centro del universo. De la anamorfosis, tomo el concepto del truco y de la imagen en código. La anamorfosis está determinada por el punto de vista de ventaja, desde el cual una imagen que parece fragmentaria se transforma en una imagen regular y perfecta, con este juego de la disposición del ojo y la mirada, del espacio; trabajo con estos elementos constitutivos en mi obra.

 

¿Cómo se articula la construcción del cuerpo en el espacio con la fotografía?

Mi pensamiento con respecto al cuerpo es relacionar al espectador con la obra, aunque quede fuera de ella. La fotografía representaría a una persona mirando con un solo ojo, de ahí la imagen estática y congelada. El espectador reconstruye esa imagen. Trabajo con un circuito cerrado, siempre el cuerpo, la figura, la presencia humana, son los que le otorgan sentido.

¿Cómo desarrollas tu obra en relación con el concepto de la imagen no figurativa?

Mis obras en relación con la imagen están vinculadas con diversas búsquedas. A veces trabajo con la ausencia total de contrastes, tomando la idea de Kazimir Malévich del suprematismo (Blanco sobre blanco). En fotografía no está demasiado desarrollado porque representa un problema, un desarrollo muy fino de la técnica para lograr cierta precisión. Otras veces trabajo en series sobre proyectos de investigación. La piedra basal es que todas mis obras surgen a través de una idea, las construyo en el pensamiento, y desde allí empiezo a encontrar imágenes y recursos que son funcionales a esa idea.

¿Cuál es la obra con la que más te identificas?

Con la última que estoy trabajando. Hace poco me invitaron a una mesa redonda y me preguntaron en qué categoría me ubicaba, y respondí que soy un explorador, lo que hago es encarar cada proyecto como una investigación, una exploración desde lo conceptual-formal. Allí voy encontrando puntas para seguir investigando y haciendo crecer el trabajo, y para no repetirme. Siempre me esfuerzo por encontrar situaciones nuevas para crecer, no trabajo sobre certezas, sino sobre dudas.

¿Cuál es la temática de esa última obra con la que te identificas?

Es una obra que estoy por presentar en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, una sola obra que ocupará todo el espacio. Voy a trabajar con imágenes vinculadas a la anamorfosis, pero que se reconstruyen en el espacio a través de un espejo. A diferencia de lo que estaba trabajando antes, a esta obra le sumo la idea del reflejo. Hay algunas situaciones que ya empecé a ensayar en una escala diferente, donde el espacio se duplica y aparece un nuevo espacio en el espejo, en la imagen reflejada. Hace que uno tenga otras percepciones de la obra, porque aparece una imagen virtual. Va a haber un espejo de muy grandes dimensiones y, a partir de un punto específico, se va a leer una frase reflejada, una cita bíblica.

¿Cuál?

Fiat lux («hágase la luz»), es el tercer versículo del Génesis, que habla sobre el hecho creativo, que es Dios cuando está creando el mundo. Y en cierta medida, me baso en esa referencia para referirme a la creación en el arte.

¿Cuántos elementos tiene la obra? Ya que Cronopios es una sala bastante grande.

Tiene pocos elementos. Un espejo de muy grandes dimensiones y un tubo de luz que se repite en el propio espacio, como un elemento que se despliega. Entonces hay un único elemento formal y cromático, una única operación, es decir que es una obra que apela a la singularidad. Llevado todo a una acción muy simple, que es el acto de repetición, y es en el despliegue que la obra cobra una magnitud importante.

Es curioso lo que te voy a decir: tu propuesta hasta me parece musical…

Sí, ¿por qué no? Soy melómano, es una parte constitutiva mía, siempre hay referencias musicales en mi obra. En realidad, me baso en las formas y los métodos de artistas de otras disciplinas. A veces mi creación se asemeja más a un acto de escritura, que a lo propio de la manipulación de las artes visuales. Son como composiciones musicales, o como poesías; me interesa el proceso creativo, tomo cosas de la danza, de los coreógrafos.

La obra de Augusto Zanela convoca a pensar sobre los diferentes estratos de la realidad y la vida, sobre otras dimensiones. Es una obra pletórica de poesía en la cual hablan un silencio sonoro y la soledad.