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6 septiembre, 2012

ARTE

El humo entra en tus ojos invita a entregarse, como en la bruma de un sueño, en un viaje anacrónico. Tres fotógrafas de generaciones distintas, desde los 40 hasta la actualidad: Annemarie Heinrich, Lucrecia Plat y Cecilia Szalkowicz reunidas en la Galería Vasari. Lo que tienen en común, según la lectura de su curador, es la distinción.

Por Valeria Bula

En el marco del XVII Festival de la Luz, en la Galería Vasarise inauguró El humo entra en tus ojos, que reúne tres generaciones de fotógrafas: Annemarie Heinrich, Lucrecia Plat y Cecilia Szalkowicz.

Mujeres sublimes, paisajes, Alejandra Pizarnik colgada de una calesita, un hombre en un café, una mano de cemento que podría serla del Cristode Río de Janeiro, un juego de esgrima, un manojo de flores, una página de moda que muestra un enterizo de jersey, gente en una fiesta, mujeres al desnudo. Diferentes temas, diferentes estéticas, diferentes generaciones.

El momento justo

1950: Heinrich. La silueta desnuda de una mujer cuyo rostro no se deja ver da la impresión de que, como una estrella fugaz, dejará su belleza en la impronta de la eternidad. El movimiento se congela, un sinfín de pelotitas dan saltos y se distribuyen como en un ballet perfectamente coreografiado.

1960: Plat. Una lluvia de papeles que parecen nieve y personas que están pero que no se miran, hombres elegantes pero con cierta incomodidad en su mirar. ¿Acaso lograrán encontrarse? Burbujas y dentro, una mujer desnuda de espaldas repetidas veces, con sus brazos y cabellos hacia arriba, gira, estupefacta. Esta última es un resultado de un ensayo junto a Rogelio Polesello.

Hoy: Szalkowicz. Entre cristales, las personas se pasean entre el reflejo que envuelve el todo como a una galaxia espiralada. En otra, la espalda de una escultura gigante bajo un cielo gris. Misterio: esa persona representada en piedra quizá buscara consuelo.

Como decía el sociólogo francés Pierre Bourdieu a fines de los 70, la distinción de una persona o de una obra consiste en que es distinta a otra, pero no por esnobismo, como algunos quisieron comprender, sino por sus características propias: «El gusto es la extraña capacidad de hacer distinciones que distinguen».

Según el curador de la muestra, Bruno Dubner, lo que tienen en común estas artistas es la distinción, traducida como precisión. «Me parece que son completamente distintas entre sí, pero subyace esa pátina distinguida en la mirada», explicó Dubner.

En esta presentación, el curador se propone reunir anacronismo y atemporalidad, razón por la cual entremezcla las imágenes y no les coloca título: «Quiero que el enigma de la fotografía lo resuelva el espectador y no el epígrafe».

¿Sin letrero se logrará ese juego espectador-obra a partir de las imágenes? Siempre hubo controversias y debates en torno a la relación imagen-lenguaje,  pero Dubner se decidió por privilegiarla primera. El objetivo será el fluir del pensamiento sensorial penetrando los canales visuales y lanzar al concurrente a un vuelo de imaginación y de creación infinita.

Mujeres que se armaron a sí mismas

La muestra merece que nos detengamos en sus recorridos artísticos. Por un lado, Annemarie Heinrich nació en Alemania en 1912 y se trasladó a la Argentina junto a su familia en 1926. Falleció en 2005. Se especializó en retratos y desnudos; fotografió a destacadas personalidades de la cultura de los 40 como Eva Duarte, Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, entre otros.

Por otro, Lucrecia Plat trabajó para diferentes publicaciones en los 60 y 70, entre ellas, Cuadernos Crusoe, para quien retrató a la poetisa Alejandra Pizarnik y un ensayo de Polesello que se ve en la muestra. «Lo mío es el fotoperiodismo, nunca tomé una clase de foto, me iban pidiendo diferentes trabajos y yo, como tenía que mantener a mis hijos, hice de esto mi profesión. Incluso, y peor aún, cuando me preguntaban si sabía hacer alguna cosa yo siempre decía que sí, aunque nola supiera. Así fui conociendo más profundamente el campo». Actualmente está trabajando en un proyecto de retratos de mujeres junto a sus fantasías más profundas.

Por último, Cecilia Szalkowicz, que comenzó a incursionar en el arte en los 90 y que, además de fotografías, trabaja con instalaciones y esculturas. Su interés se centra en la manera en que se relacionan las cosas, en el movimiento que hay en el medio de los objetos. «Esta vez yo me entregué al punto de vista de Bruno; por cierto, me pareció interesante que convirtiera en atemporales fotos que pueden ser muy fechadas», dijo la fotógrafa a El Gran Otro.

Heinrich, Plat y Szalkowicz son intuitivas. Sus fotos muestran encanto, desenfado y ritmo, lo que hace al éxito en la captura de ese halo de energía que emanan los cuerpos y objetos que deciden iluminar.

[showtime]

El humo entra en tus ojos

Del 1 al 30 de agosto de 2012

Galería Vasari, Esmeralda 1357