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17 julio, 2014

«Pongo el mensaje y luego con la pintura lo voy tapando»

Por Margarita Gómez Carrasco

El año pasado entrevisté a Nora Macceratesi, una de las pocas artistas contemporáneas que trabajan con la temática de paisajes urbanos. Se podría hablar mucho de sus pinturas porque cada una de ellas encierra un universo. Sin embargo, solo me detendréa pensar en los detalles que se encuentran escondidos en cada obra. Me sorprendió encontrar pequeños comprobantes de pagos colocados en  una esquina, tirados sobre una calle desierta. Nora paga con su arte a la vida, dejando un registro, un comprobante. La poética de su obra es poesía que conmueve.

¿Este año estás trabajando con esos paisajes misteriosos?

Exactamente. Seguimos con los paisajes urbanos, que son paisajes con los cuales me involucro. Son lugares en los que tengo experiencias, emociones, donde convivo.

Son bastante enigmáticos. Siempre aparece ese hombrecito que no se sabe de dónde viene o qué está haciendo ahí.

Creo que integra en la obra una parte de lo que me gustaría definir. No solamente que sea un paisaje urbano, si no que tenga una escena. Tal vez conversaciones, varias personas que comparten algo, cafecitos, salidas. Eso es lo que trato de expresar.

¿Con qué paleta estás trabajando ahora?

Los colores están dentro de los ocres, los grises, el color cemento, son los que más me identifican con la escena. Ahora estoy incorporando otra paleta, otros colores, como la de Venecia, que se caracteriza más por el lugar que por mi paleta.

Cuéntanos sobre la experiencia de ese viaje a Venecia.

Hace dos años estuve de paseo por varios lugares y Venecia me encantó y empecé a transmitirlo en la tela. Tengo varias obras terminadas con ese paisaje. Lo que más me impactó, una tarde de sol cuando bajé del tren, fue encontrarme con las escalinatas y el canal ahí. Cuando bajás de la estación es muy fuerte, y más cuando no tenés ni idea de lo que vas a encontrar. Otro día me encontré con un montón de situaciones. Las islas de Burano y Murano, con esas casitas de colores alrededor del canal, son muy pintorescas. De todo eso saqué una parte, porque sobre todo lo que más me gusta es abocarme a Buenos Aires, algo siempre encuentro para decir. Después, tengo algunas obras hechas de Nueva York,  Londres, son lugares en los que tuve experiencias muy diferentes.

Hacés hablar al paisaje, que cuente ese recuerdo.

No trato de pintar algo que me recuerde a tal lugar, oa tal tiempo. Pienso que es algo que me nace, que me sale, es lo que me inspira. Más que un recuerdo es una vivencia. No son obras con las que me quedo, están para ser mostradas y dejo que se vayan, no me quedo con el recuerdo. Cuando hago una exposición y a la obra la miran, se escuchan comentarios como: “Ah, yo estuve ahí”, “Esto me hace acordar a…”. Los que la miran están involucrados con la obra, se sienten parte de ella, ya sea por el lugar, por la situación, es algo que atrae a la gente.

¿Con quién o quiénes te formaste como artista?

Hice talleres con Rafael Seguí, con María Helena Grancela. Últimamente, hice un curso acelerado con Juan Herrera de acuarelas, eso lo integré este año; las acuarelas las hago sobre papel siempre con los temas de paisajes urbanos. En un momento el que me inspiró y a través de quien comencé con el paisaje fue Edward Hopper, un pintor inglés. Al ver sus obras me gustaron mucho, es una pintura dura, el contraste de sombras y luces lo incorporé bastante en una época. Ahora estoy trabajando más con técnica mixta, incorporo papel, tinta, carbonilla. Aparte de incorporar el papel, siempre hay un mensaje en ese papel. Si te ponés a mirar una obra, hay un número, hay un nombre, hay un pago, hay un objeto que pertenece también a mi persona.

Cuéntanos más sobre ese pago.

Por ejemplo, trabajo sobre la tela, pongo el mensaje y luego con la pintura lo voy tapando, puede ser el recibo de un pago. El espectador puede ver eso sin saber realmente qué es.

Interesante, colocás algún objeto y después lo velás para que el espectador lo descubra dentro de la pintura.

Es algo que me gusta hacer porque incluso aparecen figuras, imágenes. Por ejemplo, tengo una obra de Puerto Banús (España), que era un centro comercial de muchas marcas, con mucha gente. Al hacer esa obra tenía que pensar: “¿Cómo hago para lograr lo que yo vi que me encantó?”. Busqué la manera de llegar a esa obra y quedar conforme. Y fue así, poniendo marcas. Hay una parte mía que fue diseño gráfico y publicidad, entonces, es un cóctel de cosas lo que aparece en mis obras.

¿Cómo hacés para buscar un paisaje puntual en Buenos Aires? ¿Salís a hacer un recorrido de día, de noche?

Lo mío es cotidiano; es salir, caminar cuando voy a algún lado, siempre con mi máquina de fotos.

Y te detienes a mirar lo que otros no ven.

Me llaman mucho los lugares que la gente mira sin ver, son los que más me interesan. Encontrás de todo, ¡lugares que son insólitos!Lo que pasa es que uno no tiene demasiado tiempo para investigar un poco más. Pero trato de aprovechar al máximo todo lo que surge de una caminata, de un viaje, de una visita, del trabajo, de lo que sea.

¿Qué tienes pensado para este año?

Este año arranqué con una feria muy importante, fui con Galería Imaginario a Palm Beach, Miami. Con Mónica Fuksman vamos a estar en el Hipódromo de Palermo en ARDI, del 31 de julio al 4 de agosto, donde van a participar artistas maestros. Siempre está la expectativa de Eggo en el mes de octubre, que también es un lindo proyecto para el que estamos trabajando.

«Tenemos arte para no morir de la verdad» dice Nietzsche, de esa verdad que interpela y nos incomoda, de esas verdades que escapan a las veladuras y que hablan desde el arte. Así, aparecen esos objetos misteriosos en las obras de Nora Macceratesi.