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3 diciembre, 2015

¿Quién me defenderá de tu belleza?

¿Quién me defenderá de tu belleza?

Entrevista a Lorena Fernández

Por Agustina Sarni

En Febrero de 2016 Lorena Fernández expondrá  ¿Quién me defenderá de tu belleza? en C.C.Recoleta. Es una artista ecléctica, que articula la fotografía con instalación. Su original obra se caracteriza por una sutil ironía. La serie Teatritos y Amuletos  nos lleva a reflexionar sobre los diferentes escenarios y creencias de donde se agarra el humano para soportar la vida, escenas que la artista representa en sus obras también en forma lúdica.

El Gran Otro la entrevistó para que nos cuente su trayectoria.

¿Cuándo nace tu vocación por el arte?

En mis comienzos, nada en mi familia estaba relacionado con lo artístico, mi mama es farmacéutica, mi papá médico, estaba todo muy programado, todos teníamos que ser profesionales y dedicarnos a una carrera. Soy de Chaco, y estaba todo muy prefigurado: iba a terminar el secundario e irme a estudiar una carrera de ese estilo. Ninguno de mis dos padres estaba en relación con el arte, ni nadie de la familia. Cuando me fui de Chaco, vine acá a estudiar psicología y me di cuenta que no tenía vocación de servicio, no me interesaba la ayuda al otro desde la psicología. Ahí conocí la carrera de Comunicación Social y empecé a pensar que esa carrera era la más relacionada al arte por el lado de la literatura, yo soy una lectora compulsiva y escribía desde muy chica. Tal vez lo más cercano que  pensaba, era que podía hacer eso, escribir. Cuando comencé, conocí a un chico que estudiaba cine en Córdoba, y ahí  pensé en que existía la posibilidad de estudiar cine, te estoy hablando de hace veinte años. Estudie cuatro años de comunicación, y en cierto tramo de la carrera me topé con un taller audiovisual que me encantó. Y me di cuenta que eso tenía más relación con lo que yo quería. Dejé la carrera y a escondidas de mis viejos empecé a estudiar dirección de cine. Apenas comencé me di cuenta que lo que realmente me interesaba era dirección de fotografía. Así fueron mis comienzos hasta encontrar qué era lo que quería hacer, de a poco fui acotando y acercándome a lo que realmente me interesaba. Terminé dirección de fotografía, trabajé durante 12 años como directora de fotografía de documentales y en paralelo a eso yo empecé a ir a talleres, me dediqué a sacar fotos y me fui dando cuenta que lo que quería era ser artista, de forma más general. Por ahora estoy en esto. El descubrir lo que quería hacer fue un camino que me llevó mucho tiempo, y creo que recién ahora estoy entendiendo que efectivamente mi formación tiene que ver con las artes visuales en general y que la fotografía es el medio que encontré para desarrollar ese camino que a su vez está muy vinculado con la instalación y un montón de cosas que voy aprendiendo en el camino, voy incorporando distintos elementos que me van interesando por el camino. Nunca se realmente a donde me va a llevar mi próximo trabajo, y que es lo próximo que necesito aprender para poder hacerlo.

¿Qué fue lo primero que hiciste?

Lo primero que hice fue sacar fotos compulsivamente, ahora me doy cuenta porque estoy en un período en el que saco menos fotos y me doy cuenta que tengo la casa llena de fotografías. Pero lo primero que mostré, que fue muy raro, porque fue en el primer concurso que me presenté, donde quedé seleccionada y lo gané, fue una serie de 28 fotos que estaban planteadas como una instalación, porque las fotos estaban en una pared de un espacio de 3m x 3m; pared que empapelé, use unos marcos especiales, etc. Y claramente si eso se tenía que vender, se tenía que vender la pared entera, te podías llevar una foto, pero la obra real era toda la pared, había elementos para-fotográficos. Eso fue lo primero que hice, y fue sumamente intuitivo porque hasta el momento no sabía mucho.

¿Tiene etapas tu producción?

Sí, hay etapas marcadas de refinamiento, ya que estoy hablando de lo mismo en toda mi producción, estableciendo sistema entre mis obras, pero con cierta evolución. Considero que soy buena estableciendo conexiones y armando relatos que terminan armando sistemas.

¿Cuál es la producción que más te representa?

Siempre tengo muchos proyectos funcionando al mismo momento, y siempre siento que lo último que hice es lo que más me representa. Todo va funcionando por acumulación, lo que hice primero  no tiene las suficientes capas en comparación con lo último que hice. Por ejemplo, la instalación que hice para el BA Photo ahora, es lo más cercano a lo que yo estoy trabajando. Es donde está más claro cuál es la función que cumple la fotografía, los objetos y cuál es el motivo de porqué necesito de la instalación para que todo eso funcione. Esa serie se llama Teatritos, y los objetos, Amuletos.

Es donde más claro queda mi interés por los objetos y mi sistema de trabajo, porque por ejemplo, si yo necesito el color amarillo y me pareció que tal objeto lo tenía, lo agarro y lo pongo en mi instalación, arriba de un pedestal, y ese objeto queda embestido de algo que  siento, que el mismo tiene. En esta serie me está pasando eso con más claridad que en otros momentos, estoy confiando mucho más en mi intuición en relación a los objetos y su valor para mí. Muchas partes de las piezas de estos objetos son de joyería, estuve yendo a un lugar a comprar metales de todas formas.

Una de las veces que fui a comprar metal vi que tenían arriba del escritorio del despacho un hexágono de bronce que usaban de pisapapeles. Yo me enamoré de ese objeto, que era de 10cm aproximadamente y pesaba alrededor de 5 Kg. Le pregunté al vendedor cuanto salía y me dijo que no estaba a la venta, que era muy caro. Al irme de ahí, me quedé con la idea de que tenía que tener ese objeto, no paré de soñar con él durante mucho tiempo. Un día se me ocurrió la idea de ir a hablar con los dueños de este lugar, y proponerles alquilarles este objeto durante unos días para que estuviera en mi instalación. Fui al lugar, me atendió otro señor, le pregunté cuanto salía y me pasó un precio muy inferior al que yo presuponía, me contó que eso se usaba para fabricar tuercas navales, y cuando le conté de mi interés por comprar esa pieza, ya que el precio me resultaba accesible, se armó un debate entre todos los dueños del lugar, porque claro, para ellos tampoco era una simple pieza de bronce, tenía un valor simbólico, especial. Finalmente accedieron a vendérmela. Una vez que lo tuve, me di cuenta que yo no tenía que hacer nada con ese objeto, que sólo debía ubicarlo en la instalación y que iba a funcionar.

¿Cuánto tiempo te lleva producir?

Yo generalmente no trabajo sobre una única cosa todo el tiempo, soy muy prolífica. Probablemente una serie real, que yo ya tengo en claro como funciona, me lleva aproximadamente entre dos y tres años. Quizás no de toma fotográfica, pero una vez que está la foto, la planificación de cómo vuelve al mundo la misma es lo que más tiempo me lleva.

Tenes una serie que se llama Patio Interno…

Anterior a esa serie, hice una que se llama Bosquecito, es de una época en donde  sacaba muchas fotos con cámaras pequeñas y descartables. Al tener tantas fotos, quise parar y entrar en otro tiempo, entonces empecé a trabajar con otro tipo de cámara, con una cámara de placa y por el tipo de la cámara, por cómo se dispara, por lo caro que es el material, no sacaba tantas fotos, sacaba una. Entonces con esa cámara de placa habré sacado treinta fotos nada más y habré expuesto quince. En ese tiempo  trabajaba con una asistente que me ayudaba, ya que es engorroso por el tipo de cámara y  la misma está pensada para sacar fotos a espacios, no a personas. Finalmente, terminé la serie Bosquecito y me quedé con las ganas de seguir produciendo más, pero trabajando con personas, haciendo retratos. Finalmente Patio Interno surge por la fuerte atracción que tengo a los espacios de sombra, descubrí estos patiecitos internos que suelen tener los edificios en los departamentos de planta baja que son muy sombríos y que sólo tienen unas pocas plantas que se bancan ese tipo de sombra. La idea fue trabajar con la cámara de palca ahí, hacer unos retratos de unas modelos, y fue buenísima la experiencia. Lo que me pasa cuando empiezo a fotografiar, como siempre fotografío amigos, – y necesito ayuda de ellos-  les pido que traigan su ropa, y siempre se terminan produciendo situaciones de mucha intimidad donde pareciera que estamos haciendo cosas que nada tienen que ver con el arte, y de serie en serie, cuanto más creo que me alejo de eso, voy descubriendo que vuelve a aparecer en cada situación de producción, y descubro que en realidad yo no funciono sola, funciono con un montón de gente alrededor que me está ayudando todo el tiempo. Todo lo que yo imagino no es posible si esta gente no está ahí para colaborar con que esto pase.

¿Ellos llegan a entender tu idea?

Creo que la pasan bien en el momento. Por ejemplo, ahora estoy haciendo una serie en la que son todas mujeres con barba y bigotes postizos, y las modelos son todas amigas mías, con las que me paso horas pegándole los pelos en la cara, y ellas me preguntan ¿por qué estás haciendo esto? Entre risas, a lo que yo les respondo ¿por qué vos estás haciendo esto? Yo ya sé por qué lo estoy haciendo. Yo creo que en ese punto, cuando una de mis amigas se ve con barba y bigote, transformada casi en un hombre, hay algo de su propia fantasía que se está cumpliendo, que si ella no necesitara eso también no se prestaría a ese lugar. Toda la situación creo que se sale de la vida cotidiana y hace que ellas quieran estar ahí. Desde estar desnudas con 15 mujeres, hasta  transformarse en otro ser. Creo que hay algo en todo eso que cumple un rol curativo donde todos ganamos algo.

En cuanto a la serie La educación sentimental ¿qué me podes contar?

Esa serie, yo en un principio pensé que era la serie con la que iba a terminar de matar a un amor imposible. Todos tenemos a una persona que nos rompió el corazón, y en mi caso en particular, esa persona que me rompió el corazón me tuvo enamorada veinte años. Y en esta idea del exceso constante en el que vivo, que me tiene que gustar veinte años, a eso hay que  sumarle mi compulsión por la lectura, la idea del fantasma amoroso, y el hecho de que no tenga una foto de la persona de la que yo estuve enamorada, fui confluyendo en La Educación Sentimental. Yo venía desde antes con la idea de que quería tener fotos de un material blancuzco o lechoso, y no encontraba ese material. Me llevo un año y medio para dar con el papel, y después otros dos años para entender cómo usarlo.  Busqué  trabajar con la idea del objeto del hombre como ese objeto preciado que uno ama y se transforma en un fantasma porque está retratado de esa manera. Entonces empecé a hacer unos retratos de hombres con barba y bigote, que para mi eran el ideal del hombre de la novela. Finalmente fui armando un relato con eso y  pensé que con eso iba a terminar de cerrar esa historia en la que yo estuve tanto tiempo enamorada. En el momento en que la vi colgada en la pared, me di cuenta que así fue, y ese tema se cerró pero por dos o tres meses porque luego me di cuenta que iba a hablar de eso todo el tiempo, porque ya no tenía que ver con ese chico, sino con el hecho del amor. Y de hecho, la serie de las mujeres con barba, también viene de ahí.

¿Cuándo expones la serie de las mujeres con barba?

Lo expongo en Febrero de 2016 en el Centro Cultural Recoleta. Se llama ¿Quién me defenderá de tu belleza? Es una frase que dice Miguel Angel ya viejo cuando le presentan a uno de los jóvenes que iba a ser uno de sus últimos modelos.

Exorcizar finales de relaciones amorosas, jugar con la ambigüedad femenina, todo esto y mucho más se trata su obra. Destella en el horizonte el «rol curativo del arte » según las propias palabras de la artista.