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9 noviembre, 2011

«Jobs», el trabajo como una marca en el camino del deseo

Por: Vanesa Altamirano.

El Hombre detrás del genio.

El pasado 5 de octubre el mundo despidió conmocionado a uno de los inventores más importantes de los últimos tiempos, un verdadero artista de la tecnología que hizo de la búsqueda constante de su deseo una vida de éxito.

 

[showtime]

 

La muerte de Jobs despertó en mí un interrogante que hasta entonces no me había inquietado: ¿qué lo llevó a elegir como símbolo de su empresa una manzana? Y más aún, ¿por qué la manzana está mordida? Muchos afirman que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿qué nos habrá querido decir Steve Jobs con el ícono de Apple?

Desde épocas pasadas, la manzana mordida remitía al pecado original cometido por Adán y Eva, al morder el fruto prohibido del árbol dela sabiduría. Podríamos pensar, que al igual que aquellos, Steve transgredió las reglas que le imponían su propia naturaleza y su condición, motivado por su deseo de alcanzar el saber. Fue más allá, incentivado por su ambición y búsqueda del conocimiento.

El genio de la tecnología también enfrentó distintas adversidades a lo largo de su vida desde su nacimiento, cuando su familia biológica lo dio en adopción. Luego, ya de joven, debió abandonar sus estudios universitarios por falta de recursos. Prescindir de un título no le impidió a Jobs desarrollar su mente brillante. Logró fundar Apple, sin embargo años después fue despedido de su propia empresa. Vaya entonces si tuvo que enfrentar adversidades.

Nada de esto le hizo perder de vista su causa. Si revisamos su historia, pareciera que la palabra prohibido no estaba en su lista de posibilidades. Deseó crear el primer computador personal y lo logró. Esto lo remitió a diseñar celulares de última generación, y también lo consiguió. Pero nunca se detuvo, continuó superándose. Tuvo fe en sí mismo, siguió lo que le dictaba su corazón y evidentemente no se equivocó. Hizo algo que pocas veces acostumbramos hacer, en la vorágine de la vida moderna: solemos olvidar nuestra corazonada interior, hacemos prevalecer la razón por encima de todo, y así muchas veces postergamos nuestros deseos.

Según cuenta la Biblia, Dios castigo a Adán a una vida de arduo trabajo, y parece que a Steve morder la fruta de la sabiduría le otorgó un destino similar. La vida del CEO de Apple estuvo marcada por el éxito, pero para alcanzarlo debió transitar por el camino del esfuerzo, el empeño y la voluntad. Jobs hizo honor a su apellido, que en inglés viene de la palabra trabajo, y hasta pocos meses antes de su muerte se dedicó a ello por completo. Llevó a cabo la tarea de diseñar dispositivos tecnológicos modernos, de elegante diseño y lenguaje simple para que cualquiera pueda utilizarlos. Supo acercarnos la tecnología a nuestra vida cotidiana.

Adán y Eva, al morder el fruto prohibido, nos dejaron como herencia el pecado original. Hoy, a días de su partida, me pregunto qué nos dejará como legado Jobs.

Por el momento todo parece favorable. No se trata de hacer un culto a la tecnología, pero nadie puede negar, seamos o no aficionados a ella, que ha servido y mucho. Facilitó una mejor comunicación, así como también la posibilidad de estar más informados. Centrados en el siglo xxi, es incuestionable la huella que dejó el señor de la manzana. ¡Pero atención! Todo uso de la tecnología es bueno, mientras sea moderado. Es cierto que sin tecnología, muchos de los avances que hoy disfrutamos no hubieran sido posibles, pero también es cierto que un chat no reemplaza una charla en un café con un amigo, que un SMS no es lo mismo que un llamado telefónico para el cumpleaños de un ser querido, y que los emoticones de besos, abrazos y corazones pueden ser muy lindos y simpáticos, pero nada como el calor y el afecto de un encuentro personal con el otro.

Entonces, como Steve, vayamos más allá de nuestros propios límites, démosle rienda suelta a nuestros deseos. Sirvámonos de las tecnologías si es necesario, pero no dejemos que nos reemplacen. Sólo seguir nuestra voz interior nos hará verdaderamente libres; es una forma de vivir, al igual que Jobs, exitosamente.

 

Por: Vanesa Altamirano.Por: Vanesa Altamirano.

El Hombre detrás del genio.

El pasado 5 de octubre el mundo despidió conmocionado a uno de los inventores más importantes de los últimos tiempos, un verdadero artista de la tecnología que hizo de la búsqueda constante de su deseo una vida de éxito.

[showtime]

La muerte de Jobs despertó en mí un interrogante que hasta entonces no me había inquietado: ¿qué lo llevó a elegir como símbolo de su empresa una manzana? Y más aún, ¿por qué la manzana está mordida? Muchos afirman que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿qué nos habrá querido decir Steve Jobs con el ícono de Apple?

Desde épocas pasadas, la manzana mordida remitía al pecado original cometido por Adán y Eva, al morder el fruto prohibido del árbol dela sabiduría. Podríamos pensar, que al igual que aquellos, Steve transgredió las reglas que le imponían su propia naturaleza y su condición, motivado por su deseo de alcanzar el saber. Fue más allá, incentivado por su ambición y búsqueda del conocimiento.

El genio de la tecnología también enfrentó distintas adversidades a lo largo de su vida desde su nacimiento, cuando su familia biológica lo dio en adopción. Luego, ya de joven, debió abandonar sus estudios universitarios por falta de recursos. Prescindir de un título no le impidió a Jobs desarrollar su mente brillante. Logró fundar Apple, sin embargo años después fue despedido de su propia empresa. Vaya entonces si tuvo que enfrentar adversidades.

Nada de esto le hizo perder de vista su causa. Si revisamos su historia, pareciera que la palabra prohibido no estaba en su lista de posibilidades. Deseó crear el primer computador personal y lo logró. Esto lo remitió a diseñar celulares de última generación, y también lo consiguió. Pero nunca se detuvo, continuó superándose. Tuvo fe en sí mismo, siguió lo que le dictaba su corazón y evidentemente no se equivocó. Hizo algo que pocas veces acostumbramos hacer, en la vorágine de la vida moderna: solemos olvidar nuestra corazonada interior, hacemos prevalecer la razón por encima de todo, y así muchas veces postergamos nuestros deseos.

Según cuenta la Biblia, Dios castigo a Adán a una vida de arduo trabajo, y parece que a Steve morder la fruta de la sabiduría le otorgó un destino similar. La vida del CEO de Apple estuvo marcada por el éxito, pero para alcanzarlo debió transitar por el camino del esfuerzo, el empeño y la voluntad. Jobs hizo honor a su apellido, que en inglés viene de la palabra trabajo, y hasta pocos meses antes de su muerte se dedicó a ello por completo. Llevó a cabo la tarea de diseñar dispositivos tecnológicos modernos, de elegante diseño y lenguaje simple para que cualquiera pueda utilizarlos. Supo acercarnos la tecnología a nuestra vida cotidiana.

Adán y Eva, al morder el fruto prohibido, nos dejaron como herencia el pecado original. Hoy, a días de su partida, me pregunto qué nos dejará como legado Jobs.

Por el momento todo parece favorable. No se trata de hacer un culto a la tecnología, pero nadie puede negar, seamos o no aficionados a ella, que ha servido y mucho. Facilitó una mejor comunicación, así como también la posibilidad de estar más informados. Centrados en el siglo xxi, es incuestionable la huella que dejó el señor de la manzana. ¡Pero atención! Todo uso de la tecnología es bueno, mientras sea moderado. Es cierto que sin tecnología, muchos de los avances que hoy disfrutamos no hubieran sido posibles, pero también es cierto que un chat no reemplaza una charla en un café con un amigo, que un SMS no es lo mismo que un llamado telefónico para el cumpleaños de un ser querido, y que los emoticones de besos, abrazos y corazones pueden ser muy lindos y simpáticos, pero nada como el calor y el afecto de un encuentro personal con el otro.

Entonces, como Steve, vayamos más allá de nuestros propios límites, démosle rienda suelta a nuestros deseos. Sirvámonos de las tecnologías si es necesario, pero no dejemos que nos reemplacen. Sólo seguir nuestra voz interior nos hará verdaderamente libres; es una forma de vivir, al igual que Jobs, exitosamente.

Por: Vanesa Altamirano.Por: Vanesa Altamirano.

El Hombre detrás del genio.

El pasado 5 de octubre el mundo despidió conmocionado a uno de los inventores más importantes de los últimos tiempos, un verdadero artista de la tecnología que hizo de la búsqueda constante de su deseo una vida de éxito.

[showtime]

La muerte de Jobs despertó en mí un interrogante que hasta entonces no me había inquietado: ¿qué lo llevó a elegir como símbolo de su empresa una manzana? Y más aún, ¿por qué la manzana está mordida? Muchos afirman que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿qué nos habrá querido decir Steve Jobs con el ícono de Apple?

Desde épocas pasadas, la manzana mordida remitía al pecado original cometido por Adán y Eva, al morder el fruto prohibido del árbol dela sabiduría. Podríamos pensar, que al igual que aquellos, Steve transgredió las reglas que le imponían su propia naturaleza y su condición, motivado por su deseo de alcanzar el saber. Fue más allá, incentivado por su ambición y búsqueda del conocimiento.

El genio de la tecnología también enfrentó distintas adversidades a lo largo de su vida desde su nacimiento, cuando su familia biológica lo dio en adopción. Luego, ya de joven, debió abandonar sus estudios universitarios por falta de recursos. Prescindir de un título no le impidió a Jobs desarrollar su mente brillante. Logró fundar Apple, sin embargo años después fue despedido de su propia empresa. Vaya entonces si tuvo que enfrentar adversidades.

Nada de esto le hizo perder de vista su causa. Si revisamos su historia, pareciera que la palabra prohibido no estaba en su lista de posibilidades. Deseó crear el primer computador personal y lo logró. Esto lo remitió a diseñar celulares de última generación, y también lo consiguió. Pero nunca se detuvo, continuó superándose. Tuvo fe en sí mismo, siguió lo que le dictaba su corazón y evidentemente no se equivocó. Hizo algo que pocas veces acostumbramos hacer, en la vorágine de la vida moderna: solemos olvidar nuestra corazonada interior, hacemos prevalecer la razón por encima de todo, y así muchas veces postergamos nuestros deseos.

Según cuenta la Biblia, Dios castigo a Adán a una vida de arduo trabajo, y parece que a Steve morder la fruta de la sabiduría le otorgó un destino similar. La vida del CEO de Apple estuvo marcada por el éxito, pero para alcanzarlo debió transitar por el camino del esfuerzo, el empeño y la voluntad. Jobs hizo honor a su apellido, que en inglés viene de la palabra trabajo, y hasta pocos meses antes de su muerte se dedicó a ello por completo. Llevó a cabo la tarea de diseñar dispositivos tecnológicos modernos, de elegante diseño y lenguaje simple para que cualquiera pueda utilizarlos. Supo acercarnos la tecnología a nuestra vida cotidiana.

Adán y Eva, al morder el fruto prohibido, nos dejaron como herencia el pecado original. Hoy, a días de su partida, me pregunto qué nos dejará como legado Jobs.

Por el momento todo parece favorable. No se trata de hacer un culto a la tecnología, pero nadie puede negar, seamos o no aficionados a ella, que ha servido y mucho. Facilitó una mejor comunicación, así como también la posibilidad de estar más informados. Centrados en el siglo xxi, es incuestionable la huella que dejó el señor de la manzana. ¡Pero atención! Todo uso de la tecnología es bueno, mientras sea moderado. Es cierto que sin tecnología, muchos de los avances que hoy disfrutamos no hubieran sido posibles, pero también es cierto que un chat no reemplaza una charla en un café con un amigo, que un SMS no es lo mismo que un llamado telefónico para el cumpleaños de un ser querido, y que los emoticones de besos, abrazos y corazones pueden ser muy lindos y simpáticos, pero nada como el calor y el afecto de un encuentro personal con el otro.

Entonces, como Steve, vayamos más allá de nuestros propios límites, démosle rienda suelta a nuestros deseos. Sirvámonos de las tecnologías si es necesario, pero no dejemos que nos reemplacen. Sólo seguir nuestra voz interior nos hará verdaderamente libres; es una forma de vivir, al igual que Jobs, exitosamente.

Por: Vanesa Altamirano.