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13 diciembre, 2012

Los zombies han calado tan hondo en la cultura popular que tienen presencia en el cine, la literatura, los videojuegos, los cómics, la televisión, y hasta han sido objeto de estudios académicos. El trasfondo de la temática zombie abarca algunos de los temores y las problemáticas más profundos y preocupantes del hombre y la sociedad moderna.

Por: Andrea del Pilar Contreras Monsalve

 

El reciente estreno de la tercera temporada de The Walking Dead confirma la gran acogida que tiene esta serie. Desde la primera campaña de expectativa, se auguraba una buena recepción: millones de personas de 120 países participaron de la «Invasión zombi mundial», convocatoria con motivo de la promoción del programa, que invitaba a las personas a disfrazarse de zombies y marchar.

Pero ¿qué tiene esta serie que gusta tanto? ¿Acaso su éxito reside en que está basada en un popular cómic?, ¿o el solo hecho de crear narrativas sobre zombies es suficiente para garantizar audiencia? Sin lugar a dudas, la temática zombie atrae y atemoriza. Esas criaturas putrefactas e irracionales que desean alimentarse con nuestra carne nos perturban individual y socialmente. Para entender nuestra fascinación con los muertos vivientes, es preciso conocer su origen y lo que representan.

Origen y evolución del zombie

La primera aparición de la figura del zombie tuvo lugar en el folclore haitiano. Mediante vudú, se revivía a los muertos para convertirlos en esclavos. La palabra «zombie» se relacionaba, entonces, con un cuerpo sin alma, carente de voluntad, inofensivo, siempre a las órdenes de su amo. La temática zombie, tal y como la conocemos ahora, tuvo sus orígenes con George A. Romero y su película Night of the Living Dead (1968); en ella, los muertos vivientes son caníbales y contagiosos, criaturas antinaturales que se levantan de la muerte (por una razón desconocida) en busca de carne humana. Dicha película reinventó al zombie del vudú, fusionando su falta de raciocinio con un hambre insaciable e incorporándolo a una masa (la horda de los muertos vivientes).

Las películas que surgieron después continuaron con las características establecidas por Romero: zombies lentos, sin inteligencia alguna, movidos por el instinto básico de alimentarse, cuya muerte definitiva se logra dándoles un tiro o un golpe duro en la cabeza. La narrativa zombie pasó, también, a otros medios, como los videojuegos y las novelas gráficas. Sin embargo, la producción cinematográfica de temática zombie declinó en los 90 hasta que su renacimiento llegó gracias a 28 Days Later (Danny Boyle, 2002); esta película mostraba zombies (infectados) veloces, más salvajes y agresivos, cuya mordedura sólo tomaba 20 segundos en transformar a la víctima. Lo que hace a esta película tan aterradora es su planteamiento del apocalipsis zombie: Londres devastada por un virus fuera de control, llena de cadáveres en descomposición, un caos reinante en donde la sociedad no tiene reglas, y la supervivencia es lo único fundamental.

El zombie condensa nuestros mayores temores

¿Por qué nos asustan tanto los zombies?, ¿qué los diferencia de otros monstruos habituales en las películas de terror? Los zombies son entes irracionales, con los cuales no puede establecerse ningún tipo de diálogo; no hay formulas mágicas, tampoco, para protegerse de ellos: no sirven los rezos, no sirve el ajo. El zombie rara vez está solo; pertenece a una masa amorfa de seres que han perdido su individualidad y se guían únicamente por el instinto. Su característica más aterradora es que son una muestra directa de los horrores de la muerte; sus cuerpos en descomposición nos horrorizan al extremo, no queremos ser uno de ellos. De esta manera, nuestro mayor temor, nuestra propia muerte, toma forma en estos seres.

Otra cosa que nos aterroriza es perder nuestra humanidad como lo han hecho los zombies o, incluso, como algunos de los sobrevivientes que terminan perdiéndola, y no precisamente por el ataque de las criaturas, sino porque dejan de pensar en el otro y se centran en su propia salvación, lo que los lleva a cometer todo tipo de actos impensables en una sociedad «normal».

De esta manera, por momentos, los zombies pasan a ser un telón de fondo, y la tensión se centra en el grupo de humanos que intenta sobrevivir. El miedo real, entonces, proviene ahora de los otros sobrevivientes, aquellos que aún pueden pensar, planear y actuar. Pasar de sobreviviente a ente amenazador es un paso muy fácil de dar porque ya no hay ningún tipo de ley, y las estructuras sociales han colapsado totalmente.

The Walking Dead y la lucha por la individualidad

The Walking Dead es una de las series más populares actualmente. Basada en la novela gráfica de Robert Kirkman, narra la historia de un apocalipsis zombie y de un grupo de sobrevivientes que luchan por mantenerse vivos. La serie no sólo gusta por estar basada en el popular cómic; de hecho, no todos los televidentes lo conocen. Además, no ha sido completamente fiel a la novela gráfica y se ha tomado ciertas libertades en cuanto a personajes y acontecimientos.

Entre los factores de su éxito, se encuentran el estilo de narración, que no es siempre lineal; la calidad de los efectos especiales; el manejo del suspenso; el desarrollo progresivo de los personajes y, sobre todo, el tema zombie. Si bien es cierto que The Walking Dead tiene elementos ya antes vistos (el protagonista despierta de un coma para encontrar el mundo devastado por el apocalipsis zombie, igual que en 28 Days Later), la serie logra reunir las características clave de la narrativa zombie y enganchar al televidente en el viaje de descubrimiento de sus protagonistas: descubrimiento de la existencia de los zombies, de los peligros a enfrentar, de cómo neutralizar la amenaza.

A diferencia de otros zombies, los caminantes (apodo que se les da en la serie) sacian su hambre hasta con animales, y esto le otorga una característica diferenciadora e interesante a The Walking Dead. Los muertos vivientes de esta historia no hacen una búsqueda selectiva de humanos para satisfacer su instinto, característica que los vuelve más temibles y plausibles. Los caminantes tienen un comportamiento sumamente aleatorio que los aleja por completo de toda humanidad que pudieran haber tenido.

Generalmente, el hecho de matar zombies no acarrea ningún tipo de remordimiento, a no ser que la criatura sea alguien querido. En The Walking Dead, el protagonista siente lástima por estos seres, porque es consciente de que fueron personas como él. Sin embargo, a medida que avanza la serie, este mismo héroe no dudará en matar a otros seres humanos que se interpongan en el bienestar suyo y del grupo que lidera. De esta manera, el programa se va centrando menos en los zombies y más en el drama humano de aquellos que luchan por mantener su humanidad y no convertirse en esas horrorosas criaturas.

Tal vez, en ese drama humano radica el éxito de The Walking Dead. La lucha por la individualidad en un mundo plagado de zombies es una metáfora contra todo tipo de alienación. Si hay algo más temible que morir a manos de un zombie, es, definitivamente, convertirse en uno de ellos. Es el temor a la pérdida de la individualidad, a formar parte de una horda autómata que busca satisfacer sus instintos primarios, a pertenecer a esa masa informe que, como salida de la película Dawn of the Dead (1978) de Romero, recorre el centro comercial de manera aleatoria, cediendo solo a los impulsos y a la excitación de los sentidos, ya no por la sed de sangre sino por la vistosidad de los anuncios, la ropa de marca, las increíbles ofertas y el último estreno en la cartelera.

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Bibliografía consultada

Beisecker, Dave, «Me muero por hacer de zombi empanado», en The Walking Dead. Apocalipsis zombi ya. Errata Naturae, 2012.

Bishop, Kyle William, American Zombie Gothic. The rise and fall (and rise) of the walking dead in popular culture, McFarland & Company, 2010.

Fernández Gonzalo, Jorge, «¿Apocalipsis o apoca-e-lipsis? Pantalla y emociones en The Walking Dead», en The Walking Dead. Apocalipsis zombi ya, Errata Naturae, 2012.