Teatro virtual – Tercer Cuerpo de Claudio Tolcachir
Por María Azul Bianchi
“(…) un actor se vuelve a su instrumento de creación física y espiritual.
Su mente y su intelecto, su voluntad y sus sentimientos, combinados
para poner en acción a todos sus elementos internos”
(Constantin Stanislavski. Un actor se prepara. 1936)
En tiempos de encierro el arte teatral se reinventa en un nuevo formato virtual. La sala es la pantalla a la antesala del drama. En este caso, el teatro “Timbre 4”, del barrio de Boedo, comparte su producción artística a través de su página web haciendo un recorrido por sus mejores obra. ( https://www.timbre4.com/teatro/691-tercer-cuerpo.html )
A disposición de los espectadores se encuentran las obras más emblemáticas del director y dramaturgo Claudio Tolcachir. Entre éstas la obra “Tercer Cuerpo. Una Historia de un intento absurdo” (2016); se destaca por su composición escénica, las actuaciones y su escritura dramatúrgica. Una escena dentro de otra escena, una historia principal y otras aledañas; una red de entretelones que develan los deseos de los personajes, de qué son sujetos y/o sujetados; cuáles son sus motivaciones. De qué son capaces y qué reprimen.
Un espacio común, la oficina. Convivir con las historias propias y ajenas; con las acontecidas y posibles. Los conflictos internos de los personajes se develan a través de monólogos o subtextos. Todos buscan amor, en un intento absurdo por cumplir con los mandatos sociales.
Los conflictos sobrevuelan como un Tercer Cuerpo, una presencia que se encuentra allí en el entre dos, entre los personajes. Eso que sucede entre dos es la esencia misma del Teatro. La sinergia entre los cuerpos presentes en el espacio escénico multiplicado, transformado en distintos territorios conocidos (bar, casa, oficina, consultorio) y otros imaginarios (el espacio interior, mental u emocional de los personajes); la apertura del espacio teatral al espacio donde se ubica el espectador. A éstos se dirigen al enunciar las palabras que no deben ser oídas, las acciones que no deben ser vistas; les sirven de testigos.
La creación del actor/actriz despliega un universo imaginario resignificando la vida, percibiéndola desde otra perspectiva. Asimismo, poseen las características psicofísicas de cualquier ser social, el lenguaje cotidiano y las referencias espacio temporales actuales. Con éstos elementos, el director ánima la escena de gran realismo a través del uso de elementos comunes o de correlatos a la cotidianidad propia del público.
En el proceso creativo los personajes avanzan hacia la conquista de sus objetivos aparentes. Las artimañas y las mentiras son parte del plan para no ser descubiertos; y para concretar los objetivos propuestos. Los anhelos internos determinan las acciones y las emociones encontradas, los personajes se develan en capas, por partes, son rompecabezas para armar. Quieren alcanzar la verdad, su propia verdad; y con ésta, la verdad artística.
Las líneas de acción se entrecruzan. El texto de Tolcachir varía del monólogo a la polifonía de voces superpuestas en escena. La interrupción de la palabra y de la acción conforman el tópico de la obra que mantiene la tensión dramática hasta el final de la obra; sucediéndose uno tras otro los eventos hasta que la presión social termina agobiando a los personajes. El encierro, seguramente, colabora a generar el clima de tensión, la convivencia en el trabajo, pero por fuera de éste la extensión de la agonía. Los personajes sólo trasladan sus miedos de un lugar a otro.
Los desencuentros amorosos y la maternidad son dos temas que sobrevuelan la obra. La intensidad en las relaciones conyugales, los amores ocultos, la posibilidad de encontrar a ese alguien especial, la búsqueda de un hijo, la respuesta médica. La imposibilidad y la incomunicación atraviesan el drama; constituyen el drama mismo. Pero, los personajes son sordos a escuchar, desatentos frente a las señales de otro. La intimidad inhibida, la dificultad para expresar sentimientos de amor y pérdida, la falta de desahogo y escucha lleva a los personajes al límite de lo tolerado.
Lo interno posee otro lenguaje; poético. La intuición del espectador no lo abandona en toda la obra, la comicidad y el drama conviven, la vida misma. La obra es un espejo de la realidad, las actuaciones miméticas y las situaciones dramáticas nos acercan a nuestra propia realidad circundante.
Por otro lado, la puesta en escena es transformada por el accionar y la imaginación del actor/actriz, los espacios cambian; asimismo, los objetos y el vestuario colaboran en la veracidad de la fábula manipulados por los performer; forman parte del universo de sentido, de una nueva surrealidad. La economía de recursos; la metonimia, permite al espectador concentrarse en la trama, en el texto y en las actuaciones sin perderse el hilo de los acontecimientos.
Ficha Técnica:
Elenco: Hernan Grinstein, Magdalena Grondona, Melisa Hermida, Laura Lértora, José María Marcos, Daniela Pal
Libro y dirección: Claudio Tolcachir
Escenografía: Gonzalo Córdoba
Diseño de luces: Omar Possemato
Fotografía: Giampaolo Samá
Asistencia de dirección: Laura Lértora
Producción: TEATROTIMBRe4 // Maxime Seugé, Jonathan Zak
Duración: 70 minutos