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22 marzo, 2017

ALICIA IMAS «Pintar es como bucear dentro de mi interior»

ALICIA IMAS «Pintar es como bucear dentro de mi interior»

Por Amalia Maior

La producción artística de Alicia Imas, se caracteriza por la fuerza cromática de exuberantes paisajes y microescenas de seres que emergen de sus obras. Sin embargo, más allá de su propuesta estética, la artista nos ofrece un plus, el vínculo entre psicología y arte a partir de su proceso creativo. En este punto, el arte articulado a la psicología nos introduce a un campo en el cual se vislumbra el malestar y los procesos de subjetivación en el que se presenta «Lo Real» lacaniano. Para entender más sobre este proceso creativo, en nombre de El Gran Otro, entrevistamos a Alicia.

Estudiaste arquitectura, ¿cómo influyó esa carrera en tu construcción de artista? Estudié dos años de arquitectura, y si bien el arte estuvo siempre, hice todas mis carreras trabajando, primero hice la carrera de Decoración de Interiores, y como soy muy curiosa después hice Diseño Gráfico. Siempre el arte fue parte de mi vida. Pero lo que más me sirvió y lo que más tiene que ver con el arte, desde mi punto de vista, es la psicología que me permitió ser libre. De la misma forma que buceaba en el interior del otro -en mi espacio terapéutico- con mis pacientes, siento que cuando pinto es como meterme a bucear dentro de mi interior. Yo creo que pintar es libertad. Mi obra tiene que ver mucho con la psicología, porque es empezar a descubrir en esas imágenes o completar lo que falta con la mirada -algo que no está totalmente revelado-, es la no figuración pero que te lleva a una figuración desde lo visual y, también te lleva completar las imágenes que emergen. Últimamente estoy tratando de rescatar más la imagen, porque no todo el mundo se da permiso de mirar una obra. Entonces mi propuesta es hacer emerger escenas o cosas desde diferentes lugares.

Hablemos sobre tu obra y la psicología… El segundo premio en la primera Bienal de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, fue el resultado de una vez que estaba enferma, entonces me dije: «¡Estoy harta de estar enferma!», y me puse a pintar con todas mis energías, creo que cualquier manifestación artística sirve para sublimar lo sintomático. Recuerdo que a esa obra la hice en cuatro horas, me levanté de la cama, estaba con una gripe terrible y me dije: «¡Basta de cama, vamos a pintar!». Empecé a las diez de la noche y terminé a las cinco, seis de la mañana y luego la firmé, eso fue excepcional, lo normal es que vaya trabajando la obra de a poco.

Es interesante cómo narrás el recorrido de tu libido, cómo la sacas del cuerpo, y le decís ¡basta! al síntoma, para luego trasladar la libido a la tela en un acto sublimatorio… Es que la sublimación tiene que ver con la canalización de esa energía en cualquier manifestación artística.

Veo en tu obra una paleta, muy pasional, que excede la imagen, del color pasa a los pequeños formatos monocromáticos, blancos y negros dramáticos, misteriosos… ¿Cuál es el motivo de la elección de los colores? Hay días que me planteo que tengo que pintar con determinados colores porque me sentí motivada por el otoño o la primavera o por lo que fuese. En general la elección de la paleta es azarosa, luego voy agregando lo que siento que va necesitando la obra.

¿Cómo es tu proceso creativo? Tengo obras que puedo comenzar y terminar en cuatro o cinco horas y otras que me pueden llevar un mes. Primero cuando estoy trabajando estoy metida en la obra, prácticamente no la veo, estoy totalmente absorta por la obra y pierdo perspectiva, donde la miro y digo: «Le falta»; otras veces me sucede que la miro y digo: «Ya está», y la firmo.

¿Cuándo hacés finalizar una obra? Siento que hay un diálogo entre la tela y yo, entre el color y yo, además siento que puedo empezar una obra hoy y que si la termino mañana, puede llegar a ser una obra totalmente diferente. La obra va mutando, siento que la obra está terminada cuando ya no siento la necesidad de ponerle nada más. Uno abandona la pintura en el momento en que la firma. Unos años después si la vuelvo a ver, tal vez pienso: «Esto necesita que lo intervenga de nuevo», me pasó de encontrar obras de hace mucho tiempo y que hoy las considero de buena calidad, como encontrarme con obras que después de un tiempo las volví a ver y no me gustaron, porque uno va pasando por diferentes etapas y en esa búsqueda es importante tener autocrítica. A mí nunca me gustó copiar, yo siempre trato de pintar lo que sale dentro de mí.

Pero tu obra tiene un estilo que te encuadra dentro de una corriente… Estoy en la corriente esencialista, donde el caos actúa como disparador, es una impronta que uno plantea desde su propio inconsciente.

¿Cuáles son tus referentes? Mis referentes son de la corriente del impresionismo y del surrealismo, Dalí me interesa porque tiene que ver con lo onírico. Y a nivel local, mis maestros: Heriberto Zorrilla y Helena Distéfano.

Esta articulación entre arte y psicología es la singularidad que nos entrega Alicia Imas, a través de sus obras nos abre a una dimensión que implica -entre muchas otras cosas- cuestionar al sujeto, al yo, la conciencia, la identidad, conceptos que Freud trabajó para interpelar el lugar del sujeto y su malestar en la cultura, enseñanzas que han servido como dispositivos para el análisis de obra y como una fuente de inspiración para los artistas.