ERIC MARKOWSKI La huella de una historia familiar
Por Margarita Gómez Carrasco
La historia de las latas Montecassino son más que obras de arte, significan el modo por la cual el artista pudo tramitar un trauma, también representan el viaje hacia el pasado que emprendió Eric Markowski en busca de su identidad. Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial sus abuelos migraron a Argentina, en ese acontecimiento, el artista fue encontrando marcas traumáticas infligidas por el conflicto bélico. La etimología griega de la noción de trauma alude semánticamente a «herida», de la cual hoy quedan cicatrices que el artista logró resignificar.
Hablemos de la historia de las latas…
Es una de las cosas en la que estoy trabajando, vinculando parte de una herencia, una historia familiar que tiene que ver con la historia de la migración de mis abuelos que vinieron de Europa. Estoy recopilando archivos, fotografías familiares, todo lo que tiene que ver con esa historia y trasladándola a una materialidad, a un objeto, que tiene un alto valor simbólico para mí, para la familia y yo creo que también para estas regiones del sur. Son latas de carne que se utilizaban en la época de los 40-50, época en la cual ingresan mis abuelos desde Europa a Argentina, corridos por la guerra. En la búsqueda, me encontré con un montón de material y preguntas que me tocan en lo que tiene que ver con cuestiones muy familiares y de ser humano. De decir, ¿qué hace uno con las historias de sus padres?, ¿de sus abuelos?, ¿de sus hermanos? Son cosas que a uno lo tocan o le llegan de distintas maneras, entonces estoy tratando de acercarme a esta historia familiar y llevándola al ex Hotel de los Inmigrantes, en el que hay dos instituciones, la Dirección Nacional de Migraciones y el Museo Nacional de la UTRF –Universidad Tres de Febrero– que es de arte contemporáneo, así que estoy yendo a visitar esas locaciones que en particular tienen que ver con los inmigrantes.
¿Cómo fue el proceso de producción?
Esta obra la presenté en el concurso «Quimera» que me llamó la atención porque me resultó muy llamativo el nombre de la convocatoria que es «Concurso de arte de reflexión política», lo cual me pareció muy buen título para un concurso lanzado desde una galería. Yo hace rato que venía trabajando con el Círculo Cultural Polones con estas latas de carne, que consiste en transferir las fotografías de archivo familiar sobre papel afiche, lo encolo en las latas de carne que consigo en los supermercados, pero sigue siendo el mismo formato que es 40×50, y hago como una especie de etiqueta donde pongo la fotografía de mi archivo familiar y como una pequeña lista de ingredientes, donde explico que el producto esta vacío y la carne ya no está, y que en realidad el ingrediente es esta historia familiar y que no contiene calorías pero puede desencadenarlas, cuestión de lo que potencialmente puede llegar a construir o no el discurso que pretende la lata. La obra ganó el «Premio Quimera», cuyo jurado estaba integrado por Rodrigo Alonso, Gabriel Bitterman y Diana Wechsler. Y ahí me di cuenta que el ex Hotel de los Inmigrantes era uno de los lugares que tenía que visitar. Y una de las sorpresas con la que me encontré fue que al entrar al ex Hotel, te preguntan el apellido y te ofrecen rastrear tu nombre y te imprimen un certificado de ingreso de tu abuela o abuelo, lo cual me pareció muy interesante. A medida que iba encontrando información dentro del museo, pensaba que es un lugar que se conecta directamente con la cuestión de las latas de carne, de mis parientes y de muchísimos otros inmigrantes.
Cuando empecé a hacer revisiones de programas de artistas en «Pack» una de las cosas que saltó y que es muy loco, es estar adelante del material y no verlo, cuando uno tiene las cosas demasiado cerca o demasiado lejos, no las puede ver. Entonces cuando otras personas te corren de eje o te ponen en una distancia donde se puede ver con claridad, una de las cosas que saltó en varios proyectos fue la cuestión de la huella, de pensar la historia familiar o la herencia de lo que uno tiene por familia, es una huella, una marca de uno mismo. Y así también como puede ser un dibujo o una pintura que también es una huella o registro del trazo del artista.
¿En qué consiste esa historia?
La historia de las latas Montecassino se llama así por un monte benedictino que estaba en la cima de Montecassino, al sur de Italia. Mi abuelo era polaco y vivía en un pueblo muy cerquita de la frontera Rusa. Ni bien comienza la guerra los rusos invaden por un lado y los alemanes por otro. Hacen un pacto en el cual dividen mitad de Polonia. Mi abuelo estaba empezando a estudiar contaduría. Lo llaman para el servicio militar y, como tenía cierta instrucción universitaria, le dan cierto rango. Los rusos y alemanes logran entrar casi sin resistencia y muchos polacos quedaron prisioneros y fueron llevados para el lado ruso. Mi abuelo logra escapar de la prisión, estaban en una especie de campo de concentración y otros rusos les dicen –a los que logran huir– que se queden tranquilos que les van a poner un tren que los lleve a Polonia. La cuestión es que ese tren parece que no iba a Polonia, sino que los bajaron en el medio de un bosque, los pusieron en fila, él queda al borde de la fila muy cercano a una locomotora, al lado parece ser que había un conocido de la persona que manejaba la locomotora y le dice: «Che, esto no va a Polonia, los van a matar acá mismo en el bosque, yo te pego el grito y vos te metés debajo de la locomotora y te vas». Mi abuelo escucha toda la secuencia, el hombre se va y mi abuelo lo sigue. Al parecer logra escapar, se mete en un río para evitar la persecución, y logra volver a Polonia. Se une a la resistencia de Varsovia que estaba con los Aliados y, ese grupo de polacos arma un cuerpo de soldados que luego van a pelear por el norte de África. Pasan por un montón de países como Irán e Irak, y el plan de los británicos era ingresar por el sur de Italia hacia Berlín. La última batalla que pelea mi abuelo, es la de Montecassino, una batalla muy sangrienta, supuestamente los Aliados tenían información de que estaba lleno de alemanes, pero no había tantos. Tienen la gran idea de bombardear este lugar hasta llevarlo a ruinas. Con lo cual, los alemanes aprovechan y mandan una división de paracaidistas que se instalan en las ruinas, entonces la única forma de sacarlos era el combate cuerpo a cuerpo. Y los Aliados mandaron contingentes de India, neozelandeses, etc. La cuestión es que los únicos que lograron entrar fueron los polacos y esa fue la batalla más trascendente para ellos durante la Segunda Guerra Mundial. A esos polacos los reventaron, eran carne de cañón y fue tan sangrienta la lucha que después el ejército los liberó. Y en ese trajín, un grupo de estos combatientes se aloja en una escuelita, en la que la directora era la mamá de mi abuela, se conocen, ella era maestra, se enamora de mi abuelo. Parece ser que mi abuela procedía de familia muy tradicional, muy religiosa, católica, muy cerrada y estructurada, y le tenían un pretendiente asegurado, un prometido, mi abuela no quería saber nada porque estaba enamorada de mi abuelo, el polaco excombatiente. La cuestión es que mi abuelo encara al papá de mi abuela y le dice: «Discúlpeme yo quiero a su hija, le pido la mano de su hija», accede pero no sin antes casarse en Italia y entonces desheredan a mi abuela. Y así es como ellos dos en Europa no tienen un lugar donde quedarse. Los aliados les dan dos pasajes abiertos a mi abuelo y a su esposa, y ellos eligen venir a la Argentina, pero lo curioso es que tenían dos lugares más para elegir: Australia y Canadá. Vos me preguntarás cómo entran las latas en cuestión, esas que utilizo en mi obra de arte. Durante la guerra, por estar con los Aliados, llegaban desde Argentina estas latas de carne que se conocían como carne de beef y decían “Industria Argentina”, entonces cuando comían, leían eso en la latas, y sabían que era un lugar que estaba muy lejos de Europa y que había comida. Entonces dijeron, «vamos para Argentina». Y es así como entra la historia de la lata y desde los orígenes, por eso el proyecto tiene que ver con cómo llegó el apellido a la Argentina.
¿Tu obra está planteada como una instalación?
Sí, lo pienso como ediciones de latas, trabajo por series de diez latas (primera edición), otras diez latas (segunda edición). A medida que voy haciendo estas transferencias, me voy contactando con otros archivos de otras bibliotecas o gente que tiene ganas de compartir sus fotografías, y es una cuestión que si uno empieza a ver a varios artistas contemporáneos se está trabajando muchísimo con archivos y con relatar historias. Es decir, trabajar la historia como objeto, como esa foto vieja transferida a otro tipo de situación o contexto.