En uno de los espacios de la Fundación Proa se exhibe hasta marzo la muestra de Mariano Sardón. Retrato generado por el recorrido de los ojos de 200 personas mirando simultáneamente la imagen de cada rostro. En colaboración con Mariano Sigman.
Por: Rodrigo Alonso
Artes Electrónicas (Universidad Nacional de Tres de Febrero) –Laboratorio de Neurociencia Integrativa (FCE y N, Universidad de Buenos Aires). El proyecto Morfologías de la mirada (2012), de Mariano Sardón, surge de una investigación conjunta entre la Universidad de Tres de Febrero –donde el artista es profesor– y el Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por Mariano Sigman, cuyo objetivo fue investigar la confluencia entre las neurociencias y las arteselectrónicas.
El punto de partida fue una pregunta aparentemente simple, ¿cómo se construye la mirada? Desde ya hay que entender que tal desafío sólo puede asumirse como el puntapié inicial para una investigación; sería impensable para cualquier estudio dar cuenta de la complejidad de la conformación de la mirada, que no depende exclusivamente del sentido de la vista sino también de infinitas determinaciones sociales, culturales e históricas. Pero aquí se buscó algo más elemental: determinar qué es lo que ve un individuo cuando se enfrenta a una imagen, qué recorrido realizan sus ojos, donde posa su atención y qué zonas quedan fuera de su interés, y en qué medida esta combinación entre áreas visualizadas y negadas contribuye a la construcción de aquello que consideramos una aproximación al mundo.
Utilizando un dispositivo que permite registrar los recorridos oculares, Sardón elabora un conjunto de video objetos basados en las miradas que diferentes observadores realizan sobre una serie de rostros. Al tratarse de retratos, no es sorprendente que los lugares más visitados sean los ojos y las bocas, los sitios que nos ayudan a reconocer más rápidamente a la persona que tenemos enfrente; en contrapartida, los bordes laterales son los sectores menos vistos y aparecen en los videos como nebulosas. La dinámica del medio electrónico produce un efecto visual hipnótico y el fondo blanco que rodea a las figuras exalta su presencia, aunque sea parcial. Indefectiblemente, la mirada de los otros funciona como una suerte de matriz para la nuestra. Pero si logramos separarnos de los rostros y de su fascinación resplandeciente, lo que queda en el primer plano es una cartografía que es, a la vez, fisiológica y cultural, un esquema que nos muestra cómo percibimos el mundo y cómo se configura, desde el cuerpo, el universo de lo visible. Otra serie de retratos exhibe los mismos rostros recortados por las pupilas de sus observadores, que flotan como una galaxia de círculos vibrantes sobre las imágenes.
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