La retrospectiva del artista del pop art Roy Lichtenstein recaerá en la Tate Modern de Londres, desde el 22 de febrero hasta el 27 de mayo. Las mismas obras llegarán el 3 de julio al Centro Pompidou de París, para quedarse hasta el 4 de noviembre.
Por: Candela Vizcaíno (corresponsal España)
Roy Lichtenstein
Exponente de la línea más genuina (junto con Andy Warhol) del pop art de Norteamérica, la muestra de Roy Lichtenstein (1923-1997), tras pasar por Chicago y Washington, llega a la Tate Modern de Londres. Se trata de una ambiciosa retrospectiva del creador. La exposición permanecerá hasta el 27 de mayo, y en verano será el Centro Pompidou el anfitrión del evento.
Hombre culto, profesor en la Universidad de Ohio, tímido y detallista con su trabajo, la figura de Lichtenstein se contrapone al del artista ególatra envenenado por el triunfo. Puede decirse, con lenguaje llano, que el pintor no llegó a creerse su éxito, y más de una vez bromeaba con la posibilidad de despertar de ese sueño.
Roy Lichtenstein y el pop art
Sin ánimo de bucear en todo su opus artístico, como la gran mayoría de los creadores de su generación se inició en los fundamentos del cubismo, del expresionismo e, incluso, del surrealismo, pero a Lichtenstein le tocó vivir otros tiempos en los que ya poco (o nada) quedaba del dolor contorsionado de los primeros años de la posguerra. Aunque fue llamado al frente, su producción se realizó bajo unos parámetros económicos (y también culturales) totalmente distintos. La sociedad de consumo había irrumpido en la vida de la población occidental para quedarse. Y la felicidad que emanaban la boyante producción industrial y los bienes al alcance de cualquiera cambió
la percepción de la existencia.
El arte, que no puede ser inmune a los tiempos en los que se desarrolla en sincronía, se hizo eco de esta forma de ver y entender el mundo. Aunque el pop art nació en Gran Bretaña a finales de la década de los cincuenta, fue en Estados Unidos (el lugar donde era más patente esa prosperidad) donde alcanzó gran éxito.
Considerado vulgar y chabacano por los críticos más tradicionales, la alegría que emanan estas obras alcanzó pronto el favor del gran público. Eso no quita para que la producción de pop art no tenga un trasfondo que va más allá de su función de mera ilusión, ya que, con frecuencia, se transparenta una aguda y profunda ironía.
Anotamos simplemente (y no repetimos información) que los objetos cotidianos (autos, conservas, aparatos eléctricos, electrodomésticos modernos, viajes, actividades de ocio…) fueron la fuente de inspiración. Los personajes de cómics o de la cultura popular eran recurrentes. Y nada más tenemos que recordar la serie centrada en Marilyn, realizada por Warhol.
Whaam!
El estilo pictórico de Lichtenstein, por supuesto, evolucionó a lo largo de su carrera. De sus primeras obras apenas queda nada, puesto que el autor realizó una destrucción metódica de ellas. Se considera que su primera incursión en el pop art es Look Mickey, de 1961, donde un despistado Pato Donald le anuncia al Ratón Mickey que ha pescado una gran pieza cuando, en realidad, ha enganchado el anzuelo en su propio trasero. La obra, realizada para su hijo (que manifestó con palabras brillantes su preferencia por los dibujos de cómics), muestra ya la fina ironía recurrente en el opus de Lichtenstein.
Whaam!, de 1963, y actualmente propiedad de la Tate Modern de Londres, marca el inicio de su particular estilo. Tanto es así que el díptico de grandes dimensiones (más de 4 metros de largo) se ha convertido, no ya en símbolo, sino en ícono del arte contemporáneo.
Hacia finales de la década de los setenta y primeros ochenta, Lichtenstein evolucionó hacia una visión más abstracta, con elementos en el cuadro deslavazados y con la narración un poco más inconexa. Aun así, en estas obras se adivina su particular estilo y trazo.
Puntos Ben-Day
Y una de esas señas de identidad que hace inconfundible la obra del norteamericano es el uso de los puntos Ben-Day o Benday: un método de impresión industrial a base de microesferas, muy cercano al puntillismo pero realizado con plantillas. Inventado por Benjamin Day, supuso, a inicios del siglo XX, un cambio en las técnicas industriales de reproducción (afiches, revistas, periódicos…). Si antes las ilustraciones se realizaban con rústicas técnicas de xilografías, los puntos Ben-Day abrieron la puerta a la impresión moderna.
Lichtenstein utilizó estos puntos como marca de su obra. Los realizaba a mano y rellenaba las superficies previamente contorneadas en negro. La técnica, presente en todas sus obras, llega a convertirse en tema, como en las esculturas en cerámica (La cara de Barcelona, situada en el Paseo Marítimo de la ciudad homónima, o Figura con sombra azul).
Los días alegres de vacaciones, la sociedad optimista de consumo, la estética y la temática de los cómics, los colores puros, los puntos Ben-Day utilizados como técnica (y motivo artístico), una vuelta al realismo (instalada ya la abstracción) y un trabajo realizado con esmero (sin divismo ni egolatría) caracterizan la trayectoria de Roy Lichtenstein.
Durante este año 2013, en dos emplazamientos distintos (en la Tate Modern de Londres y en el Centro Pompidou de París), tiene lugar esta retrospectiva de un maestro del siglo XX.
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Fotografia gentileza: State of Roy Lichtenstein
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