Por Raquel Tesone

 

Flamenco es un homenaje a

Federico García Lorca, y al mismo tiempo, a la música y danza flamenca. En este maravilloso espectáculo se conjuga el flamenco con la poesía y algunos de los memorables textos de Lorca, a partir de fragmentos de obras como Yerma, Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba, entre otras. El ensamble de la danza con un elenco de magníficos bailarines cuyos cuerpos hablan al son de la composición de un grupo de músicos y cantantes de excepción e interpretaciones de grandes actores es una combinación armoniosa y que hacen al decir lorquiano.

 

Lorca se manifiesta en cada uno de los movimientos del flamenco, y este es el mayor logro de esta puesta, cuya singularidad consiste en desplegar el baile flamenco, su música y el hecho teatral, sosteniendo al unísono el espíritu del escritor. «Con sus ojitos inquietos, asomadito a la ventana, él transforma lo que mira, hace música en palabras, él transforma lo que mira», se escucha decir. Este hacer música en palabras se manifiesta en la creatividad de una puesta en escena austera, que resalta aún más el trabajo hecho a pulmón por los artistas. La formidable iluminación en un escenario casi vacío, con la simple presencia de algunas sillas, destaca el vestuario colorido en composé, que dan colorido a un original conjunto estético absolutamente afinado.

 

«Descubrirás su alma por su alegría recorriendo los pueblos de Andalucía». Y en efecto, los espectadores descubrimos el alma de García Lorca a través de este espectáculo y en cada una de las escenas en que todos se juegan de cuerpo y alma.

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