Por Soledad Arréguez Manozzo.

Tres hombres se enfrentan a las virtudes y miserias humanas en un triángulo de permanente tensión y ternura. Un padre castrador, un hijo discapacitado y un estudiante universitario desnudan la complejidad de las relaciones humanas, la soledad, la paternidad y el amor. Sus historias se desarrollan en consonancia con el ritmo de una sociedad en ebullición, con las preocupaciones humanas, sociales y políticas de una generación comprometida con nuestro país. “Hablemos a calzón quitado”, de Guillermo Gentile, fusiona el drama de una familia con tintes de humor y cariño que la vuelve real y posible.

Desde la llegada de Martín, un joven estudiante de Filosofía, todo alrededor de la vida de Juan y su padre parece entrar en crisis. La cómoda rutina de esa pequeña familia, sostenida en una burbuja de ficciones, comienza a desmoronarse cuando Martín los enfrenta con las verdades que los rodean. El remolino de tensión crece sobre el escenario dando cuenta de una trama donde los personajes permanentemente se motivan, se rechazan y se expulsan, en búsqueda de su emancipación.

Martín, el filósofo y revolucionario, abre una puerta en la conciencia de Juan, el joven discapacitado, que lo empuja hacia su crecimiento y autonomía, un pasaje que resultará doloroso y excitante al mismo tiempo. Para hallar su identidad, el joven deberá liberarse de las ataduras de su padre autoritario y protector, de un mundo pequeño y seguro.

A través de esta pequeña historia, Gentile confronta los valores de una época con los de una generación comprometida en busca de una profunda revolución de las conciencias. La historia particular que se presenta resulta una metáfora de los sentimientos que florecen cuando uno se enfrenta con lo temido, inocultable, anhelado, buscado.

La dirección de Nicolás Dominici otorga el marco necesario para que el elenco, formado por Ulises Pafundi, Emiliano Marino y Oscar Giménez, se luzca sobre el escenario. El trabajo actoral de Pafundi como el joven discapacitado se destaca por su exigente trabajo físico y emocional. La construcción de su personaje logra emocionar desde la simpleza y la ternura. La puesta en escena resulta impecable: la escenografía cuidada logra imprimirle cotidianeidad a la vida de estos tres personajes mientras que la iluminación, en tonos suaves, acompaña el ritmo de la historia.

Cuarenta años después, la pieza vuelve a dejar una lección de vida. Las preguntas detrás del texto de Gentile invitan a reflexionar sobre las capacidades y limitaciones de los hombres para lograr los cambios que se proponen. Deja las cartas sobre la mesa para quiera pueda promover o resistir su propia revolución.

*“Hablemos a calzón quitado” se presenta los sábados a las 22

hs y domingos a las 20, en Teatro El Duende, ubicado en Araoz 1469, Capital.

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