El escarabajo de oro
Guión y actuación: Alejo Moguillansky | Dirección: Alejo Moguillansky y Fia-Stina Sandlund
Por Raquel Tesone
Con el mismo título que el cuento de Edgar Alan Poe, El Escarabajo de oro, y al igual que aquel célebre cuento, esta magnífica película trata de la búsqueda de un tesoro escondido. Este tesoro es una bella metáfora de los preciados sueños que no están nunca donde los buscamos, están en cada uno y en los otros con quienes nos animamos a soñarlos. Ese trabajo de descubrimiento del tesoro, con aquellos que se pliegan a nuestros sueños y nos acompañan en la aventura de la vida, es el núcleo fundamental de esta maravillosa comedia. Cuenta en su rol protagónico con un actor brillante como Rafael Spregelburd, y con actores de su talla que logran hacernos creer que están improvisando. Lejos de ello, el guión y la dirección de Alejo Moguillansky son impecables y de una absoluta originalidad. Contiene muchísimo sentido del humor y ricas referencias a escritores y personajes históricos de las que se desprenden profundas reflexiones ‒sobre la argentinidad y el colonialismo, los cuestionamientos del feminismo, la ficción que construye realidades, la crisis que se transforma en creatividad‒, abordadas desde una visión crítica sobre la chantada y el engaño, lo verdadero y la amistad.
Para El Gran Otro, la mirada sobre El escarabajo de oro de Rafael Spregelburd, luego de asistir a su estreno.
Esta película estrenada en el Malba y producida por el festival danés CPH:DOX nos da orgullo nacional. ¿No debería tener más difusión en nuestro país? Supongo que puede ser famosa afuera…
¡Afuera le va a ir mejor que acá! Fue a varios festivales y le fue muy bien en Locarno, en Hamburgo, también ganó el Premio a la Mejor Película en la Selección Oficial Argentina en el último BAFICI, acá en el Malba habrá funciones los sábados por dos meses, y también en el BAMA Cine. El problema de la distribución de las películas no es solo argentino, sino que es un tema que se origina en Hollywood. Se producen más películas de las que el régimen de salas de cualquier megalópolis del mundo puede alimentar. A mí me pasó con El crítico que tuvo una distribuidora fantástica que fue Buena Vista International, que es como Disney en Latinoamérica; la película se estrenó, calles y colectivos con afiches, y a la semana siguiente ese mismo distribuidor tenía que meter un nuevo producto norteamericano. Entonces te acompañan la primera semana y después se retiran por completo. El crítico estuvo primero en 37 cines, y en la segunda semana en uno o dos. Es un sistema que no sirve y que no puede sostener al cine argentino. Al menos con el INCAA podemos filmar, en otros países ni pueden filmar sus propias películas, solo pueden estrenar las que vienen por las distribuidoras internacionales. Acá se está produciendo un montón de cine y es buenísimo. Esta película está producida por el festival de Copenhague que tuvo la idea de poner a trabajar juntos a un director latinoamericano con uno europeo, Alejo y Fia, que es una directora feminista.
Todo esto que se ve en la película, ¿es verdad? Porque la actuación tiene tanta naturalidad que parece improvisado y no te das cuenta de que es cine dentro del cine.
Sí, es verdad. Fia, la directora europea, no vino nunca, dirigió por teléfono, iba viendo el material que se le mandaba y era muy graciosa esa relación. Es una artista conceptual, y le parecía que el concepto era no estar, en su último plano, ella no aparece. El único plano filmado por ella es el de Nueva York, que solo es una sombra, un reflejo en el vidrio, antes de cerrar la puerta final de la película. Alejo tenía ganas de hacer una película, incluso con los magrísimos fondos que dio el festival ‒creo que cinco mil euros‒, y pudo filmar esta película que es bellísima, profunda y emocional.
¿Qué sentiste al hacer de vos mismo?
Todos estamos actuando con nuestro nombre y apellido, pero los textos están escritos; yo no escribí una palabra, el texto lo escribió Alejo. Soy un personaje que sostiene una verdad a gritos que a los argentinos nos duele mucho.
Por eso la gente se ríe mucho cuando vos hablás, por la empatía hacia el mensaje de un argentino muy típico.
Exacto. Es muy cómico y está siempre buscando la trampa, el engaño, sueña con ese engaño y vive en él. Se realiza en la ejecución de lo que para los otros es engaño. Él tiene esta pasión y finalmente termina encarnando a Leandro N. Alem. Cada uno encuentra su tesoro, es algo muy interesante.
¿Cuál sería el límite entre el engaño y la ilusión de querer realizar un sueño? Es como un tesoro escondido, tener un sueño.
Es una gran pregunta de la filosofía: ¿ser o parecer? Saber o creer hace a la diferencia. Alejo recibió este encargo y cinco mil euros, se dijo: «Quiero hacer una película con mis amigos». La hizo y es genial. ¿Hay engaño? No, es la realización de un sueño personal. Nunca hay engaño en la ficción, por eso lo hacemos. La ficción dice que no sos verdadero, por lo tanto, no puede ser juzgada con los criterios de la vida real. Lo que hay es una intensidad poética y, en tanto esa intensidad es eficaz, uno tiene la ilusión de asistir a una verdad.
¿Y tiene algo de vos este personaje? ¿Alejo se inspiró en lo que conoce de vos?
Todos mis personajes tienen algo de mí. Mucha gente me preguntó si el monólogo frente al río, hablando de los festivales europeos, era parte de mi ideología y la verdad es que no lo pienso completamente. La anécdota del festival en Suiza le pasó a él y no a mí; pero digo, si a él le pasó, entonces es verdad, da lo mismo que lo diga yo o que lo diga otro. ¿Y qué tiene más valor? No importa. Es un pensamiento posible. Yo estoy muy preocupado por este cliché que los europeos quieren proyectar sobre nosotros, sobre nuestra forma de producir, eso sí.
Y vos además tenés mucho trabajo en Europa…
Creo que después de esta película, no voy a tener ninguno más (risas). Lo que Alejo dice es que él está haciendo esta película por este sistema de producciones europeas.
Justamente, una de las aristas interesantes de la película es que muestra estos cuestionamientos sobre la relación de producción y de codirección dentro de la película misma. ¿Esto lo tomaron bien los que la producen?
La gente del festival danés se portó muy bien. La película les encanta, y hasta dijeron que les quedaba grande. Fijate que la gente de El Pampero Cine filma sus películas sin siquiera esos cinco mil euros y lo hacen igual, lo hacen en cooperativa, laburan en publicidad y con esa plata financian sus películas. El loro y el cisne, que es de Alejo y también ganó en el BAFICI, Historias extraordinarias de Llinás, La Flor, que lleva cuatro años de rodaje, fueron filmadas de esta manera. Los actores somos socios, no nos pagan; cuando necesito que filmen mis obras, lo hacen. Es un intercambio de habilidades.
¿No cobraron nada?
Cobramos 500 pesos cuando estuvimos allá, y cuando ganó en el BAFICI ‒el primer dinero que la película ganó‒ lo repartieron en partes iguales entre toda la cooperativa. Yo quería hacer la película en esas condiciones.
Eso habla muy bien de vos y de todos los que hicieron posible esta película, y los aplausos del público reflejaron el placer de poder disfrutar de este tipo de cine nacional.
Funciones
Sábados 18 y 25 de octubre, 1 y 8 de noviembre. 20 hs.
En el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA.
Domingos 19 y 26 de octubre, 2 y 9 de noviembre. 19 hs.
En BAMA Cine.
Av. Roque Sáenz Peña (Diagonal Norte) 1150, CABA.