El arte como reflejo de lo humano
Por María Fernanda Noble
La galería Mercedes Giachetti está ubicada en el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de San Telmo, importante foco de caudal turístico. Desarrolla su actividad desde el año 2001 en una antigua casona de dos plantas. En sus amplias salas se aprecian exposiciones temporales de arte contemporáneo. A través de la propuesta, se incentiva la adquisición de obras originales y se propicia la continuidad y el surgimiento de nuevos coleccionistas, valorando la posibilidad de comunicación e intercambio con el público. Las repercusiones que genera la obra promueven el desarrollo de la figura del artista y contribuyen al crecimiento de su proyecto creador.
Mercedes también es artista, su obra tiene como eje primordial el desarrollo del tema del movimiento expresado a través de la figura humana. Reflejo de lo humano, como ser individual en interacción con el otro, intenta transmitir los procesos de variación y evolución que uno atraviesa a lo largo de la vida. Las imágenes conciben escenas dinámicas, sucesos de acción, transición y transformación. El espacio es visto como territorio del hacer, como formas de la temporalidad, revelaciones del instante. En esos ámbitos, los espacios blancos son significativos y el silencio visual indaga en la nada latente, una dimensión de posibilidades donde la figura espera o se sumerge en la extensión del fondo. Con una paleta cromática reducida, el tratamiento pictórico enfatiza la intensidad de los trazos, la síntesis de los planos abiertos e inconclusos, en pinceladas fluidas y difusas, los gestos insinuados de rostros y manos, la expansión o resistencia de los cuerpos, los estados subyacentes del vacío. Lienzos que se despiertan con diversos materiales: acrílico, pastel, lápiz graso, esmalte sintético, para acentuar ciertos rasgos y posturas, o lograr diversas texturas en la superficie.
Entre los artistas que participan se encuentran: Nora Maceratesi, que recrea diversos paisajes urbanos mediante una pintura figurativa refinada y apacible, autopistas, puertos y edificios se redescubren a través de su mirada sensible y subjetiva. Perspectivas atmosféricas, construcciones que se imponen y desdibujan en la lejanía, ambientes tenues de tonalidades ocres y grisáceas, se combinan con seres que habitan la calidez de ambientes anecdóticos, en sutiles pasajes de luces y sombras. Cristina Freydier, cuya obra abarca un prolífico abanico de posibilidades creativas, desde pinturas, obras digitalizadas, collages con incorporación de diversos materiales, máscaras, espejos, elementos de acrílico, luminarias o vitrales, hasta ensambles y objetos intervenidos que conforman instalaciones. Su producción sorprende e impacta por la innovación y pluralidad constantes. Y Mónica Fuksman, quien nos introduce en espacios metafísicos de notables imágenes depuradas de abstracción sensible. Con un impecable manejo del óleo, surgen composiciones equilibradas de suaves matices. Tanto las imágenes figurativas como geométricas alternan formas corpóreas e ingrávidas, planos iluminados, suspendidos y transparentes de índole simbólica.