Desahogar el dolor y afirmar la identidad
Entrevista a Esteban Alba
Por Mari Fernanda Noble
A veces se torna difícil otorgar premios, sobre todo cuando los artistas son muy buenos. Sin embargo, encontrarse dentro de la nomina de los seleccionados para el premio Ayersa – que otorga la Academia Nacional de Bellas Artes-, significa estar premiado de algún modo. Esteban Alba se encuentra dentro de ese listado, su obra es intensa, conmovedora y profunda. Motivo por el cual mostraremos dos series, la que concursó y otra elegida por el autor.
¿Por qué se te ocurrió participar en para el premio Ayerza?
Un poco para ponerme a prueba y otro poco por insistencia de mis compañeros.
¿A qué edad empezaste a hacer fotografía artística?
Arranque con la música desde muy chiquito, la fotografía vino un poco más tarde, a los 23 años. Siempre estuve en contacto con la fotografía, la pintura, el dibujo, pero agarrar una cámara de una forma realmente consciente tardó. En esos tiempos fue tomar fotografías como un medio de expresión, también trabajaba con foto publicitaria, luego me avoqué con todos los sentidos a lo documentalista.
¿Con que tipo de imagen trabajas más, figurativa o no figurativa?
Un poco y un poco, si tenemos en cuenta que la fotografía es parte de lo real. A mi me gusta abordar desde lo documental, fotografío mi ciudad y los alrededores, yo soy de Entre Ríos, ahora estoy trabajando un poco más sobre el interior de mi provincia.
Háblame del trabajo que presentaste en el concurso.
El trabajo que presenté se llama Adobe, son tres imágenes que forman parte de una serie de treinta fotografías. Se llama así porque el hilo conductor de la serie son dos hermanos, hijos de inmigrantes, que son ladrilleros y el adobe es la mezcla que se hace para fabricar el ladrillo. La metáfora es que los personajes son gente mayor, trabajaron toda su vida haciendo ladrillos, y ese volver a trabajar la tierra, es como si estuvieran cerrando un ciclo. Esta serie rescata que ellos trabajan de una manera que no se hace más, fabrican el adobe a caballo y es volver a eso que ya no se ve.
Abode me llevó dos años de construcción, no solo representa el trabajo de los hermanos Klugg – dos ladrilleros o «adobadores» de sueños – de más de 70 años. Sino que a través de estos personajes, se construyen rastros o formas de una irrealidad que nos traslada a lo mágico, a lo ancestral, a lo profundo. Esta serie también rescata una tradición que se ha transmitido por generaciones, tan legítima, tan válida, tan cierta, tan luminosa, y tan fuera de la realidad.
¿Cuáles son tus referentes nacionales e internacionales?
Es difícil, te podría decir que me gusta mucho el trabajo de Robert Frank, aunque creo que me siento mucho más influenciado por mis maestros y sus largas charlas, ellos me ha ayudado mucho.
¿Tienes alguna obra que te represente más que el resto de tu producción?
Tengo una serie de autorretratos, de cinco fotos, que me llevó años hacerlas. Está muy vinculada a mi historia de vida y fueron actos que necesitaba hacer. Mi padre tiene un frigorífico, y el mandato familiar pedía que yo siga los mismos pasos que él, estuve trabajando allí ocho años, hasta que un día decidí dejar de hacerlo, me compré una camioneta y me fui de viaje varios meses con una muestra itinerante de fotografía. Al volver, decidí dedicarme a la fotografía laboralmente.
Las imágenes son en una cámara frigorífica llena de cerdos colgados y yo crucificado, las hice a diez grados bajo cero, disparando la toma con un control, tuve que atravesar varias complicaciones por el ambiente. No es una obra que haya movido mucho porque, fue un acto para mí. Siempre hay una proyección inconsciente muy fuerte de la imagen. El cuerpo humano es centro de nuestras fantasías, miedos y deseos más íntimos. Me di cuenta que la desnudez no es un estado, sino un acontecimiento. El cuerpo desnudo más que mostrar, afirma. Como dice Jessica Mraz, «El autorretrato de un artista es una invaluable pieza de su alma» Es un acto de introspección, un ejercicio de valentía y generosidad. Puede convertirse en un ritual de purificación, en un poderoso mecanismo de liberación y transformación interior.
Me fotografío para establecer un diálogo con la muerte, miedos y deseos,…desahogar el dolor y afirmar mi identidad…saber quien soy, quien creo ser…donde estoy, de donde vengo y hacia donde voy. Aceptarme, cuestionarme, reinventarme, protegerme, liberarme…insisto, es aquí donde me fotografío para establecer un diálogo con mi interior…
La producción fotográfica de Esteban es netamente conceptual, nos proporciona cierta imagen del mundo, y también del suyo. Es arte aproximado a cierta revelación, la aparición de una realidad creadora de valores. Es la simbolización surgida de la fuente psíquica profunda del artista. En esta obra contundente asoma el rostro de la verdad.