¿Dónde están los confines del cuerpo?
por Margarita Gómez Carrasco
Hablar del cuerpo es la cosa más difícil, dice Heidegger. Sin embargo, en la versión de Medard Boss, el filósofo alega: «El cuerpo ocupa un espacio. Aquél, ¿está delimitado con respecto al espacio? ¿Dónde están los confines del cuerpo? ¿Dónde termina el cuerpo?»[1]. Este intento de enhebrar el concepto de cuerpo al arte y al psicoanálisis, nos empuja a repensar el arte de acción, como objeto de análisis y estudio, donde el cuerpo es tomado desde múltiples perspectivas. Por tal motivo, El Gran Otro se acercó al estudio de Graciela Casabé, mentora de la primera Bienal de Performance en la Argentina ‒BP.15‒, para que nos cuente cómo cristalizó su idea.
¿La idea de la Bienal de Performance fue tuya o del grupo?
Fue mía, fue absolutamente mía. Estaba con mi socio en Nueva York mirando galerías y pensé: «¡Qué ganas de tener una galería como esta! Pero no para poner objetos, sino para hacer performances». La performance es un lenguaje que creo que fue mutando con los años, pero siempre hay algo que la caracteriza, que tiene que ver con el cuerpo y con esto de la hibridez, de salirse de los límites y del discurso político… Después de estar en un lugar durante 10 años y dirigir un evento ‒como fue el Festival de Teatro‒, preferí no tener que estar regando la plantita del espacio físico todos los días, pero sí producir obra nueva, que es lo que más me interesa. Charlé la idea con algunos colaboradores y me fui a la Bienal de Performance de Nueva York. Allí me acerqué a diferentes instituciones y, en conjunto, armamos esta Bienal que tiene que ver con un proyecto macro, que hicimos entre todos.
¿Quiénes son todos?
Hay un equipo base que produce, trabaja y comunica; fue el que ayudó a construir el evento en términos de comunicación. Esta Bienal tuvo la característica de hacerse con un pool de instituciones públicas y privadas, lo cual me permitió ampliarla no solo presupuestariamente, sino también desde la mirada de todos ellos. Hubo una serie de artistas que a mí particularmente me interesaban y otros que surgieron a partir de la comunicación con estos curadores, nombres que quizás yo no soñaba con incluir en una primera edición, pero que sin embargo, los pudimos incorporar.
¿Por ejemplo?
Amalia Pica es un ejemplo. Es un nombre que Oscar Smoljan pone sobre la mesa, ya que ella es una artista neuquina. Para mí era un honor que estuviese, puesto que ni se me hubiese ocurrido incorporar a una artista que está viviendo en Londres para esta primera edición. Y su performance, la que estuvo en la Bienal, fue comprada por el Guggenheim.
¿Cuál es tu balance sobre la Bienal?
La Bienal fue más impactante de lo que imaginé que podría llegar a ser, con lo cual ahora tengo una alta responsabilidad. Cuando pensaba en performance, pensaba en el sentido más amplio de la palabra: no solamente en esto del cuerpo o del museo, me interesaba todo lo que podía llegar a pasar a través de la cabeza del artista en su diálogo con el espacio, con el cuerpo, con otras disciplinas, y con otros artistas. Y por eso creo que han surgido propuestas de lo más diversas, algunas inimaginables, otras que quizás son para discutir si realmente fue una performance o no… pero creo que está bien. El espacio de la primera edición era para esto: impulsar. Ahora hay que reflexionar y empezar a trabajar sobre este género desde lo más profundo hasta la próxima edición.
Te inspiraste en la Bienal de Nueva York, ¿ellos también trabajan con un pool de instituciones?
Me inspiré en Nueva York para armar la Bienal de Performance. Pero lo del pool de instituciones surgió del Festival de Otoño de París. Ellos producen en asociación y así generan obra.
¿Recibiste apoyo económico de las instituciones, sponsors…?
Sumar a las instituciones era sumar también apoyo económico. Cada institución solventaba a su artista. Conseguimos un apoyo muy importante de mecenazgo y algunas otras empresas privadas completaron la diferencia. La Bienal se construyó con muy poquita gente, gente que viene trabajando conmigo hace muchos años… Había riesgos, pero me animé con confianza porque sabía que el evento iba a llamar la atención que los sponsors necesitan.
¿Algún adelanto de lo que tratará la próxima?
Honestamente, necesito distancia y un poco de tiempo para pensar lo que se vendrá. Me estoy juntando con diversos curadores. Necesito primero recoger la opinión de los curadores de las instituciones, y revisar qué habría que modificar, por dónde ahondar y demás… ¡Y en eso estamos recién! Fue todo muy reciente.
La Bienal de Performance ‒BP.15‒ fue una serie de prácticas centradas en el uso del cuerpo. Pero, ¿de cuál cuerpo hablamos? ¿Del real, simbólico, imaginario, pulsional, silencioso? ¿Del cuerpo que habla, se queja y sufre? Todos ellos fueron los que aparecieron a través de las numerosas obras de arte performance, algunas con posturas ideológicas ‒tanto artísticas como políticas‒, dispararon a una aguda reflexión. Nos queda agradecer a Graciela Casabé y a los reconocidos curadores y directores de museos, Andrea Giunta, Liliana Piñeiro, Oscar Smoljan, Rodrigo Alonso, Casey Burry, Laeticia Mello, Virginia Agote, que hayan acercado las performances de reconocidos artistas nacionales e internacionales al pueblo.
[1] ¿Qué dice del cuerpo nuestro psicoanálisis?, Roberto Harari, Letra Viva / Mayéutica, 2012