Lindísima amapola
Por María Gabriela Figueroa
De Buenos Aires a Shangai: La pasión por China da frutos
«The Flower» de Federico Bacher: Arte Público for export
La belleza de la amapola inspiró más de una célebre canción. Un campo colmado de amapolas fue inmortalizado en una pintura de Claude Monet. Mientras que Ceres, diosa romana de la agricultura, solía ser representada con una guirnalda de amapolas coronando su cabeza, como símbolo de la fecundidad. Precisamente, el fruto de esta planta, (papaver rhoeas) posee una estructura interior divida en celdas que optimiza la diseminación de sus semillas. Este pequeño prodigio natural, cuya forma es similar a una granada, inspiró al artista Federico Bacher a diseñar una escultura monumental, que brinde solaz a la agitada vida de Shangai.
Federico Bacher (Buenos Aires, 1974), es Profesor Nacional de Escultura egresado de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Estudió en el Instituto Estatal de Arte de Florencia, donde, además de aprender de los grandes maestros renacentistas, fue alumno y asistente de destacados artistas como Aurelio Macchi, Rubén Locaso y Magda Frank. Actualmente, es Profesor Titular de una cátedra de Escultura en UNA (Universidad Nacional del Arte, Ex IUNA). También es un artista argentino de proyección internacional que concibe al arte como un todo integral, por lo cual aborda con igual maestría escultura, pintura, grabado, instalaciones, murales, decoración, entre otros.
Un mediodía soleado, Bacher, en su taller porteño, me convida té de jazmín. De fondo se escucha música oriental y su perro “Bono” nos observa plácidamente, mientras él me cuenta sobre su tercera estancia en el gigante asiático. La primera vez, realizó una residencia de tres meses, en el 2014, invitado por del gobierno chino. La segunda estadía, fue un viaje que realizó junto a autoridades del UNA (Universidad Nacional del Arte), a instancias de la Universidad de Shangai. Este año, fue su tercera visita, invitado por el Departamento de Investigación de Arte Público (PACC, Public Art Creative Center) de la misma universidad, quien le propuso dictar un workshop de bambú y hacer una obra específica. Dado que Bacher tiene una concepción estético – funcional del arte, le interesa también la fruición del público. Así fue como creó: “The Flower”, “花” (Hua), una escultura modular en cañas de bambú de 8 metros de diámetro y 4 metros de alto, ideada con el fin de ofrecer un espacio de reposo y socialización para los habitantes de la Manhattan de Oriente.
“The Flower”, (La Flor) es un bello híbrido entre escultura y arquitectura. Bacher ensayó diversos diseños posibles a través de dibujos y pequeñas maquetas e investigó el bambú como material escultórico para realizar esta obra hexagonal que recrea la vista aérea del fruto de la amapola. Como hace habitualmente, se inspiró en la naturaleza, sintiéndola, dejándose conmover por ella. Luego la analiza, desde un punto de vista biológico, para descubrir la mejor manera posible de trabajar los materiales y darles una nueva forma. A su vez, piensa al arte como comunicación, por lo cual, considera al público para que pueda vivenciar su obra y no sólo gozarla desde la contemplación. De aquí se desprende su gusto por erigir obras de Arte Público, el cual es una de sus especialidades.
En Shangai, para ejecutar la estructura “The Flower”, Bacher, coordinó un equipo de tres artesanos especialistas en bambú y cuatro estudiantes universitarios de Artes Visuales, con los cuales se comunicó en chino y en inglés. Además de sortear diferencias lingüísticas y culturales, tuvo que vencer otros obstáculos para efectuar esta escultura monumental. Dos semanas antes de ir a China, le pidieron que la obra fuera desmontable y se pudiera trasladar, por lo cual debió hacer ajustes a su diseño original y también adaptarse al hecho de que el bambú estaba verde y no seco, lo que dificulta su tratamiento. Pero, merced a su experiencia académica y años de oficio de escultor, salió airoso al punto que su obra fue muy apreciada. Es por eso la Universidad de Shangai realizó un atractivo video que relata la construcción de “La Flor” y a su vez, le solicitaron que la replique, modificando levemente su forma para albergar un stand de un evento muy importante el: Art & Design de Shangai (una feria de Arte y Diseño). Debido a que cuando se desarrolló este evento, Bacher ya estaba de vuelta en Argentina, trabajó en el proyecto a distancia, guiando a uno de sus asistentes para su concreción. Junto a la nueva estructura, “The Flower”, se colocó un poster de Bacher, destacando que la gran obra era de su autoría.
Otras repercusiones positivas que tuvo la realización de su “Flor” monumental, fue que lo invitaron a la Universidad de Hunan y al Ming Sheng Museum para dictar un workshop y una conferencia respectivamente sobre Arte Público.
Ahora bien, la prolífica estancia de Federico Bacher en la tierra de Confucio, no termina ahí. También representó a la nuestro país en una Residencia en Beijing y Hunan, (una región china semejante a la Patagonia, donde se encuentran las majestuosas montañas Zhangjiajie, que inspiraron a las de la película de “Avatar”). La misma fue propuesta desde Cancillería Argentina, a través del Ministerio de Cultura de China quien convocó a varios artistas latinoamericanos – uno en representación de cada país -. Durante dos semanas, los artistas seleccionados, viajaron por dichos lugares con todos los gastos pagos. En contrapartida, se les demandó que los últimos cinco días crearan obras en relación a lo todo lo visto en su viaje. Luego, éstas, pasaron a formar parte del patrimonio del Ministerio de Cultura chino.
Asimismo, Bacher, dictó un workshop titulado: «Naturaleza», en el Centro Cultural y Comercial más destacado de Shangai: «K 11». El taller abordaba un tema en el cual es experto: cómo observar e inspirarse en la naturaleza para interpretarla y crear obras de arte. Esta última, es un tema recurrente en su trayectoria, como es el caso del luminoso bosque que pintó en los muros porteños de la estación Dorrego, de la línea B, o la pintura mural: «China Forest», que representó en la planta baja de un edificio público de oficinas y negocios de Shangai, denominado «Bridge 8» (Puente 8). Debido a que este mural, agradó mucho a los propietarios, lo invitaron a hacer una muestra individual, en los corredores y el restaurant del edificio sobre su fuente de inspiración predilecta.
En suma, la naturaleza, en cuanto temática es el sello diferencial de la obra de Bacher. No es casual, que su firma en chino sea el ideograma “naturaleza”
“自然”, a quien considera su gran maestra y con la cual se identifica. Esto explica su consciencia ecológica, manifestada también en la exposición que realizó el año pasado en el Centro Cultural Recoleta: “Autoextinción”, en la cual conmemoró la terrible pérdida de una especie en nuestro planeta: el rinoceronte negro, recreándolo en una hermosa escultura en yeso, “Rino” de 5 metros de largo y 1200 kg de peso. De esta manera, Bacher considera que al extinguir especies emprendemos el fatídico sendero de la autoextinción, porque nosotros también somos parte de la naturaleza. Podría decirse que tanto el respeto como la admiración y la observación profunda que siente por ella, se la debe en parte, a un libro que leyó durante su adolescencia: el Tao Tze Ching. Este referente fundamental de la filosofía y el desarrollo espiritual oriental, transformó el interés del joven artista por la cultura china, en una auténtica pasión.
Ciertamente, hay varias enseñanzas que Federico Bacher adopta del Tao: lo blando y lo flexible prevalecen a lo duro, el agua es más fuerte que la piedra, la sabiduría es humildad y no soberbia. Además de su amor por la cultura oriental, fueron estos rasgos, los que lo condujeron al éxito en la patria de Lao-Tse. Bacher, supo trascender las barreras idiomáticas y culturales, aprendiendo a decodificarlas, tuvo la sabiduría de comprender la riqueza de la diferencia cultural y nutrirse de ella. Así fue como creció integralmente, ampliándose como ser humano y expandiendo, por mérito propio, sus horizontes profesionales.