Diana Schufer: “El amor es el motor primordial de todo mi trabajo”
Por Verónica Glassmann
Diana Schufer es artista visual y psicóloga. Participó de diversas muestras individuales y colectivas tales como: “Punto de fuga”, Fundación Federico Klemm; “Hasta el final” en la Embajada Argentina en Londres (2006); “Nocturno” en el Centro Cultural Recoleta (2007) y Museo Castagnino + MACRO, Rosario (2008). Fue invitada a participar de la Sexta Bienal de La Habana, Cuba, con la obra “Donde las cartas se unen”. En 1999 recibió la Beca del Fondo Nacional de las Artes. Conectarse con ella y su obra es entrar en un mundo en el cual la intimidad y la sensibilidad son constitutivas. Trabaja conmovedoramente con la palabra, la escucha y fundamentalmente con lo esencial: el amor.
¿Cuál es tu formación y cómo ser psicóloga es una herramienta de tu quehacer artístico?
Empecé mi formación como artista en el taller de Kenneth Kemble, en el año 1984. Mucho tiempo después hice maravillosas clínicas con Valeria González, video con Carlos Trilnick y fotografía con Gabriel Valansi. Durante los primeros años pintaba y en determinado momento mi interés se centró en el tema de los vínculos amorosos. A partir de ahí fue que mi formación como psicóloga comenzó a meterse en mi quehacer artístico. No fue una decisión, me fui dando cuenta que me atraviesa, que es mi modo de pensarme, de sentirme. La psicología no es solo uno demis trabajos, mi profesión, es una investigación constante sobre la vida y sobre lasrelaciones. No solo es estar atenta al universo íntimo de los otros sino al mío propio. Toda la humanidad se pregunta lo mismo: quién soy, cómo soy, cómo me vinculo, qué deseo, a quién deseo, a quién amo, a quienes no, si me quieren, o me rechazan, y cuáles son los miedos.
¿Por qué elegís como eje de tu obra artística el discurso amoroso?
Si lo pienso a partir de mi historia, puedo detectar un camino recto desde mi infancia. De chica el tema de las relaciones me apasionaba. Dibujaba historietas y guiones de telenovelas sobre parejas, sus separaciones, sus reencuentros. Vivía con mi mamá y mi hermana en la casa de mis abuelos. Claramente, una familia disfuncional con todos los condimentos. No conocía a mi papá. Supongo que esa mirada atenta a las relaciones era en ese entonces una búsqueda de sentido. También el comenzar a hacer terapia a escondidas a los quince años. Decía que iba a clases de pintura. ¡Primer momento de unión! Y luego recibirme de psicóloga. El amor siguió siendo el tema central de mi tarea como psicóloga. Los vínculos, ya sea con las parejas,las madres, los padres, hijas e hijos, con amigas y amigos, y con colegas nos hablan de amor, si lo hay o si no lo hay. Siempre el tema es cómo nos conectamos con nuestras emociones y con los demás.Nacemos, crecemos, nos desarrollamos y vivimos en relación. Somos en vínculo. Todo es vínculo.
¿Cómo se inicia en vos la fuerza de la palabra escrita para llevarla a la obra?
Me había separado hacía poco tiempo. Todo era nuevo para mí. En esa época me la pasaba escribiendo cartas de amor, las enviara o no. Supongo que esa actividad, casi compulsiva, dio espacio a la primera instalación Cartas y camas de amor en 1994. También coincidió que en ese momento estaba haciendo mi formación como psicóloga transpersonal. Ken Wilber a full. Él habla de fulcros, distintos estadíos de conciencia que se van desplegando a medida que crecemos. Las palabras, las cartas y las camas dieron el soporte material y visible a ese mundo interno, a ese despliegue de la conciencia representado través del discurso amoroso. Cada cuarto, cada texto, las luces y los sonidos configuraban ese diálogo entre el amor y la conciencia.
¿En qué consistió la instalación “Donde las cartas se unen”?
La idea apareció a partir de la imagen de una fuente de deseos. En vez de fuente, en el centro de la sala, había una cama de dos plazas, con sus dos almohadas y sábanas blancas. Las cartas se arrojaban a la cama como si fueran monedas. Veinte cartas de amor entre propias y ajenas fueron multiplicadas por mil y se esparcían por encima de la cama y caían al suelo. Papeles en blanco y lapiceras estaban cerca de la cama invitando a visitantes a compartir sus propias historias y deseos uniendo así sus cartas a las otras. La gente podía escribir o leer las cartas dispersadas por los ventiladores y, también, podía llevárselas. Esta pieza fue expuesta por primera vez en 1995 en la Fundación Banco Patricios y fue seleccionada para la Bienal de La Habana 1997 y en 2018 es reeditada por MUNTREF. Esta última movida de la obra me resultó sumamente interesante. Al principio me resistí al pedido de Florencia Battiti y Fernando Farina para incorporar esa obra a la muestra Hogar, dulce hogar. Todos esos textos me parecían desactualizados. ¡Habían pasado veinticinco años! Para mi sorpresa tuvo la misma recepción que en aquellas dos oportunidades. Tengo archivadas las cartas que los visitantes escribieron y colocaron en la cama cada vez que esta pieza estuvo expuesta, las de hace veinticinco años y las de ahora. Aparecen nuevas preguntas en mí: ¿Que dicen? ¿Hay diferencias? ¿Cuáles? ¿Cambiaron su contenido más allá de las formas? En estos momentos se encuentran dialogando entre todas ellas viendo qué forma podrían tomar en un libro, pensando en un nuevo proyecto.
¿Cómo pasás, después de esa palabra escrita, a lo sonoro que utilizás en las instalaciones?
Fue un paso casi natural, pero fue un punto de inflexión. El pasaje a lo sonoro coincide con un pasaje temático del amor a la sexualidad. El sonido surge en la medida en que me voy animando a hacer participara otras personas. Me permitió registrar esa intimidad tan especial que sólo se lograen una entrevista cara a cara. Aparece la potencia del relato, de la entrevista, aunque a mí no se me escuche. Yo ya no elegía ni escribía los textos, eran otras las personas que contaban. La escucha, aspecto fundamental del encuentro y recurso constitutivo de la psicoterapia, pasó a ser la estrella, parte fundamental de la pieza que se cierra y se completa cuando el visitante acerca su oreja y, en silencio, escucha. Alguien habla y alguien escucha. Moviliza ese espía que llevamos dentro. Alguien susurra y sentimos deseos de acercarnos.
¿En qué consistía la instalación Souvenir? ¿Qué historia contaban esas voces de los sillones?
Souvenir viene a cerrar un ciclo, es una despedida de las cartas y de las historias de amor. Es una obra que tiene dos grupos de piezas diferentes. Por un lado, piezas-objeto con cartas de amor hechas pedazos que flotan dentro de esferas con un líquido espeso, imitando las bolas de nieve que se compran en los viajes como souvenirs. Y por otro lado los sillones, en los cuales al sentarse se puede escuchar el relato de tres personas sobre un objeto que evoca la memoria de un amor que llegó a su fin: la campera con sangre que tenía puesta el novio cuando murió en un accidente de moto, un encendedor que fue regalado a la mujer soñada pero que luego de la ruptura es sustraído de su mesita de luz y una remera rota en una pelea con el novio skinhead.
¿Qué artistas te interesan en este momento?
Félix González Torres me sigue hablando de amor. Me cala fuerte Doris Salcedo, Ana Mendieta, Louise Bourgeois, Rebecca Horn. Disfruto y me emociona la obra de Silvia Rivas, de Eduardo Basualdo, de Charlie Herrera, y muchos otros.
¿Cuáles de tus obras son las que consideras más significativas?
Tengo una relación más fuerte con las obras que marcan el pasaje a incorporar otros recursos. La primera instalación Cartas y camas de amor fue un antes y un después en mi trabajo como artista. Tus preguntas me están haciendo pensar y ver como se fueron uniendo, entretejiendo mis dos tareas, como aportaron una a la otra. Esa instalación fue el inicio de esa relación. Después Punto de fuga porque marca el registro de lo sonoro, de la entrevista, de las voces, al murmullo de la voz humana que invita a acercarse. Y también Nocturno porque se entrelazan fuertemente las voces trazando un recorrido en el espacio. Ambos son fuertes protagonistas. Los dibujos de Gritos sordos donde la psicóloga y la artista ya están absolutamente mezcladas con total conciencia. Y finalmente Yo te creé, yo te destruyo donde incorporo el video como otro soporte posible.
Gritos Sordos es una muestra que incluyó decenas de dibujos y textos en los cuales exploraste el tema del abuso sexual de menores. ¿Cómo fue tu experiencia trabajando con este tema que tiene la valentía de arrojar luz sobre lo estremecedor?
Fue meterme con la otra cara del amor, pero que también es parte de los vínculos. La mayoría de los abusos sexuales son intrafamiliares, o sea, donde se supone que hay un vínculo amoroso. Allí donde se confía es donde se destruye, dejando marcas en el alma difíciles de cerrar. Me resultó un desafío hacer visible esas marcas fuera del marco del consultorio. Mostrar esos gestos que indican un posible abuso sexual. Hablar de los miedos, del sentirse amenazados, del desamparo. Esos gritos mudos que escuchamos en silencio. Solo con papel y lápiz poder entrar en ese universo íntimo, tan vulnerable. Fueron fuertes también las respuestas, aunque diferentes a las otras instalaciones. Muchas personas se me acercaban y me decían: a mí me pasó.
¿Qué lugar ocupa la mujer en el mundo del arte y cómo te posicionas vos en esa lucha por visibilizar desigualdades de género en el medio?
El lugar que ocupa la mujer en el mundo del arte es exactamente el mismo que el que está ocupando en el mundo. No hay separación. La mujer se establece como el factor de cambio más poderoso para toda la humanidad. Es toda una revolución. Está moviendo, corriendo, destruyendo, borrando, cambiando mandatos y estructuras de varios siglos. Está permitiendo que tanto mujeres como hombres puedan SER humanos más plenos, disfrutando de todas sus potencialidades. Está trayendo paridad, visibilidad de temas que tienen que ver con el mundo de las emociones, de la justicia, de la tierra, de las desigualdades sociales. Trae sus obras como política. Qué felicidad ver cómo hemos pasado de ser musas a ser las hacedoras de obras maravillosas y contundentes para la humanidad. No intento luchar por visibilizar la desigualdad, intento favorecer el darnos cuenta que estamos hechos de la misma sustancia. Que todos podamos contactarnos y desplegar tanto nuestras mentes como nuestros corazones, nuestra fuerza como nuestra sensibilidad. No somos unos contra otros, simplemente somos. La idea de la lucha me remite a lo patriarcal, que mide todo desde las pérdidas y las ganancias. Estoy convencida que ha sido el amor lo que ha movido a que las mujeres hayamos podido hacer esta profunda transformación global.
Pienso en estos tiempos de aislamiento en los que revalorizamos el contacto, la cercanía y en los que hemos encontrado nuevas formas de manifestar el amor…¿será todo este proceso parte de tu nueva obra? ¿Podés trabajar en estos contextos?
¡Si! Ya tengo obras esperando a ser instaladas.En estos últimos años se ha generado una transformación inmensa en relación a los vínculos, el género, la pareja, la familia. Y especialmente en este momento donde el mundo está viviendo una pandemia que exige mantener aislamiento social, barbijos y no salir de las casas. El tema del cuerpo propio y del otro están en primera línea en nuestros pensamientos cotidianos. Los parámetros del encuentro y el contacto están cambiando abruptamente. Soy parte de todas estas transformaciones. El amor no ha dejado de ser en mi vida motor primordial de todo mi trabajo, tanto en el arte como en el consultorio y en mi vida personal. Toda esta movida me lleva a preguntarme y a preguntar: ¿Cómo es el amor hoy? ¿Cómo se lo vive? ¿Qué se espera? ¿Duele? ¿Es una ilusión? ¿Desilusión? ¿Genera felicidad? Y muchas más…Las viejas estructuras ya no contienen. Las nuevas se están construyendo.En medio del mar con toda la incertidumbre a bordo y sin vislumbrar aún ninguna orilla. ¡Allá vamos! Luego de haberme sumergido en el tema del abuso, entendiendo el abuso, el acoso sexual, el femicidio como consecuencia del no amor, hoy vuelvo con el tema del amor desde otro lugar: con preguntas, sabiendo que el amor es el factor de crecimiento más poderoso para los seres humanos. No dejamos de desear ser amados y amar. Con todas las experiencias vividas, felices y no felices, seguimos intentándolo. Hoy el amor me interesa como fuerza vital y creadora, más allá de los vínculos personales de pareja. El amor, como esa maravillosa energía que hace visible lo invisible. Esa energía que es la “unión”.
Foto Portada: Diana Schufer por Bea Fresno