Entrevista a Laura Perrotta
Por Mauro Bersanker
Laura Perotta, artista y directora de la Galería Perrotta, posee el talento para reinventarse constantemente. Emprendedora por naturaleza, nunca bajó los brazos. Desde su Mar del Plata amada, en pocos años, pasó a estar al frente de la Galería Perrotta, ubicada en uno de los barrios más preciados de Barcelona: el Born.
¿Cómo llego el arte a tu vida?
Empecé a escribir en 2010 una novela que finalmente nunca publiqué. En ese proceso, me acompañó Juan Sebastián Gil, mi mentor, el que me guío y me corrigió los textos. Recuerdo que la vez que le mostré las diez primeras páginas me dijo: “Laura, hacelo diez veces más”. Ahí aprendí el valor de alentar, algo que repito cuando lo considero necesario. Generar la confianza en el artista es para mí uno de los pilares de la Galería Perrotta.
Después estudié para escribir guiones de cine en el barrio de Núñez (Buenos Aires). En el medio, siempre emprendía varios proyectos y había quebrado lo que fue mi cuarto negocio. Ya era 2012. Resultaba imposible no quebrar en el medio de la crisis del puerto de Mar del Plata, ciudad donde vivía en ese entonces.
En 2018, llegué a Barcelona. Estaba lista para escribir un libro de cuentos cortos. Entonces, me encontré entre separaciones y más de cuatro mudanzas en un año. Todo eso me hizo más fuerte.
Tenía un remolino de preguntas en la cabeza. Intentaba, básicamente, sobrevivir a nivel emocional.
«En el medio creces, te pasan cosas y te olvidaste de escribir», pensé. Lo que quiero decir es que iba empeorando, no había inspiración y empecé a pintar, porque me hacía sentirme libre.
No pude dejar de pintar, se apoderó de mi vida. Puedo confesar que me salvó de la soledad. Pintar me distraía de todo.
Me metí de lleno y me casé con la pintura. Visité varios museos de París, Londres, Florencia y Venecia, los que tenía a mi alcance, y comencé a buscar información todos los días.
¿Qué le sugerís al artista que busca vivir de sus obras y quizá se ve frustrado?
Le sugiero que confíe en su obra, porque la obra recién termina cuando se cuelga. El marketing, en el mundo actual, es muy importante para darse a conocer; también, una herramienta primordial. Hay que buscar la oportunidad y trabajar las horas que sean necesarias. Golpear veinte puertas si es necesario o ponerse una galería. Canjear pinturas es un buen comienzo. Recuerdo que un día, no hace mucho, cambié una obra por arepas. Fue como vender un cuadro. Llevé una obra pequeña a un local de comida y me dieron unas arepas, dos birras, y fui feliz.
¿Cómo nació lo que fue en su momento NOGALLERY, que hoy es Galería Perrotta? ¿Interfiere en tu trabajo como artista o la realización de tus pinturas estar al frente de una galería?
NOGALLERY fue todo para mí. Me río y lloro. Era un refugio, un comienzo, un respiro, una certeza. Pura adrenalina y un vaivén de emociones. Como un primer amor, así de intenso. Nació con la idea de armar un taller. Yo solo quería manchar el piso tranquila. En ese entonces, Esteban Uribe Escobar se transformó en mi socio, de quien aprendí muchísimo. Encontramos un sótano en el paseo del Born en abril de 2020. A pesar de la pandemia, lo hicimos igual. Puedo decir que hubo magia y más. Conocí a grandes artistas que venían casi como si fuera un club. Algunos venían a dibujar, pintar o cantar.
Fueron días interminables, íntegros, de los que me llevo lo malo y lo bueno. Lo malo que eran, y siguen siendo, las restricciones y los cambios que desalientan a cualquier emprendedor hoy en día.
Los caminos nos separan y hay que reinventarse. Estar al frente de un proyecto se me da solo y así fue que seis meses después me convertí en galerista.
Poder ayudar a otros artistas se logró por las dimensiones del local nuevo y la estructura que me brinda la familia Begliomini.
Recuerdo que no quería colgar la obra de nadie en un sótano, me parecía demasiada responsabilidad. Era un lugar pequeño y con mucha humedad, lo que nos jugaba en contra.
Con el tiempo, me fui volviendo más flexible. Aprendí a escuchar a los artistas, a acompañarlos, y ellos también me acompañaron.
Todavía estoy adaptándome al cambio de pasar de NOGALLERY a Galería Perrotta, que es un concepto totalmente diferente, aunque estaba a solo media calle de distancia.
Voy encontrándome día a día y haciendo sinergia para ver las oportunidades. Con esto, creo que te respondo si el trabajo en la galería interfiere en mi obra.
Confío plenamente en el proceso de la vida. Aceptar lo que ocurre es una herramienta que me ayuda a no forzar las cosas y sé que la inspiración me llegará en medio del camino.
Soy una artista, no puedo salirme de ese estado.
Por suerte, en un momento ves que cosas muy diferentes pueden convivir. Me encuentro en un estado de equilibrio. De hecho, más de uno que vaya a la galería me verá con el pincel en la mano.
¿Cuáles podrían ser las diferencias entre un artista argentino que se desempeña en Europa y uno en la Argentina?
Creo que tiene que ver con la actitud. Hay grandes artistas en la Argentina. El precio de los materiales puede crear una diferencia, pero si vas a ver a Mónica Draghi, que hace unos cuadros con materiales de la construcción reciclados increíbles, no hay tal diferencia.
Sabemos que estás preparando proyectos nuevos, entre ellos, incluir fotografías en la galería. ¿Podrías anticiparnos algo o decirnos quiénes formaran parte?
Tengo dos proyectos nuevos. Uno estoy por presentarlo en el Ayuntamiento de Barcelona, en el área de Cultura, para crear una contención psicológica mediante charlas y talleres de pintura, ser el sostén para el artista que está, como decía antes, desmotivado, frustrado y cansado por la crisis actual, que está pegando fuerte en Cataluña. El otro tiene que ver con lo que me divierte, que es ayudar a los fotógrafos a que vean su obra colgada. Quiero incentivarlos y ayudarlos a difundir su trabajo.
La idea es reunir diez ojos diferentes. Lo que va llegando me sorprende, es una muestra prometedora, de la que por ahora voy a dar algunos nombres: Mauro Bersanker, con «Niños del Amazonas», y Mattik. Estos son algunos de los que ya tengo en mente.
Aprendí a unir disciplinas. Integrar la fotografía a la galería me apasiona y hace posible brindar a mis clientes una opción más.