Por Maria Nieves Gorosito
«La zona de clivaje es aquella donde la unión de los átomos se muestra débil y donde, por lo tanto, el cristal se vulnera y se quiebra». En una entrevista, Liliana Heker comentó el inconveniente que tuvo con la primera editorial con la que iba a editar su novela por el título. Le solicitaban cambiárselo bajo el argumento de que la palabra clivaje no se encontraba en el diccionario de la Real Academia Española. Finalmente, a finales de 1987, encuentra el grupo de trabajo que la acompañó en el proyecto.
El título es la carta de presentación de una obra con el público lector. Es fundamental, y el escritor pone mucho esmero en la búsqueda del nombre de su obra.
Irene Lauson estudia física (al igual que la autora antes de adentrarse de lleno al mundo literario) y a lo largo de la historia la veremos debatirse entre su ideal de mujer libre y sus sentimientos por Alfredo, profesor de Literatura y empedernido Don Juan.
«Cierra los ojos. Sabe que Alfredo la va a llamar mañana, un poco enojado y un poco inquieto porque ella se fue sin avisarle. Sabe que hablarán de la futura actriz y del psicoanalista y de los riesgos y placeres de la lucidez. Sabe que tal vez harán el amor o con disimulo se darán consuelo. Y respira más tranquila. El mundo se rearma, como partículas desconectadas que lentamente, inexorablemente, van encontrando su lugar en la armoniosa estructura de cristal».
Si hay algo que no tiene el vínculo de Irene con Alfredo es armonía. Se trata más bien de una relación amorosa intensa, pero muy conflictiva. Heker, a través de su escritura, permite sentir la desestabilizante y desgastante relación de estos personajes inteligentes e irónicos con un enorme narcisismo que no les permite alcanzar la madurez en la vida afectiva.
Una historia de amor de trece años, una pareja poco convencional y libre de mutuo acuerdo. Sólo que, a diferencia de él, ella nunca pasa la barrera del coqueteo con otros hombres. Irene es, a veces, amante; otras, confidente de las hazañas de Alfredo, y más allá de que logra engañarse, es evidente su infelicidad dentro de aquella relación.
Los invito a leer este gran trabajo de Liliana Heker por el cual le han otorgado el Premio Municipal de Novela en Buenos Aires en 1987, y que se siguió editando con el correr de los tiempos, como los clásicos.
Resumen:
Irene Lauson vive a través de la ciencia y persevera en la búsqueda de un vínculo posible entre la verdad y la felicidad. Alfredo Etchart, su profesor de Literatura, ve el mundo bajo el filtro del arte y del marxismo, y su objetivo es, ante todo, seducir.
El despliegue inteligente, irónico tierno y conflictivo de la relación que empieza a nacer entre ellos sirve de excusa perfecta para que Irene llegue al fondo de su propio abismo, se pierda una y mil veces, y encuentre, tal vez, algo similar a una salida.
Datos de la autora:
Es novelista, cuentista y ensayista argentina. Junto con Abelardo Castilllo, fundó las revistas El Escarabajo De Oro (1961-1974) y El Ornitorrinco (1977-1968). Desde 1978 coordina talleres literarios. Su primer libro de cuentos, Los que vieron la zarza (1966), obtuvo la Mención Única en el concurso de Casa de las Américas. Le siguieron: Acuario (cuentos, 1972), Un resplandor que se apagó en el mundo (nouvelle, 1977), Las peras del mal (cuentos, 1982), Zona de clivaje (novela, 1987; Primer Premio Municipal), Los bordes de lo real (cuentos, 1991), El fin de la historia (novela 1996), Las hermanas de Shakespeare (ensayos, 1999), La crueldad de la vida (cuentos, 2001), Diálogos sobre la vida y la muerte (entrevistas, 2003), La muerte de Dios (cuentos, 2011) y Cuentos reunidos (2016). Sus relatos han sido publicados en Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Alemania, Francia, Israel, Rusia, Turquía, Irán, Serbia, Holanda y Polonia. Fue distinguida con el Premio Esteban Echeverría (2010) y con el Konex de Platino (2014).