La 17 Bienal de Lyon: “Las voces de los ríos”
Por Mariano Barrientos
Por tercer año consecutivo El Gran Otro vuelve a Lyon para presenciar la tan esperada Bienal de arte. El tema propuesto a los artistas este año es “Les Voix des fleuves” (Las voces de los ríos). Alexia Fabre, la curadora de esta edición, directora de la Escuela de Bellas Artes de París, pretende celebrar la acogida del Otro, aprovechando el uso centenario de la red fluvial de la región Auvergne-Rhône-Alpes que, según ella, ha permitido “vender e intercambiar productos, transportar personas y generar encuentros”.
¿Cuánta atención prestamos a los demás? ¿Cómo les damos la bienvenida? ¿Cómo nos relacionamos? Para responder a estas preguntas, la Bienal de Arte Contemporáneo de Lyon invitó a artistas cuyas obras cuentan a menudo sus propias experiencias o las que otros les han confiado.
Nuestra obra preferida y la que mejor podemos ejemplificar con la consigna de esta edición, es la de Oliver Beer (nacido en 1985) quien pidió a ocho cantantes que interpretaran lo que sería su primer recuerdo musical desde su niñez: Woodkid, Mélissa Laveaux, Rufus Wainwright e incluso la soprano Michiko Takahashi fueron filmados en la oscuridad terracota de una cueva ubicada en Dordoña y cuyas paredes están decoradas con pinturas que datan del Paleolítico. Cantando primero rimas y otras canciones suavemente a capella. La instalación lleva el nombre de “Resonance Project: The Cave “(Proyecto Resonancia: La Cueva) ocupa una inmensa sala de varios cientos de metros cuadrados; las pantallas se iluminan una tras otra, y las voces se unen en una ópera que rompe el corazón para siempre, haciendo vibrar al público en un momento grato (y necesario) de introspección.
En el sótano, las entrevistas con los artistas se enfrentan a pinturas cuyos pigmentos han sido desplazados gracias al poder de su voz. Sin duda, la obra más bella de la Bienal.
Este enfoque sensible explica sin duda por qué esta edición nos pareció particularmente accesible, incluso para los más jóvenes. Al considerar al público de esta manera, en su más amplia diversidad, es como si la curadora hubiera impuesto a sí misma el tema de la exposición: la «otredad».
Texto y fotos por Mariano Barrientos, nuestro corresponsal en Paris.