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1 noviembre, 2025

Manchas, rituales y azar líquido

Por Etan Niño Del Río

Manchas, rituales y azar líquido

—El arte de Franco nace de rituales que invocan el azar y exigen largas temporadas de paciente observación. A través de una técnica singular de estampado en agua, da vida a universos abstractos que guiados por su mano atraviesan el umbral hacia una figuratividad potenciada por el fenómeno psicológico de la “pareidolia”, un diálogo íntimo entre la mancha fortuita y la mirada que la interpreta. En esta entrevista, Franco nos habla de su evolución desde el muralismo comercial hacia la introspección de sus lienzos, su condición de nómada y su exploración por la delgada línea entre lo esotérico y lo artístico.—

 

Etan Niño: Tu biografía artística parece estar ligada a constantes viajes. En este momento, ¿Buenos Aires es un hogar o una escala más en tu trayecto? 

Franco Martinez: Más o menos, soy bastante nómada. Llegué hace tres semanas a Buenos Aires, pero antes estuve viviendo un año en México y así voy, hace 20 años que viajo constantemente. Me voy, me quedo un año, dos años, tres años, unos meses, nunca tengo una fecha clara. Ahora estoy por unos meses acá hasta noviembre y después me voy a Barcelona a ver qué tal, no sé si me quedaré por ahí o me moveré por Europa un tiempo.  

Los viajes son hitos fundamentales en mi historia, puesto que me han llevado a conocer personas que realmente me han cambiado la vida y me han mostrado los diversos mundos por los que transito hoy en día.

 

EN: Tu técnica es muy distintiva. Me interesa saber sobre tu formación: ¿fuiste por el camino académico o has optado por transitar otros senderos? 

FM: Siempre me gustó pintar, desde pequeño. Nunca tuve una formación formal, soy más bien autodidacta. Empecé con cuadros, en formato pequeño y después empecé a pintar murales hace 7 u 8 años. Ahora hago las dos cosas. Cuando viajo, los murales son mi trabajo, y eso me permite después enfocarme en los cuadros, que es mi territorio más personal. Normalmente no subo mucho de los murales que hago a mis redes sociales porque a veces son cosas muy comerciales, me gusta más subir los cuadros que evidencian mi propio estilo. Si vendo genial y si no está bien también, lo vivo como algo muy distinto al mural. 

 

 

 

EN: De todas maneras veo que hay un mismo lenguaje visual que convive y coexiste entre tus expresiones artísticas en distintos medios, como lo son en este caso el mural y la pintura. Quizás esto no tiene mucho sentido con lo último que has estado haciendo (pareidolias), que es más abstracto, pero sí con unos lienzos más viejos que he visto en tus redes.  

FM: Sí, provienen de un mismo lenguaje visual pero las desarrollo de manera muy distinta. Por un lado tengo la pareidolia, que es una técnica que comienza a base de manchas a las cuales posteriormente les voy dando forma según lo que voy viendo aparecer; y por otro lado, hago uso de técnicas más figurativas para realizar bocetos que termino pintado en murales o en cuadros. Lo que más me interesa últimamente y lo que más quiero mostrar, tanto en mis redes sociales como en mis próximas exposiciones, es el tema de la pareidolia 

 

 

EN: ¿Comenzaste a trabajar la pareidolia como técnica antes o después de iniciar tus incursiones figurativas? 

FM: La pareidolia surgió antes, lo que pasa es que no la explotaba tanto, pintaba esos cuadros para mi y no le daba mucha importancia al tema de la técnica ni a su difusión por redes sociales, no me había puesto a grabar procesos ni nada de eso. La gente veía las obras, pero no entendía cómo las hacía y no resonaba tanto con ellas, por eso ahora he puesto más énfasis en mostrar el proceso que da origen al producto final.  

 

EN: La pareidolia que practicas hoy con agua y pintura, ¿siempre se basó en este método con estos insumos, o hubo un proceso de descubrimiento hasta llegar a él? 

FM: No, me pasaba antes de comenzar con esta técnica que muchas veces me enfrentaba a una tela en blanco y no sabía qué hacer o dibujar, entonces agarraba un lápiz negro y me ponía a hacer rayas suaves por toda la hoja. Entre esas rayas, que posteriormente borraba, comenzaba a encontrar formas entre la abstracción, las cuales comenzaba a diseñar. Antes no veía a la pareidolia como una técnica, sino simplemente como una manera de superar el bloqueo artístico, un mecanismo para romper el hielo, por ende era un proceso “invisible” dentro de mis creaciones. Esto se mantuvo así hasta que descubrí la técnica de estampado mediante el uso de pinturas sumergidas en agua. Jugando con esta manera de crear me empecé a encontrar con formas muy locas que disparaban mi imaginación hacia lugares distintos, desde ahí comencé a trabajar esta técnica de manera más seria e intencionada, queriendo realmente sacarle formas a las manchas. 

 

 

EN: ¿Cómo te iniciaste en el uso de esta técnica, fue una cosa que descubriste por tu cuenta de manera espontánea o fue algo que te enseñaron a hacer?

FM: No lo descubrí solo, hace como diez años, en Colombia, conocí a un artista argentino que me mostró la técnica, vi mil cosas adentro y me dije a mí mismo, “la cosa va por acá”. 

 

EN: ¿Cuándo este artista hacía esto dejaba el resultado en la pura abstracción o también lo pasaba a lo figurativo? 

FM: No, lo que él hacía era crear la mancha y pintar sobre ella, no fusionaba la mancha con el objeto, sino que la dejaba como su fondo. Pintaba sobre el fondo tapándolo de alguna manera, lo que yo hago es tratar de conservar lo que se ve, hacer emerger lo que está escondido en la mancha.   

Uso acrílico acuarelado bien aguado para tratar de hacer veladuras, cosa de que se siga viendo la mancha. Hasta ahora no he visto a nadie que haga esto con esa técnica. He visto gente que estampa cosas con un proceso similar, pero no pinturas en base a pareidolias de este tipo. Una diferencia que existe entre ese proceso y el mío es que para estampar se usa un coagulante en el agua, de modo que la pintura quede fija para poder dibujar con ella utilizando un palito o algo similar. Yo no uso coagulante, por lo tanto la pintura corre incontrolable por el agua. A veces veo cosas sobre el agua que ya no aparecen en el lienzo porque la pintura se rompe o porque la acción de sumergir la tela cambia todo de lugar.  

 

 

 

EN: La pareidolia es un fenómeno muy humano, pero hay mucha gente que no maneja el concepto como tal, pese a que sí ve caras en cosas donde no existen de manera intencional. ¿Recuerdas el momento en que se despertó tu interés por este concepto.

FM: Lo recuerdo perfectamente, ocurrió en mi infancia. Mi padre era camionero y viajaba a ciudades lejanas. A veces me llevaba con él y para que no me aburriera me hacía encontrar formas en las nubes. Creo que desde ahí empecé a desarrollar el gusto por la pareidolia y mi habilidad para encontrar formas en cosas donde aparentemente no hay nada. 

Ha llegado a tal punto mi relación con esta técnica que a veces creo haber visto escenas o imágenes tanto del futuro como del pasado en las pinturas, aunque pueda parecerte una locura.
Hay algo del trabajo con esta técnica que me ha llevado a relacionarme con un mundo esotérico que antes desconocía.

 

EN: Esto último que me mencionas me hace mucho sentido y lo relaciono con la lectura de las manchas del café, por ejemplo. Hay algo de esa abstracción en la vida que puede contener o entregar mensajes de otros lugares, solo falta quien los interprete, pero la energía latente de esas posibilidades está ahí. Creo que esto también tiene que ver con los rituales que mencionas como parte de tu proceso. ¿Podrías contarme cómo funcionan los rituales en tu quehacer artístico, tanto desde su dimensión material hasta su dimensión espiritual, esotérica o emocional? 

FM: Claro, primero hago una piscina con maderas y plásticos que cubren su interior, sobre ella vierto agua y luego pintura con aceite, es decir, esmaltes. El esmalte al tocar el agua empieza a flotar, expandirse y generar las figuras que luego se estampan en el lienzo. Por el momento hago este proceso sólo con blanco y negro, posteriormente le agrego el color a voluntad. También he hecho cuadros utilizando colores desde el estampado, pero ahora estoy más dedicado al uso del blanco y negro. 

Generalmente trabajo estampando varios lienzos de una sola vez, a veces quince lienzos, veinte lienzos, depende de lo que vaya a hacer. Una vez terminado este proceso cuelgo todos los lienzos, o los que más pueda, a lo largo y ancho del taller o la casa donde me encuentre para poder verlos constantemente. Puedo estar tres o cuatro meses mirando una mancha y capaz que un día la pinto. Cada mancha tiene cuatro lados, o cuatro puntos de vista posibles desde los cuales observarla. Me gusta acostarme en el sillón y mirarlas, para mí es como ver tele, voy buscando personajes, creando historias, imaginándome cosas. Entro en una sintonía interna y desde ahí comienzo a buscar la composición. A veces veo sólo algo en una esquina de la mancha pero no en el resto y decido “cambiar de canal”, doy vuelta la mancha y comienzo a buscar cosas nuevas desde ángulos distintos. 

Este ritual comienza con el estampado de los lienzos, pero se puede extender durante meses, dependiendo de cómo avance mi proceso tanto mental como físico con ellas. Paso todo el día con las manchas, me adentro en una profunda conexión con ellas pudiendo quedarme ahí durante horas. 

 

 

 

EN: ¿He notado que muchos de los personajes que habitan en tu obra pertenecen al mundo animal, eso se debe a una cosa personal o a la voluntad de los clientes que te encargan murales? 

FM: No es por algo de encargo. Me gusta pintar cosas en movimiento, no me gusta lo estático, por eso pinto paisajes, personas y animales, porque son cosas que están en constante cambio. Por esta misma razón hago todo a mano alzada, cuando me piden un mural rara vez hago un boceto muy estructurado antes, dejo que la mano fluya. Quizás por esto me gusta tanto trabajar desde la pareidolia, puesto que es un proceso en el que el flujo y el movimiento constante están presentes en todo momento, incluso en los periodos de observación. 

 

 

EN: ¿Cuándo expones tus pareidolias te gusta darle algún tipo de pista a la gente que las contempla para guiar su observación o no te gusta decir nada para que la gente pueda experimentarlas sin ninguna sugestión?  

FM: Me gusta explicar un poco de qué va la cosa. Me pasa muchas veces que las personas ven los cuadros terminados a través de sus teléfonos en un formato pequeño y se pierden de la riqueza de detalles que contienen mis obras, pero cuando la ven en vivo se impresionan bastante. Creo que por eso mismo he comenzado a registrar y mostrar mi proceso creativo. El resultado final es sólo una parte; la esencia está en el ‘cómo’. Al hacer visible este proceso, no solo muestro una técnica, sino que le permito al espectador ser testigo de ese diálogo íntimo entre el azar y mi mirada, que es la verdadera génesis de la obra. 

En el caso de exponer me gustaría que sucediera lo mismo, que la gente que observa se pueda familiarizar con ese proceso para adentrarse aún más profundamente en mis mundos de manchas. 

De todas maneras, pese a que me gusta dar pistas sobre el proceso, no me gusta sugestionar la mirada, es por eso que no me gusta ponerle nombres a mis cuadros. No deja de ser algo abstracto lo que está en mis obras, quizás yo quise pintar un perro, pero otra persona va a ver algo distinto, o un perro distinto. De esta manera no encasillo la obra ni sugestiono la relación entre el espectador y la obra, cada uno verá lo que quiera o pueda ver. Es como un no reclamar autoría sobre la mancha, puesto que la mancha que veo yo es distinta a la que ves tú. 

 

EN: ¿Has hecho alguna vez arte puramente abstracto sin que esta abstracción se transforme luego en algo figurativo?

 

FM: Nunca he hecho arte puramente abstracto. Una vez me fui a pintar a la montaña y se me olvidó llevar los pinceles, sólo llevé los lienzos y las pinturas. Ahí hice una colección de caballos utilizando palos, las manos y chorreados de pintura. El resultado fue algo relativamente abstracto, pero de todas maneras se veía la figura del caballo, evidenciando una intención figurativa. 

Me da la impresión de que dejar la obra en un estado puramente abstracto es un gesto más accesible, por decirlo de alguna manera. Puede venir un pequeño que va al jardín y ejecutar la misma técnica que hago yo con el estampado de lienzo en agua y probablemente le quede algo muy parecido a lo mío. Obviamente las manchas van a ser distintas, porque nunca son iguales, pero me gusta darle mi toque único a la obra, mi propio sello. La singularidad está en que, incluso si yo quisiera, sería incapaz de repetir el resultado.
La mancha original, con su aleatoriedad, ya me condiciona y me obliga a seguir un camino irreplicable.
 

 

 

EN: Mirando hacia el futuro, ¿cuál es la dirección evolutiva que visualizas para tu arte? ¿Seguirás explorando los mundos que te ofrece la pareidolia o tienes otros proyectos en los que te gustaría profundizar? 

FM: Por ahora no tengo proyectos distintos a la pareidolia, quiero seguir explorando y explotando este tema lo que más pueda. De hecho, me encantaría ser reconocido en un futuro por el uso de esta técnica más que por cualquier otra cosa. Para mí los murales son trabajo, son lo que me permite encerrarme seis o siete meses a producir lo que yo quiero. Además, son una especie de publicidad, porque la gente ve tu nombre en la calle. Con los cuadros es difícil hacerse conocido, quizás ahora con las redes sociales es distinto, pero en ese sentido me considero un artista más a la antigua, me cuesta estar todo el tiempo subiendo cosas, hablar a la cámara, exhibirme, publicitarme de ese modo. Prefiero que los murales hablen por mí y por sí mismos. 

Mi máxima aspiración es poder tener un taller en cualquier parte del mundo y dedicarme a pintar mis pareidolias, vender y vivir de eso. 

 

 


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