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11 septiembre, 2020

Ana Gallardo: “Aprendí a dudar de las certezas”

Por Verónica Glassmann

Ana Gallardo: “Aprendí a dudar de las certezas”

Ana Gallardo realizó varias exposiciones individuales tanto en el país como en el exterior, obtuvo diversos premios y participó en Bienales internacionales. Su producción también se ha expandido a la gestión y la curaduría, con diversos proyectos autogestionados, los cuales dieron espacio y visibilidad a nuevas generaciones de artistas. Escucharla es conectarse con la sensibilidad y la emoción.  En ella no hay ni una sola palabra banal, todo es constitutivo.  Su arte entrelaza vivencias íntimas con problemáticas sociales. Es la voz al miedo a envejecer y a la violencia que entraña. Resignifica lo vincular dándole prioridad a ese otro que nos forma. Desde una dulce humildad genera una rotunda y contundente transformación iluminando con su obra las más profundas sensibilidades.

 

Para vos, ¿qué es ser artista?

Soy artistas por herencia, ya  que es lo que heredé de mi madre. Ella pintaba, no pudo hacer una profesión de esto, no estaba autorizada, por ser mujer y por su condición social, prejuicios de época. En algún punto ella logra revelarse y casarse con mi padre, poeta.  Migraron a Argentina, pero mi madre muere siendo muy joven y yo muy niña.  Ese vacío es mi ser artista.

¿Cuáles son los ejes temáticos de tus trabajos?

Trabajo la violencia en el mundo, sobre todo, de las mujeres. Cada día es más especifico, este punto.  Antes planteaba violencia de género, ahora solo trabajo las violencias sobre nosotras las mujeres. He abordado todo tipo de violencia sobre nosotras, solo que ahora estoy más enfocada en la violencia en la vejez. El tema de la vejez, comenzó cuando fue mi cuerpo el que sintió todo eso junto cuando empezó la menopausia, sentí lo violento del envejecimiento en sí mismo. En cómo este cuerpo que tenemos ya no es el que queremos. Eso que sucede, es ferozmente violento.  Le sumamos la soledad y la cercanía de la muerte y finalmente una sociedad, que margina, maltrata y no contempla esta violencia.  Durante muchos años, he pensando que tal vez estas generaciones de viejas, somos las ultimas en envejecer con estos puntos, pero sé  que no es así. Hoy pienso que falta mucho para que realmente la sociedad comprenda de qué se trata, también es un problema de clases, es de educación, es político.

 

 

¿Qué es Escuela de envejecer?

Escuela de envejecer, es una obra que se basa en un cruce con una práctica social. Comienza con la  intención de reflexionar sobre lo violento que es envejecer. También es una cavilación sobre la violencia y el autoritarismo que ha ejercido y ejerce el sistema del arte históricamente.  Se compone de acciones, performances, videos y otras materialidades. Escuela de envejecer es una pieza que está en un proceso. Trabajo con la vejez, para poder transitar mi propio envejecimiento.

¿Cómo nace la experiencia de «Casa Rodante»?

Casa Rodante nace de la necesidad de exorcizar el tema de la vivienda. Cómo pensar en la precariedad de la vida de muches mujeres, artistas madres, con una economía ferozmente frágil. En ese momento acababa de cerrar una etapa muy difícil de mi vida con mi hija.  Habíamos resuelto medianamente un tema de vivienda que nos tuvo muchos años en serios problemas. Ella y yo, teníamos la ilusión de la casa propia. Recuerdo cuando íbamos en los viajes en colectivo, con ella  sentada en mi regazo  y mirar las casas que nos gustaban, era  hermoso. Decidí que necesitaba tener mi casa propia. Ese fue el inicio de Casa Rodante, una casa hecha con mis muebles, los  pocos que pudimos rescatar de un depósito, donde tuvimos todo guardado durante más de un año. Sucedió que esta pieza fue muy fuerte para nosotras, porque nos enseñó a valorar realmente, el poder del desapego.

 

 

¿Cuáles son los artistas que te conmueven?

En la actualidad me conmueven, primero mis amigas sosteniendo lo que sostienen como artistas.  En segundo lugar, los artistas que piensan y trabajan de manera colectiva en el sistema del arte. Todos aquellos que tienen también un interés por una reflexión conjunta. Hace mucho tiempo que dejó de interesarme el artista encerrado en su taller, románticamente solo y produciendo una obra para el mercado.

¿Cuál es la función del arte en el mundo o en la vida de las personas?

No tengo muy claro cuál es la función del arte en el mundo o en la vida de las personas. De todos modos me gusta pensar que es una herramienta que sirve para experimentar, juntarse, quererse, ampliar conocimientos, correr los límites, sensibilizar, comprender y sanar.

¿Qué lugar ocupa la mujer en el mundo del arte?

El mundo del arte sigue atravesado por el mismo sistema patriarcal. Poco a poco pareciera que está cambiando en algunos puntos, pero creo que todavía la mujer, por el solo hecho de ser mujer, cis y etc, sigue siendo invisibilizada. El mundo del arte está plagado de prejuicios y está plagado de formatos a seguir. Sigue sosteniendo  la misma forma autoritaria, elitista y misógina. Solo que parece que no. Me gusta sentir que viene una tanda de chiques con mucha fuerza.  Pero todavía las mujeres, ocupamos casi un mismo lugar, nada más que ahora estamos más juntes y  en una lucha un poco más clara y visible.

 

 

¿Qué impacto tiene en tu obra relacionarte con personas de ámbitos quizás marginales?

No sé si me relaciono con ámbitos marginales. Trabajar en un geriátrico, es una realidad y pensar que es marginal, es seguir poniendo el tema en un lugar de  lejanía a lo que somos. Me relaciono con personas que tiene o han tenido problemas parecidos a los míos o a los de todes.  El impacto es simplemente que hace a mi obra más sensible, más cercana, amorosa, y trato trabajar en esos lugares comunes, justamente.

¿Cómo fue la experiencia del trabajo con mujeres de las cárceles para la Bienal de Venecia?

Fue un tránsito muy contradictorio. Confronté con un grupo de mujeres todas extranjeras, migrantes y hablando dialectos. Muchas mujeres mayores, con cadena perpetua. Confrontaba los mundos, las posibilidades de elección, de cómo pensarnos en ese, nuestro futuro. Imposible. La pieza que  proponía, se me convertía una vez más en algo inútil y doloroso.

¿Crees que haces catarsis con el arte o que haces arte de la tragedia? ¿Una especie de arte autobiográfico?

Hago un trabajo cercano a mis problemas e inquietudes personales, no sé si es catarsis, pero podría serlo, por lo tanto es posible que trabaje con la tragedia. Pero me gusta pensar en la posibilidad de un sentimiento muy hermoso, que es el de la revancha. No solo para mí, sino para las mujeres con las que muchas veces he trabajado en Escuela de envejecer. En varias ocasiones hemos realizado acciones, que proporcionaron un gesto nuevo, un detalle, emoción o encuentro de sentido hacia una posibilidad de cambio que fue importante en ellas. Estas experiencias de vida, que son la base de la pieza, es lo que me impiden hacer una obra cerrada. Mi trabajo atraviesa por situaciones muy procesuales, y cuando llego a estos puntos donde la vida misma es muy presente y  prima más que la obra material, el trabajo queda en eso, en proceso puro, pasando a ser un momento tremendo. ¡Sí! Me gusta la tragedia, el panfleto, lo obvio. Y finalmente a veces me gusta pensar que mi trabajo otorga el gusto de la venganza.

¿Cómo fue el trabajo de dibujos en carbonilla inspirado en el lugar donde están las cenizas de tu madre?

Tiramos las cenizas de mi madre en esa laguna. Un texto inicial, da cuenta del viaje de ese cuerpo que nunca tuvo un lugar para ser enterrado. Fue fuerte darme cuenta de la tremenda violencia que había vivido mi madre viva y muerta. Trabajé mucho tiempo en una primera parte que fue un fracaso. Primero  escribí el poema  que da pie a todo, y  siempre he respetado ese texto tal cual lo escribí el día que volví  a la laguna después de veinte años. Luego quise hacer una película de dibujo animado, un stop motion de un solo dibujo del agua.  No me salió, me llevó mucho tiempo y nunca me gustó. Todavía tengo ganas de hacerla. Mientras hacia los dibujos y ensayaba otras cosas, siempre con carbonilla, visitando cada tanto la laguna comprendí que la materialidad de esa pieza era simplemente los dibujos sobre papel, carbonilla y el texto.Claramente una representación de ese paisaje, como un acto de magia, para también tranquilizarme sobre mi propia existencia después de mi muerte.

¿Quiénes fueron tus maestros?

Siempre quise ser artista, porque era, como te dije antes, lo que conocía. Recuerdo el olor de la trementina y el óleo en mi casa, con mi madre pintando.  No terminé mi secundario, por lo tanto nunca pude estudiar bellas artes, que era mi fantasía. Puede encontrarme con mi deseo cuando terminó la dictadura. Busqué algunos “maestros” que me ensañaran algunas técnicas de dibujo y pintura. Con el tiempo me di cuenta que  maestros no tengo, pero si tengo maestras. Mi madre, y  mi hermana. Y te nombro mis colegas Marina De Caro, Marcela Astorga, Cristina Schiavi, Andrea Racciatti entre entre otras.  Con ellas he aprendido a pensar el arte, a  saber de qué se trata lo que hacemos, aprendí a hacerme preguntas, a dudar de las certezas. Mis colegas me han enseñado a preguntarme para qué soy artista. Con ellas he aprendido de la importancia del otro.

 ¿Sentis que abrís espacios no tradicionales como una especie de gestora?

No siento que abro espacios no tradicionales. Sé que abro espacios que son necesarios para poder pensar otras posibilidades paralelas a las hegemónicas.  Es como sumar y abrir. Por otro lado no me gusta estar sola, no me siento cómoda y en cada espacio que ha sucedido, es creado para poder pensar juntes, para armar banda. Para poder estudiar, aprender, comprender lo que no comprendo y vislumbrar aquello que por una cuestión generacional, no distingo.  Creo que estos puntos, muchas veces, abren posibilidades de otras lecturas sobre lo que hacemos y claramente anula las certezas.

Fotografía: Cristina Medellin