El PAMM, un espacio para reflexionar
Por Margarita Gómez Carrasco
Fotografía Olga Traferro
El Pérez Art Museum Miami (PAMM) se encuentra emplazado en el Boulevard Biscayne en el condado de Miami-Dade. Sus altos muros –con diseño futurista– se yerguen sobre la costa. Cuenta con imponentes salas, biblioteca, tienda, restó-bar, y una espectacular terraza con jardines colgantes mirando hacia la bahía. Desde su re-inauguración en el 2013, ha tenido niveles récords de visitas. Lo dirige Thom Collins, y Tobias Ostrander, curador en jefe, tiene la difícil tarea de programar las exhibiciones para llenar sus majestuosas salas.
Tobias nos cuenta, «el museo es un símbolo de la madurez de Miami en un contexto cultural. Aquí hay una comunidad artística muy fuerte con Art Basel, por eso nuestra programación y nuestro enfoque son sobre arte moderno y contemporáneo. Estamos pensando mucho en el contexto cultural de Miami y en cómo reflejar en exhibiciones el diálogo con otros contextos globales. Por eso inauguramos con Ai Weiwei, una exhibición muy grande a la que le siguió –con las mismas dimensiones– una de arte del Caribe, que fue muy importante para nosotros porque mucho de nuestro público tiene raíces caribeñas, de Cuba y Haití. En septiembre del 2014, realizamos una exhibición muy grande de Beatriz Milhazes, pintora brasilera, aprovechando que mucha gente de nuestro público tiene conexiones con Brasil, su comunidad es muy fuerte aquí».
El museo cuenta con 15 salas –organizadas por tema–, de las cuales seis son de exhibición permanente de la colección. La inauguración de AMERICANA estuvo compuesta por obras de artistas que trabajan en los Estados Unidos, el Caribe y América Latina, y en la de GPS (Global Positioning Systems) se montaron seis salas. «Tocamos el tema de la globalización y la influencia de artistas como Leonor Antunes –de Lisboa pero que vive en Berlín–, ella trabaja mucho con influencias modernistas de Europa. También hay tres salas de proyección, para instalaciones muy grandes. En el segundo piso pudimos colocar una escultura inmensa de Monika Sosnowska. También contamos con tres salas medianas, Focus Galleries (De enfoque), para exhibiciones pequeñas, en las que se exhiben obras individuales y que a veces usamos para mostrar colecciones privadas o colecciones especiales. También tenemos una programación muy dinámica de performances y de video; la performance por el Caribe la hizo una artista de Trinidad llamada Akuzuru, fue muy grande, con 12 bailarinas distribuidas en todo el museo, afuera y adentro. La realizaron en dos días, con dos performances distintas.
Tenemos un programa de residencias para artistas, curadores y escritores, Researcher In Residence (Investigador en residencia). El museo también cuenta con un Departamento de Educación y Public Programming (Programación pública), una colaboración entre los curadores y Educación, que no es abierta, es por invitación. Había un curador de Francia, Guillaume Désanges que trabajó con pláticas y lecturas muy «performáticas». Realizó una obra de teatro/lectura sobre Duchamp que fue muy interesante. Durante su residencia ‒estuvo aquí un mes‒ hubo dos performances y un proyecto que fue una exhibición/diálogo con un artista. Otra actividad es el trabajo con el grupo Yemenwed, que es de Nueva York, gente de danza, animación, performance, escritura. Ellos realizaron un workshop sobre healing, entre el yoga y la homeopatía, con las líneas del arte-terapia, como la cultura hippie.
En estos 10 meses asistieron más de 275.000 personas. Una cosa interesante para nosotros es que Miami tenía una historia de la cultura o una historia del arte muy cercana al mercado, por Art Basel. Y hay colecciones privadas impresionantes en Miami. Entonces, ¿cuál es el papel de un museo público, frente a esta realidad del mercado? No estamos en contra del mercado, pero queremos mostrar la diferencia entre un espacio público –y una colección pública– y una colección privada. Porque una colección privada no tiene el mismo sentido, la misma conversación con la historia del arte, el mismo compromiso didáctico. Para nosotros es muy importante el desarrollo de un público que esté pensando en una institución pública».
Tobias nos cuenta que desarrollar el sentido crítico es muy importante y enfatiza que una feria de arte solo vende. La diferencia radica en que el PAMM es un espacio para reflexionar sobre la vida contemporánea, la política, la historia del arte, y sobre a dónde va el arte hoy en día. «Es maravilloso tener un museo frente al mar con un diseño y una arquitectura originales, que realmente funciona como un espacio público e inclusivo, a través del diálogo con el paisaje, por ser un museo muy tropical con jardines colgantes y mucha luz natural.
El museo también se sostiene gracias al dinero público del County de la ciudad. Miami tiene dos gobiernos, del Condado y de la Ciudad, y tenemos apoyo de ambos. Es importante enfatizarlo porque con el nombre de Jorge Pérez la gente piensa que es privado, y tenemos mucho apoyo del lado privado, pero es un museo público en el sentido de los impuestos: la gente de Miami-Dade County votó a favor de pagar la construcción de este museo con sus impuestos. La construcción costó 220 millones de dólares, y más de la mitad del dinero fue del gobierno, y la otra parte provino de fuentes privadas».