Utopías, Resistencia y Artivismos en la Metamodernidad
Por Maximiliano Turri
En su último libro, la prestigiosa crítica y teórica del arte elena oliveras plantea una profunda reflexión acerca del estado del arte actual, a partir de una estimulante mirada filosófica. Conversamos con ella acerca de los conceptos que cruzan a el arte hoy, la IA y la comunicación en la época de los emoticones.
Maximiliano Turri: Comencemos por el título, por qué Distopías y Microutopías?
Elena Oliveras: Distopía y utopía no son sólo géneros literarios. Son categorías del pensamiento, es decir, conceptos generales que sirven a la clasificación y permiten distinguir entes particulares. Lo mismo sucede con el término “metáfora”. Es una figura retórica, como la sinécdoque o la metonimia, y también es categoría que diferencia a la obra de arte del resto de los objetos que se nos rodean. En la metáfora en el arte demostramos que toda obra de arte es esencialmente metafórica en tanto presenta imágenes del mundo a través de cualidades que son semejantes a las de ese mundo.
“Distopía” y “microutopía” son términos que tienen hoy una fuerte presencia como rasgos de la “metamodernidad”, el nombre de nuestro tiempo. Me gusta este término, ya que aquí el prefijo meta no quiere decir más allá, como cuando digo “metafísica”, sino que viene de metaxis, que es un término griego que quiere decir entre dos cosas y, en este caso, entre dos épocas. En efecto, estamos entre la postmodernidad y la modernidad. Si la postmodernidad alienta el surgimiento de distopías, la modernidad estimula la elaboración de utopías.
Los escenarios distópicos muestran un mundo indeseado, el de las guerras, el de la violencia extrema, el del desastre ecológico, mientras que los utópicos muestran un mundo feliz. Pero, contrariamente a lo que se podría deducir, no los considero opuestos en la medida en que la distopía puede “movernos el piso” y ponernos en el camino hacia un mundo mejor.
MT: Cuáles son las motivaciones que hay detrás del libro?
EO: Distopías y microutopías. prácticas de resistencia en el arte del siglo XXI es efecto de otro anterior: La metáfora en el arte, donde -como acabamos de ver- trato cuestiones generales de la obra de arte, tal su esencialidad metafórica. Frente a esta generalidad tuve la necesidad de enfocarme en algo más acotado y específico: el mundo de hoy, nuestro mundo, con sus rasgos propios y, sobre todo, sus urgencias.
Vivimos en un tiempo de urgencias y el arte no puede sino tomar partido. Considero que es demasiado tarde para ser pesimistas. Debemos actuar; de lo contrario, caeríamos en una suerte de suicidio colectivo. “Quien no lucha está muerto” dice Moacir dos santos, curador de la muestra del museo de arte contemporáneo de Río de Janeiro “Arte. Democracia. Utopía” (2019). Lo importante es resistir en medio de contextos adversos, como el que vemos en el video Nummeracht. Everything is going to be alright (Número ocho. Todo va a estar bien) del holandés Guido Van Der Werve. El video muestra a una pequeñísima persona (el mismo artista) que camina decidida sobre una superficie congelada en el Golfo de Bosnia. Desafía, imperturbable, a un enorme rompehielos que avanza detrás de él. Como es muy corta la distancia entre ambos, el desenlace podría ser fatal; sin embargo, sigue caminando, porque caminar es su única salida, lo único que puede hacer. Mientras camine, “todo va a estar bien”, como dice el título de la obra. Es que, si nos dejamos estar, si no caminamos, el desenlace sería fatal. Debemos movernos aun cuando el horizonte no sea claro y esté permanentemente corriéndose. Así, el ser humano metamoderno apunta a una presencia futura que es sin futuro claro y es precisamente a través del arte que llegaremos a visualizar el corrimiento —nietzscheano— del horizonte. en otras palabras, en tiempos metamodernos se pretende llegar a la verdad, o a una salida, aun sabiendo que nunca se llegará a encontrarla del todo. Pero igualmente se sigue buscando un horizonte que nos oriente.
Las descripciones de Nietzsche me llevan a preguntar: ¿cómo es posible que los filósofos tengan un imaginario tan rico como el de los artistas? Hay tantas imágenes geniales en el aforismo 125 de la Gaya ciencia, por ejemplo “¿Quién nos ha dado la esponja para borrar el horizonte?” Si no hay horizonte, si no hay un arriba y un abajo, todo se mezcla. Pero esto no es algo para lamentar sino, todo lo contrario. concluye Nietzsche que es un acto “grandioso” pues permite que el sujeto se ubique en el centro de la escena. Al no haber un horizonte, tendremos que caminar sin saber bien hacia dónde nos dirigimos. A pesar de que se lo suele tomar como una figura pesimista, está muy lejos de ello. La cuota de esperanza es importante, y sobre todo a partir del arte.
Nietzsche llega a plantear que el artista es más importante que el filósofo. asimismo sostiene que no hay arte pesimista, porque por más crítico, por más distópico que pueda ser un artista, se ubica en una perspectiva superior a todo lo que está representando, dado que lo puede ver y lo puede decir. Para él, gracias al artista podemos ser un poco más optimistas. Creo que es un autor absolutamente vigente además de ser el autor más citado por los filósofos postmodernos, como Lyotard o Vattimo. Considero que, más allá de la postmodernidad, también encarna a nuestra metamodernidad, un tiempo donde oscilamos entre lo moderno y lo postmoderno. Y es la modernidad actualizada en el hoy lo que permite hablar del retorno de la utopía, bajo la forma de microutopías.
MT: Sobre qué bases filosóficas trabajaste para la estructura del libro y como se relacionan con los artistas?
EO: El libro se estructura en dos partes: una, filosófica y otra que corresponde al análisis de las obras de los artistas. Yo vengo de la filosofía. Soy licenciada en filosofía por la Universidad Nacional del Nordeste. Luego, con una beca del gobierno francés, pude hacer un Doctorado en Estética en la Universidad de París. Fue allí donde inicié mi formación en arte, luego completada en argentina donde trabajé como crítica de arte y curadora.
Para distopías y microutopías busqué conceptos metodológicos de filósofos contemporáneos con los que se abren caminos de interpretación. Entre los más importantes están los que permiten ver la raíz política de las obras, como Jacques Rancière. En el reparto de lo sensible considera que la política no se define por el ejercicio del poder, si bien los que gobiernan hacen uso de él. Lo que resulta esencial a la política es el “reparto de lo sensible”, el “hacer ver”. Así el marxismo hizo ver a un sector de la sociedad que no había sido visibilizado: el proletariado. Y hoy el capitalismo hace ver –y gobierna- para los que ponen en acción la máquina productiva y consumista. El resto –jubilados, adultos mayores, carenciados, inmigrantes- es marginado: no es visto.
Considera Rancière que el arte tiene en común con la política el abrir un espacio de visión como lo hace, en el plano de la ecología, Romina Orazi, quien se considera “artista y jardinera”, al mismo tiempo. Tanto puede exponer en una galería como dedicarse a sembrar especies vegetales en un espacio barrial. Como participante de la XIII Bienal de la Habana presentó Retirada (2019), consistente en una barcaza de madera (símbolo de salvación en la inmigración cubana) cubiertas con plantas. Fueron elegidas de acuerdo con una encuesta lanzada en redes sociales en las que Orazi preguntó: “¿qué plantas usted salvaría ante grandes desastres naturales o ante una amenaza de guerra?” La propuesta proteccionista alcanza también a grupos humanos, como el de la villa Rodrigo Bueno, un barrio de pocos recursos ubicado en las cercanías de la zona lujosa de Puerto Madero (Buenos Aires). La idea es lograr allí soberanía alimentaria poniendo en el centro al “otro” marginado. O sea, por un lado, se aborda el tema ecológico y ,por otro, el tema del hambre y de cómo los que viven en esos barrios humildes a través del sembrar frutas y verduras, podrían, de alguna manera, ir solucionando el tema del hambre. Se plantea, en síntesis, proteger a las plantas y proteger a los humanos.
Para analizar la relación de la estética con la ética resulta clave el pensamiento de Jean Luc Nancy, particularmente su idea del ser-con. Esta -y no, como quería Descartes, el cogito ergo sum- es la verdad primera, clara y distinta, la que no necesita demostración porque todos, desde que nacemos, sentimos que no somos sin el “otro” (la madre). Bajar los conceptos filosóficos a las obras no supone que estas sean meras ilustraciones. Hay un ida y vuelta de los conceptos a las obras, y viceversa, que hace que ellos se enriquezcan y amplíen en sus extensiones semánticas.
MT: Cómo se interpreta el concepto de “resistencia” en el arte hoy? y el de “urgencias”?
EO: No sólo encontraremos resistencia entre los artivistas. En términos generales, los artistas, al sacarnos de la habitualidad o de la zona de confort, nos desestabilizan, resisten a un determinado statu quo. de modos variados practican el disenso estimulando el pensamiento, tal como sucede en las propuestas de Matilde Marín. Si bien sentimos que estamos tocando fondo ante el desastre ecológico, algunos (por ejemplo, el presidente Trump, entre otros) siguen bailando como en el Titanic.
Marín, a quien defino como artista y “colapsóloga” apunta a una sociedad más humana, que pueda desarrollarse sin agotar los recursos naturales. Recopila cientos de fotografías de humo aparecidas en la prensa gráfica, con sus respectivas leyendas, y logra con ellas escenas de gran intensidad. en algunos casos la catástrofe es natural, en otros, resulta de la acción humana. Ante la urgencia por resolver los graves problemas de nuestra sociedad, algunos artistas –artivistas- promueven la acción activando la utopía de un mundo más feliz. Y aquí es interesante ver que el término “utopía” podría ser reemplazado por otro más ajustado: “eutopía”. U en griego es no y topos es lugar. O sea, utopía sería algo que no tuvo lugar o que no tiene lugar. Pero ese no lugar en realidad es un lugar feliz. El prefijo eu significa feliz en griego, por lo tanto eutopía sería mejor término que utopía. Para llegar a ese lugar feliz, algunos artistas proponen acciones directas. es el caso de Ana Gallardo, quien concentra una parte importante de sus trabajos en la situación de la vejez, un grupo etario marginado, maltratado y hasta ridiculizado.
Los recursos utilizados por Gallardo son modestos y variados, pero no por eso menos efectivos. Ha creado varias “escuelas de envejecer” que funcionan como lugar de encuentro donde es posible plasmar deseos no concretados. Algunas mujeres, ya jubiladas, asisten y hacen lo que siempre desearon hacer y no pudieron por sus obligaciones, como cuidar la casa, criar hijos, etc. Allí cantan, bailan, pintan, se comunican entre ellas. esas escuelas son, digamos, parte de un “proyecto de urgencia”, de actuar “ya” para hacerles el mundo más feliz. Y así, además, Gallardo resiste al mito de que la juventud se haya sólo en los jóvenes. Con el tiempo también se puede acumular juventud, logrando hacer lo que siempre se quiso hacer. En El tiempo sin edad. Etnología de sí mismo, Marc Augé considera que mientras que el concepto de edad es burocrático y limitativo -en tanto relacionado con lo perdido-, el de tiempo se relaciona con algo nuevo por ganar, por ejemplo, en el ámbito de la libertad.
La lucha por ganar libertad superando mandatos pasivamente aceptados, es tema de Cariátide (final de) de Sofía Durrieu. Su performance nos lleva al mundo griego donde las mujeres tenían pocos derechos en comparación con los ciudadanos varones. Sin posibilidad de votar, tener propiedades o heredar, su lugar estaba en la casa y el único objetivo de sus vidas era la crianza de los hijos. Escapando a esos mandatos, Durrieu se libera de la base que la aprisiona en la que imaginamos la figura de la Cariátide que servía como pilar para sostener edificios griegos.
MT: Que tienen que decir los artistas en un mundo hiperconectado e hiperinformado/desinformado?
EO: Frente a la banalidad de un mundo hiperconectado e hiperinformado, pero en realidad desinformado, el arte tiene una importante misión. Debe contribuir a diferenciar la información (y sobre todo las fake news) del conocimiento auténtico. Corresponde a las variantes distópicas visibilizar el empobrecimiento de la experiencia y colocar al pensamiento en su lugar, superando la pereza que lleva a repetir, sin cuestionar, los lugares comunes. La serie Black Mirror, creada por Charlie Brooker, realizó una profunda crítica a nuestra “sociedad pantalla”. Mostró un mundo hipertecnificado donde resulta imposible vivir sin un celular encima, pegado al cuerpo. Carne y dispositivo se hacen uno mientras el encuentro cara a cara se retrasa, al igual que la actividad al aire libre o la simple contemplación de la naturaleza. Los individuos viven en una especie de “mónada” o burbuja individual que tiende a hacerlos indiferentes a la presencia del otro. La empatía se opaca. y así, para aquellos que en la sociedad capitalista tienen alimento y conexión wifi, la desgracia de otros se convierte en algo lejano.
Un mundo hiperconectado se mantiene, paradójicamente, desconectado de la realidad. es un mundo donde impera el simulacro como bien lo muestra Jean Baudrillard en Cultura y simulacro. es el mundo que muestra magistralmente el film de las hermanas Wachowski, Matrix.
MT: Como las nuevas formas de lenguaje afectan al arte y a los artistas?
EO: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” sostenía Wittgenstein. Hoy la reducción del lenguaje se asemeja a la neolengua que describe Orwell en 1984. Esa simplificación trae aparejado el empobrecimiento del pensar y pondrá una barrera con el mundo. La neolengua, centrada en eslóganes y frases hechas anulaba la aparición de ideas subversivas y transformaba al individuo en una especie de clon susceptible de manipulación. Hoy la estandarización del lenguaje se ejercita con el uso de emoticones que –debemos aclarar- no son ni buenos ni malos en sí. Lo malo es la multiplicación mecanicista del lugar común como parte de una rutina perezosa. En la suspensión negligente del pensar se anula el contacto profundo del sujeto consigo mismo. Volviendo a Wittgenstein diremos que el artista, con la riqueza de su lenguaje renovado, amplía los límites del mundo. Nos ayuda a pensar y a tomar una iniciativa. nos pone en movimiento consciente. “Los que no piensan son como sonámbulos” afirmaba Hannah Arendt.
MT: A qué te refieres con artivismo?
EO: La cuestión del artivismo resulta un asunto principal en el debate actual sobre la producción artística. Debemos observar que “artivismo” es un neologismo que surge de la unión de “arte” y “activismo”. Si bien cuenta con antecedentes en el siglo XX (y antes también), es una corriente en auge en el siglo XXI.
El término “activismo” define un tipo de conducta que favorece la acción directa (particularmente en el ámbito político y social). Enfatiza necesidades vitales y mueve a la acción, fruto de un compromiso social muy estricto.La dificultad en delimitar el alcance semántico del término “artivismo” es su estrecha relación con el “arte político” y el “arte crítico”. Ambos cuentan con abundante bibliografía en el terreno filosófico, desde Platón o Aristóteles, hasta Adorno, Benjamín, Marcuse, Rancière o Badiou, entre otros. El artivismo va más allá de la representación, de la crítica y del amplio campo de propuestas centradas en el poder transformador del arte. Lo caracteriza una conciencia movilizadora que da origen a acciones concretas. Suele estar en el cruce de prácticas de resistencia, como el ambientalismo o el feminismo y puede vincularse con la militancia o las movilizaciones. Sin embargo, los artivistas no responden necesariamente a un espacio político identificable como un partido o una organización. Lo propio del artivismo es que origina, o es parte, de una acción directa de transformación. responde a la intención de producir un cambio urgente de orden político, social o cultural, por lo que los artivistas resignifican el ideal de disolución del arte en la vida. Intentan concretar microutopías conducentes a un mundo mejor, como lo vimos en el caso de Ana Gallardo o Romina Orazi.
Otro ejemplo destacado de inserción del arte en la vida es Belleza y Felicidad Fiorito, quizás la obra de más largo aliento de Fernanda Laguna en la que participan artistas y vecinos de villa Fiorito. El proyecto comprende talleres de artes plásticas, literatura, música, performance y video, una galería de arte y una editorial. También se desarrolla un taller de serigrafía para el estampado de remeras, muchas de las cuales se utilizan como estandartes en manifestaciones de protesta feministas. Otro de los talleres se centra en la violencia de género con la presencia de mujeres que sufren malos tratos. Se cumple así con un nuevo “reparto de lo sensible” (Rancière) que visibiliza diferentes problemáticas, entre las que se incluyen las del colectivo LGBTIQ+.
MT: Puede haber poética en la Inteligencia Artificial (IA)?
EO: Podemos hablar de una poética limitada a los algoritmos, es decir una poética en extremo débil. Desde el punto de vista del programa operativo, el problema de la IA es que no llega a operar con la lógica de la abducción, más allá de la deducción o de la inducción. Se diferencia del arte como producto de un pensamiento complejo, donde opera muy fuertemente el sentimiento. Un pensamiento ligado al misterio y a lo inefable (del latín ineffabilis, de effari =decir), lo que resulta difícilmente expresable con palabras o signos codificados. Me sumo aquí a lo que dice Byung Chul Han: “la IA no puede pensar porque no se le pone la piel de gallina. le falta la dimensión afectivo-analógica, la emoción que los datos y la información no pueden comportar”. Debo agregar que, frente a los nuevos medios, no me siento totalmente integrada ni tampoco apocalíptica. Es obvio que no podemos excluirlos de nuestras vidas. Pero tendremos que esperar para ver qué camino recorre la IA en el campo del arte. Hoy queremos –apresuradamente- saber si la irrupción masiva de programas de generación de imágenes, como Midjourney o leonardo IA, o de textos como Chatgpt pueden competir con la creatividad de las personas. Y queda resonando la pregunta: qué quedará finalmente del “factor humano” en tiempos de las nuevas tecnologías? La pregunta es de muy difícil respuesta principalmente porque también lo considerado “humano” se está modificando. Resulta problemática también la cuestión de la autoría. con la utilización de la IA en la creación artística es difícil hablar de “un” autor. Podríamos hablar de coautoría. Si alguien utiliza la IA para crear, le tiene que dar la instrucción, que es un texto a partir del cual se generan las imágenes, como ocurre en Midjourney. Luego se las recrea en el ida y vuelta de una cadena de “sugerencias”. En términos del copyright se da un problema judicialmente serio dado que muchas las imágenes lo tienen y sus autores no son reconocidos.
También puede ocurrir otro fenómeno. La IA puede dar ideas y formas en las que tal vez los artistas nunca pensaron. Brindan, por un lado, un panorama muy amplio de posibilidades, pero, por otro, pueden generar una limitación que es la “pereza” ya que no se estimularía la posibilidad de imaginar otras formas inéditas.
MT: Que significado y objetivo crees que tiene el arte hoy?
EO: La obra de arte es una máquina de sentido. Habla sobre el mundo y nos hace pensar. Y así nos “cuida”. Deleuze y Guattari decían que algún día quizás se descubra que no hubo arte sino sólo medicina. Y hoy ese cuidado es fundamental. Por eso en mi libro hablo de la “hepimeleia heautou”, términos que en Grecia aludían al cuidado de sí. Esto es algo fundamental en el mundo de hoy. Es preciso desarrollar una estética de la existencia como la que defendieron Demócrito, Leucipo, Epicuro o Diógenes. Ellos sentaron las bases de una vida sabia y feliz, de hedonismo desbordante. carpe diem (vive el día), el enunciado de Horacio, les cabe plenamente. El cuidado de sí se conecta con el autoconocimiento y con el amor hacia los demás, algo a lo que no contribuye nuestro tiempo del “sálvese quien pueda”, del egoísmo materialista. Pero allí están los artistas para mostrar las zonas críticas del mundo de hoy. Sus obras nos hacen pensar como sólo ellas pueden hacerlo, a través de los sentidos y del sentimiento. Y no sólo quedan en el mero registro de lo que sucede. También se dirigen al futuro habida cuenta de la tendencia natural del ser humano a la felicidad. Estimular esa directriz que cada uno de nosotros guarda en su interior y convertirla en aspiración trascendente que vale la pena practicar es, precisamente, uno de los objetivos del arte.
Según mi experiencia, las obras nos acompañan como seres vivos que nos hacen sentir y pensar. viven, vibran y nos interpelan. Además se convierten en efectivos antídotos contra la soledad, porque cuando uno está en contacto con una obra de arte no está solo. Ya lo planteaba Kant cuando hablaba de la universal comunicabilidad de la obra de arte. Frente a una obra de arte, uno siente que otros también podrían participar de ese sentimiento de placer que nos inunda. Entonces, a través de ella también nos estamos comunicado con un conjunto de seres que participarían del mismo sentimiento. En la música eso se vuelve muy evidente por su poder de crear comunidad.
Es interesante ver cómo la obra –en tanto ser vivo- se independiza de la intención de su autor. Duchamp decía que el coeficiente de arte estaba en la diferencia entre lo que el artista se proponía hacer y lo que finalmente resultaba. Sin esa diferencia la obra sería una ilustración de una idea previa. Pero la obra se comporta como un ser vivo y libre, lo que recuerda el caso del padre que quiere que su hijo sea de tal manera y luego el hijo va a hacer su vida, se independiza. así encuentra su vitalidad y su libertad.
MT: Cuáles son tus próximos proyectos?
EO: Seguiré profundizando el tema de las microutopías dando un espacio especial a quienes sienten, particularmente en Latinoamérica, que el mundo debe y puede ser cambiado. En ese grupo están los artistas que sienten que ya no hay tiempo para ser pesimistas. No podemos darnos ese lujo. No intervenir en los graves problemas que afectan hoy al mundo es aceptar un destino suicida de la humanidad. Es, por ejemplo, cerrar los ojos ante el calentamiento global que está derritiendo los hielos y hace que aumente peligrosamente el nivel del mar. por mi profunda fe en el arte, dedico el libro a los artistas que luchan por hacer del mundo un lugar más justo y más humano. Son los que -con estilos diferentes que van desde la figuración hasta la abstracción- estimulan el pensamiento y la acción dado que, en realidad, estética y ética son dos caras de la misma moneda. Mis próximos proyectos están orientados a volver más visible esa relación.
Foto Portada: Portada del libro Distopias y microutopias, prácticas de resistencia en el arte del siglo XXI, de Elena Oliveras. Imagen de cubierta: Sofia Durrieu. Cariátide (final de), Instalación performática/situación. 2:45´, yeso, soga sintética, madera, tolla, látex, cadena, neoprene, cinta de nylon, hierro, velas. Kakadenkondensator, Basilea, Suiza, 2019.