Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Menu +

Arriba

Top

24 diciembre, 2025

Enrique Fornieles: La herencia afectiva de la madera

Por Etan Niño Del Río

Enrique Fornieles: La herencia afectiva de la madera

—La obra de Enrique Fornieles se despliega como una cartografía sensible donde el paisaje, la abstracción y la memoria convergen en un delicado equilibrio entre materia, emoción y tiempo. Arquitecto y urbanista de formación, su práctica pictórica se construye desde el azar y la contemplación, articulando superficies veladas, maderas trabajadas a mano y juegos sutiles de luz y sombra que invitan a una experiencia perceptiva pausada, casi meditativa.

En el marco de su exposición titulada Maderitas, presentada en la Galería Marifé Marcó de Barcelona, conversamos con Fornieles sobre el extenso proceso creativo que sostiene esta serie, la herencia afectiva de la madera, el vínculo entre urbanismo y pintura, el duelo que interrumpió su producción durante una década y la importancia del espectador como descubridor activo de la obra.—

 

Etan Niño: ¿Habías realizado alguna exposición fuera de Argentina?

Enrique Fornieles: Sí, a inicios de los años 80 me invitaron de parte de la embajada Argentina en Sao Paulo a realizar una muestra y luego expuse en una galería colombiana llamada Del Arca.

 

EN: ¿Cómo te sientes habiendo logrado venir a exponer a Barcelona? ¿Era algo que tenías en mente desde hace tiempo o fue una cuestión que salió de manera fortuita?

EF: Yo hace mucho que tenía pensado salir de Argentina con mi obra. Me interesaba México, Miami y Europa. La exposición aquí en Barcelona se dio por circunstancias casuales gracias a la crítica de arte Elena Oliveras, quien me presentó a Margarita Gómez, la dueña de la Galería Marifé Marcó.

En los últimos tres años he disminuido mi carga laboral en el mundo del urbanismo y he comenzado a dedicarle más tiempo a mi pintura, así que en cuanto me vi más libre quise salir con mi obra. El contacto que estableció Elena con Margarita fue la chispa que inició esta aventura.

 

 

EN: Eres urbanista y arquitecto de profesión, pero ¿cuándo llega el arte a tu vida y cómo es que este se ha relacionado con tu práctica profesional a lo largo de los años? ¿Sientes que han sido dos áreas que se combinan y dialogan en una constante retroalimentación o son cosas totalmente separadas?

EF: El arte llega a mi vida a través de mi padre. El era notario, o como le decimos en Argentina, escribano, pero además pintaba. Hizo pintura abstracta y figurativa, pero creo que esencialmente era un gran dibujante. Yo aprendí con él desde los cinco, seis o siete años, al principio pintábamos juntos y luego agarré vuelo y seguí por mi cuenta.

Siento que él vivió el arte a través mío, ya que nunca pudo dedicarse a la pintura tanto como le hubiera gustado. Yo nunca encajé del todo dentro de lo formal que era mi familia y creo que él fue muy perceptivo con eso. Siempre que exponía, se publicaba algo sobre mi obra en algún diario o ganaba un premio me llamaba para felicitarme y conversar al respecto. El arte siempre fue un lugar seguro dentro de nuestra relación, era la única temática sobre la que no discutíamos.

La verdad es que hasta esta muestra casi no era consciente de que estas dos prácticas tenían cosas en común. No fue hasta que leí el texto de la curadora Elena Oliveras, en el que mencionaba la existencia de un paisaje horizontal y otro vertical en mis pinturas, que me hice consciente que había un link entre el urbanismo y el contenido de estas.

Comencé a ver este paisaje vertical plagado de maderitas como una especie de trazado urbanístico en el que cada pieza simboliza el techo de una casa o de un edificio. He estado haciendo urbanismo en los últimos treinta años y nunca me había dado cuenta de esta relación.

 

 

EN: ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración a la hora de crear? ¿Vienen desde la arquitectura, la historia del arte u otro lugar?

EF: Mi proceso creativo comienza sin un plan definido; nunca sé cómo empezará un cuadro ni en qué terminará. A medida que trabajo en una serie, a veces descubro técnicas o gestos que me gustaría conservar y desarrollar en el futuro. Un ejemplo de esto son dos obras de Maderitas que, aunque siguen la línea general de la serie, se distinguen por un trazo más gestual y expresivo.

A largo plazo, me gustaría explorar cambios más drásticos sin abandonar del todo mi estética actual. Por ejemplo, reducir el elemento paisajístico e introducir fragmentos textiles con pliegues o agujeros, que dejen ver el fondo a través de ellos. Son ideas que tengo en mente, pero que por ahora permanecen en espera.

Ahora me compré unos bastidores pequeños que planeo usar durante un viaje que realizaré en enero al norte de la Argentina a una zona que es selva tropical y montaña llamada “Las Yungas”. Sé que me llevaré tres o cuatro bastidores chiquititos y que algo haré con eso, por ahí van las maderitas nuevamente y también otras cosas que aún desconozco. La inspiración me llega desde distintos lugares, desde mi propia obra, o de materiales que me he propuesto usar en determinado momento, como te acabo de mencionar, pero siempre va acompañada del azar como factor.

Otra fuente de inspiración para mí son las sensaciones que me atraviesan mientras pinto. El proceso creativo captura el momento presente, y eso se refleja incluso en los títulos de las obras. Por ejemplo, si un amigo me llama y me comparte algo importante mientras estoy trabajando, es muy probable que el cuadro termine dedicado a él en su nombre. No se trata de que aparezca literalmente en la imagen, sino de que el título conserve la huella de ese instante. Así, nombro mis pinturas según lo que vivo y siento mientras las creo.

 

EN: Has mencionado que la naturaleza es una gran fuente de inspiración para ti a la hora de realizar tus obras, ¿podrías profundizar en ese tema y contarnos cómo se da esa relación y cómo trabajas esa influencia?

EF: Nunca me habían hecho esta pregunta. Cuando veo un cuadro que no es mío donde está retratada la naturaleza no me interesa el tema en sí, sino su composición a nivel abstracto. Cuando veo un tronco, por ejemplo, no veo un tronco, sino una línea, una línea entre ritmos que dialoga con otros objetos y proyecciones de luces y sombras desde distintos ángulos. Siempre estoy analizando un cuadro como si este fuera abstracto, me desprendo de la anécdota y trato de entender lo que me produce emocionalmente en ese momento.

Para mí, la esencia del arte está en su capacidad de transmitir emociones y sentimientos. Desde esta convicción, distingo al artista del artesano: mientras el artesano domina una técnica, por depurada que sea, su trabajo repetitivo no prioriza la misma carga emocional que el acto creativo único del artista. De hecho, muchos grandes artistas han terminado convertidos en artesanos de su propio éxito, repitiendo un estilo hasta que su trabajo se volvió mecánico. Yo pretendo seguir siendo un artista hasta el día que me muera y si algún día me doy cuenta de que dejé de ser artista voy a dejar de pintar.

 

 

EN: Tanto en tus acuarelas como en tus pinturas veo eso que me acabas de mencionar, veo paisajes condensados en una abstracción poética.

EF: ¡Eso es una síntesis fantástica de lo que quiero hacer! Aunque no siempre lo logro. Si tras un año de trabajo un cuadro no me convence, lo rompo, guardo el bastidor y lo vuelvo a entelar para empezar de cero. Tu descripción, de verdad, es justo lo que busco.

 

EN: ¿Entonces, estos paisajes se desprenden de tu inconsciente arquitectónico-urbanístico o son paisajes interiores, cómo los concibes?

EF: Qué difícil tu pregunta. Luego de leer las palabras de Elena Oliveras sobre mis obras creo que estas se desprenden de mi inconsciente arquitectónico-urbanístico.

Como te dije antes, el urbanismo es hacer calles, hacer jardines, hacer sendas. Mi concepto del urbanismo es que nunca deben existir rectas, siempre tienen que haber curvas acompañando a la naturaleza y creo que logro generar una síntesis de eso en mis obras.

Desde hace treinta años que hago este tipo de urbanismo, pero no era consciente de que esos mismos principios son los que pueden estar alimentando lo que hago en el ámbito del arte hoy en día. Ahora que me lo preguntas me doy cuenta de que hace treinta años, mientras hacía un urbanismo que buscaba la sinuosidad, estaba paralelamente haciendo obras abstractas absolutamente rígidas.

Hace muchos años, en Argentina, me presenté a un concurso donde estaba como jurado Clorindo Testa, un arquitecto que también era pintor que me gustaba mucho. Él generalmente sólo producía obra para exponerla, pero las piezas eran de una fuerza, un vigor y una soltura maravillosa. Yo lo admiraba mucho, así que luego del concurso me acerqué a conversar con él y me dijo: “El día que te sueltes y te desprendas de la rigidez, la vas a romper, vas a explotar”.

Aunque fue hace mucho tiempo, lo recuerdo con claridad. Creo que, finalmente, he logrado alcanzar esa soltura a la que se refería Clorindo.

 

 

EN: Tu última exposición Maderitas es la etapa actual de un largo proceso de trabajo creativo con la madera como material, ¿cuándo y cómo se integró la madera a tu producción artística? ¿Cuál es tu relación con ella? ¿Esa relación surge a partir de la arquitectura o desde otro lugar?

EF: No recuerdo exactamente cuándo se integró la madera a mi producción, pero tengo una estrecha relación con este material desde mi infancia. Cuando éramos niños, mi padre nos construía mundos de madera a mí y a mis hermanos.

Con una pequeña sierra, cortaba maderas para armarnos castillos, o modelaba trincheras y montañas donde desplegar nuestros soldaditos. Su ingenio brillaba especialmente con los títeres: mientras la técnica tradicional usa papel maché húmedo para modelar, él inventó su propio método, más rápido, duradero y con un acabado escultórico único.

Agarraba un mate, lo vaciaba, le ponía un pedazo de cartón y con maderitas iba haciendo las narices, los ojos, las bocas… Después usaba trapos para forrar este molde y hacer la piel de estos títeres que luego pintaba, para posteriormente ponerles pelucas. Una amiga de mi madre lo ayudaba y le hacía los vestidos a estos títeres. Toda esta producción culminaba en obras de teatro de títeres escritas por él, que presentaba los domingos en la parroquia para todo el mundo.

Todavía las tengo, están escritas en verso. Hay una que se llama El Mago Papeta y va así: “Yo soy el Mago Papeta, a quien el miedo respeta y hasta el mismo lucifer / soy el dueño de las moscas, mosquitos y moscones y hago que salgan chichones en las narices de los malos ladrones”.

De ahí viene seguramente mi relación con la madera y me doy cuenta ahora que te lo estoy contando. Esa pasión por transformar la madera es una herencia de mi padre.

 

 

EN: Tu última exposición incluye cuadros de gran formato y también acuarelas de pequeño formato, ¿Cómo conviven ambos formatos en el ecosistema de tu muestra?

EF: Las acuarelas son lo primero que hice de esta serie, las hice durante el confinamiento en pandemia con lo que tenía a mano en casa. Estas son las acuarelas que enmarqué y que son parte de Maderitas, pero paralelamente a la producción de los cuadros de gran formato que componen la exposición, seguí pintando otras acuarelas que tienen una relación motívica mucho más estrecha con ellos. Las acuarelas y los cuadros conviven en la muestra como partes de un mismo proceso creativo, pese a que las considero como dos series distintas.

 

EN: ¿Cómo llegaste a concebir este corpus de obra? ¿Gira en torno a un concepto, a una cuestión formal o emergió de manera natural sin ningún tipo de premeditación?

EF: Creo que los cuadros mutaron cronológicamente desde las acuarelas hasta convertirse en lo que son ahora. Como te mencioné, las primeras acuarelas surgen en la pandemia, por lo tanto la inspiración surge un poco de ir haciendo con lo que tenía, por ahí sin ningún tipo de premeditación. Luego, cuando pudimos salir de casa a comprar insumos comencé a pintar cuadros más grandes.

En ese periodo hice tres cuadros que nunca me convencieron del todo porque sentí que en ellos seguía pintando acuarelas, era como si aún no hubiese hecho el salto real de un formato a otro. No sé qué haré aún con esos cuadros, no sé si transformarlos en otra cosa o simplemente destruirlos, como he hecho tantas veces en el pasado con obras que no me llenaron.

Si tuviera que definir una especie de común denominador conceptual entre los cuadros diría que son mis ganas por profundizar en el uso de la madera como material. Desde hace años que vengo usando la madera en mi producción artística, pero nunca le había dedicado una serie completa a su exploración.

En otro periodo de mi vida utilicé palitos de madera que recogía y pegaba en los cuadros sin intervenirlos de ninguna manera, ahora yo mismo trabajo la madera y la modelo de la manera que quiero, es un proceso muy distinto.

Siento que la nota curatorial que me hizo Elena Oliveras me hizo ver mi trabajo con otros ojos y me motivó a seguir produciendo esta serie. Actualmente llevo alrededor de cincuenta o sesenta obras de esta serie y me gustaría llegar a las ciento veinte o por ahí.

 

 

EN: En la parte de atrás de tus obras además de tu firma y una fecha, hay un número que por lo que me di cuenta va por el seiscientos y pico, ¿Qué representa ese número?

EF: A lo largo de toda mi carrera artística he ido enumerando cada una de mis obras, ese número que está en la parte de atrás de cada cuadro representa eso. Hace un tiempo atrás me encontré con un señor que tenía mi cuadro número dos y se lo compré, es un cuadro de la década de los 80 más o menos.

Mi historial de obra pasó de los cuadernos de antaño a una base de datos digital en excel. Hoy puedo consultar con exactitud el destino de cada pintura: las vendidas, con nombre de comprador; las regaladas, y las que aún forman parte de mi colección personal.

 

EN: Tus cuadros son una síntesis de distintos materiales que los hace ricos en cuanto a su capacidad de mutar ante la mirada de quien lo contempla, dependiendo de la perspectiva que adopte frente al cuadro como objeto. Con esto me refiero a los juegos de luces y sombras que se producen entre el voile que los cubre y las maderitas plateadas que emergen tridimensionalmente desde la tela. ¿Cómo llegaste a esa síntesis y cuál es la importancia que le das a la perspectiva del espectador a la hora de crear?

EF: En realidad no sé cómo llegué a esa síntesis porque comienzo a crear y no sé dónde voy a terminar. Un día descubro eso desde mi exploración personal y lo empiezo a desarrollar de distintas formas, no tengo un método, a veces fluye y otras veces no.

Para mi la figura del espectador es fundamental a la hora de crear, me encanta pensar que mis obras son mundos por descubrir. Lo que me molesta es tener que contar tanto mi obra verbalmente, puesto que quiere decir que hay algo que no estoy transmitiendo claramente.

Por ejemplo, en esta muestra la iluminación es fundamental para apreciar el juego de sombras que producen las maderitas. Lamentablemente, el ángulo de las luces en la galería no las hace aparecer tanto como me hubiese gustado. Hay gente que estuvo analizando los cuadros y logró descubrir el detalle de las sombras sin que yo les dijera nada, lo cual me puso muy contento, pero no fue la mayoría.

Me he estado despertando estos días bien temprano por la mañana a pensar en soluciones a este problema y se me ha ocurrido generar una especie de luz modular que cuelgue de cada cuadro iluminándolos individualmente. De este modo no tengo que preocuparme de las condiciones lumínicas particulares del lugar donde estén colgados los cuadros para saber que siempre se logrará apreciar el efecto de las sombras. Aún estoy pensando en maneras de llevar esto a cabo y no me he puesto a diseñar prototipos, pero lo haré en cuanto vuelva a Argentina.

 

 

EN: Bueno, vas a medio camino de la serie recién, aún estás a tiempo para implementar todos estos cambios. Comenzaste la serie con maderitas rectangulares pintadas de blanco y luego seguiste haciendo maderitas un tanto más cilíndricas con una superficie plateada semi reflectante, lo cual cambió sutil pero sustancialmente el juego de luces y sombras que se produce en las obras, ¿seguirás mutando la forma de trabajar la madera en los cuadros? ¿Qué hay de los fondos, tienes planes de modificarlos o de implementar algo nuevo que no hayamos visto en la serie hasta ahora?

EF: Así como la serie se ha modificado desde que comencé a hacerla seguirá mutando hasta que la termine. Los fondos son los más susceptibles a pequeños cambios constantes, es mi parte pictórica más clásica y quizás a la que me aproximo con mayor soltura. Las maderitas tienen un proceso de transmutación más lento pero igualmente cambiante.

El último cuadro que hice antes de venirme a exponer a Barcelona es uno donde ya estoy implementando cambios importantes tanto en los fondos como en las maderitas. Es un cuadro que le hice a Elena Oliveras donde utilizo unas maderitas que ya no son cilíndricas ni rectangulares, sino que son pequeños volúmenes prismáticos irregulares, cercanos a trapezoides o cuñas, algunos de ellos con dos caras plateadas.

En este cuadro implementé sin querer unas manchitas negras que parecieran ser bichitos que deambulan por el cuadro. Estaba pintando y de repente se me chorrearon unas manchas con pintura negra aguada y se generaron estas manchas que me gustaron mucho, así que decidí que serán un motivo intencional de aquí en adelante en algunas obras.

Observando estas pequeñas manchas me percaté de que en el piso de madera de mi atelier se forman de manera natural manchas muy similares que también parecen bichitos, lo cual hizo que este hito azaroso cobrase una resonancia visual distinta.

 

 

EN: ¿Qué tipo de madera utilizas para realizar tus obras y qué tipo de maquinaria usas para modelarla?

EF: El problema que tengo con mis cuadros es que si uso una madera común me quedan muy pesados, entonces tengo que recurrir siempre a maderas livianas.

Utilizo madera de un árbol que se llama Kiri, el cual proviene de Japón y que en Argentina se produce de manera industrial. Es un árbol que crece muy rápido, cuya madera es muy liviana, pareja de color y de veta compacta pero pastosa al cortarla. Lo malo es que al ser una madera tan blanda hay bichos que se la comen y la agujerean, entonces tengo mucho desperdicio.

Tengo una sierra circular de mesa con pedal para cortar y otra máquina para lijar y pulir. Estas son las dos máquinas que utilizo primordialmente, pero tengo una tercera pulidora más fina que uso en algunas ocasiones.

La sierra gira a una velocidad infernal y es muy peligrosa, de hecho en una ocasión llegué a contarme tres dedos por culpa de la inercia con la que sigue girando la sierra incluso después de que se deja de apretar el botón que la activa. Por suerte pudieron volver a ponerme los dedos, aunque uno me quedó un poco chueco y perdí la sensibilidad. Hoy en día ya no acerco mis manos a la sierra, tengo un dispositivo que inventé para poder manipular la madera a distancia.

Mi práctica me ha llevado a usar máquinas de carpintería que los pintores convencionalmente no utilizan y también a trabajar la tela de manera cenital y horizontal si se quiere. Yo no utilizo atriles, pongo la tela directamente en una mesa con superficie de chapa galvanizada y pinto sobre ella. Luego la tiro al piso y con un palito voy viendo la distribución de las maderitas. Tengo también una mesa especial en la que puedo tensar y colocar de manera efectiva el voile que cubre el lienzo y las maderitas en mis cuadros. Como puedes ver tengo un taller un tanto distinto al de la mayoría de los pintores.

 

 

 

EN: Supe que estuviste alrededor de diez años sin producir obra, ¿a qué se debió esa pausa en tu carrera artística?

EF: Bueno, como te he comentado a lo largo de la entrevista, mi padre es una figura fundamental en mi vida, sobre todo en lo que respecta al arte, así que esta pausa en mi carrera se debe a un largo duelo que hice tras su muerte.

Hace como veinte y pico de años iba a tener una muestra en una galería Argentina, ya teníamos prácticamente todo preparado y unos diez días antes comencé a sentir que no debería hacer la muestra, algo me decía que no la hiciera, así que llamé a la galerista y cancelé. Supón que esa muestra se inauguraba un día martes, el jueves anterior falleció mi padre, que estaba impecable, de manera repentina. De alguna manera lo supe antes, lo presentí. A partir de ahí se me fue mi soporte, con quien siempre hablaba de arte y empecé a dejar de pintar.

Estuve años sin pintar nada y si hice algo no tuvo enganche ni valor para mi, fueron intentos fallidos. Durante ese periodo de tiempo me dediqué de lleno al urbanismo, era como mi vía de escape, ya que era una disciplina que no me vinculaba emocionalmente con mi padre.

Pasó un largo tiempo y quien me incentivó a volver a pintar fue mi madre, con quien en realidad yo tenía una muy mala relación. Cada cierto tiempo me decía “volve a pintar, hacelo por tu padre”, hasta que un día me dije que volvería. El día que volví a pintar sentí que pude soltar a mi padre y empezar de vuelta.

Al tiempo de volver a pintar me contacté con Niko Gulland quien había tenido mi obra en su galería durante años y decidimos hacer una retrospectiva el año 2013. Ese fue oficialmente mi regreso al arte, desde ahí no he dejado de crear.

 

EN: Tu obra me transmite mucha calma, siento que las sutilezas con las que me encuentro ahí me permiten adentrarme en una suerte de meditación y conectar con mi mundo interno a través del mirar como experiencia perceptual. ¿Cómo es tu relación emocional con tu obra?

EF: Tú me podrás haber visto en la galería, a veces voy solo y si no hay nadie me quedo largo rato mirando las obras, recorriéndolas, fotografiándolas, descubriéndolas. Generalmente soy muy rápido para mirar, pero mis obras me gusta contemplarlas con mucha paz y tranquilidad. Cuando una obra mía no me gusta no soy capaz de disfrutar mi cercanía con ellas y prefiero transformarlas o derechamente destruirlas.

Creo que hay una diferencia importante entre mirar y contemplar. Cuando miro el paisaje no soy un contemplador, soy un tipo que mira y agarra muy rápido, tengo buena memoria visual. Es una habilidad que me ha servido mucho en el urbanismo, sobre todo en las salidas a terreno que hacíamos previo al inicio de los proyectos.

Para mi contemplar es desgranar la obra más allá de cómo se ve, voy a la estructura misma en su estado puro, pero no llego a experimentar una autoexploración o un autoconocimiento a través de esta contemplación, no sé si soy capaz de eso, es una limitación mía.

Puedo simplificar y llegar a la síntesis de otros, pero de lo mío creo que no lo puedo hacer, no tengo esa capacidad.

 

 

EN: Ya para cerrar, ¿cuáles son tus planes futuros en el ámbito del arte?

EF: Quiero seguir trabajando y mostrando mucho. Creo que estoy en una etapa en la cual tengo la necesidad de mostrar y de sentir la gratificación de vender una pintura.

Quiero que haya gente que tenga obra mía, pero no por una cuestión económica, la arquitectura y el urbanismo me han permitido dedicarme a la pintura con soltura, quiero que la gente tenga obra mía porque me llena de alegría pensar que alguien la tendrá en su casa y podrá disfrutarla tanto como yo he disfrutado de hacerlas y de poder contemplarlas.

Para que esto suceda tengo que seguir mostrando mi obra y eso puede ser en México, Miami, Europa o donde sea. Planeo terminar esta serie y seguir con otra y luego otra y así hasta quizás quien sabe cuando.


Siguiente Artículo

Esta es la mas reciente nota