Explorando la Colección #07 Alejandro Puente / Estanislao Florido
El proyecto EXPLORANDO LA COLECCIÓN surge con el objetivo de difundir y profundizar
el conocimiento sobre las obras del acervo de la Colección AMALITA.
El ciclo comprende dos o tres instancias en el año, en las cuales se investiga y exhibe una obra
de la colección en diálogo con la producción de un artista contemporáneo, el cual será seleccionado por un curador invitado. Asimismo, forman parte del proyecto, conciertos musicales y actividades para niños.
Durante el 2018 se seleccionaron las obras de Juan Batlle Planas, en diálogo con la producción
site specific de Maruki Nowaki y la curaduría de Claudio Iglesias; Gyula Kosice con la instalación de
Marcela Cabutti y la curaduría de Marina Oybin; y Mildred Burton, con Gabriela Francone como
curadora invitada, quien seleccionó a la artista contemporánea Luciana Rondolini. En la primera edición de 2019 se presentaron obras de Alicia Carletti y Alita Olivari, bajo la curaduría de Verónica Gómez. A principios del 2020, se exhibieron las obras de Demetre Chiparus y Nushi Muntaabski, y se invitó a Cristina Schiavi como curadora. A partir del mes de agosto se lanzó la exhibición online de este proyecto con obras de Nicolás García Uriburu y Valentín Demarco, con Joaquín Aras como curador invitado.
En esta última edición del año se seleccionaron obras de Alejandro Puente y se invitó a Victoria
Verlichak como curadora, quien eligió al artista Estanislao Florido para que produjera obra nueva.
La muestra estará disponible desde el 18 de diciembre de 2020 hasta marzo de 2021 de martes a
domingo de 12 a 20 h en el segundo piso.
Imperio errante
por VICTORIA VERLICHAK
Estanislao Florido dialoga con dos pinturas de Alejandro Puente —pertenecientes a Colección Amalita— que lo inspiran a tejer una trama con vestigios y símbolos de antiguas culturas, marcando continuidades y rupturas e inaugurando una nueva narrativa. Las dos obras de Puente (La Plata, 1933 – Buenos Aires, 2013), con espacios ilusorios, líneas claras y diseños sin curvas que juegan con la noción de perspectiva, sintetizan su adhesión a un sistema sensible que tiene a la forma y al color en el centro de sus preocupaciones.
A Puente le debe haber gustado el sonido de las voces prehispánicas de los títulos: Traricú y Xanocochas.
Parecieran atesorar resonancias de su experiencia estética ante el emocionado encuentro primero con el arte indígena peruano, luego profundizado y alimentado por sucesivos descubrimientos de expresiones culturales de pasadas civilizaciones de México, de toda América. Traricú en lengua pampa quiere decir “maniatado”, pero también nombra a los hilos de cuentas que llevaban algunas mujeres como pulseras.
Xanocochas es un nombre ficticio, tan inventado como la descripción de estos proyectos que, quizás, trazan estudios para altares de adoración, pirámides como símbolos de poder o plataformas de observación astronómica. Con relación a las pinturas, las palabras de los títulos no describen nada en particular.
En Imperio errante, Estanislao Florido (Buenos Aires, 1977) reinterpreta estas obras de acento
constructivista e inspiración americanista para crear otras imágenes, surgidas de su observación de la naturaleza y las vistas del país. La ola del tiempo arrojó a estas orillas trazas arquitectónicas y diseños ancestrales artesanales de aquellos imperios que supieron levantar construcciones tan majestuosas como misteriosas.
Con la libertad que otorga el arte contemporáneo, Florido recupera maravillosos colores, pliegues de
arquitecturas y signos precolombinos que, como decía Joaquín Torres García, en el encuentro con las vanguardias europeas son “un teclado de lenguaje gráfico… con el que se puede expresar todo”.
En estos trabajos sin título, Florido también incorpora ecos de la abstracción, con aristas geométricas, vislumbrados en la trayectoria de Puente y de otros artistas rioplatenses. Después de todo, Florido concibe la historia del arte como un intenso tránsito circular, como “una película construida por todos los cuadros alguna vez pintados, puestos uno sobre otro, repitiéndose, hasta el infinito”.
Alejandro Puente (La Plata, 1933 – Buenos Aires, 2013) Estudió Teoría de la Visión con Héctor Cartier. En 1967 obtuvo la Beca Guggenheim. Entre 1968 y 1971 se radicó en Nueva York. Luego regresó y se estableció en Argentina. Se desempeñó como Profesor de Pintura en la Universidad Nacional de La Plata y en la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova”. A lo largo de su trayectoria recibió importantes premios y distinciones, entre los últimos el Primer Premio Salón Telecom Argentina (1995), el Primer Premio Salón Banco de la Provincia de Buenos Aires (1999), el Gran Premio Salón Nacional de Pintura (2001), el Premio Konex (2002), el Premio Arlequín de Oro, Fundación Pettoruti (2002) y el Premio Rosario, Fundación Castagnino (2003). Desde 1960 realizó numerosas exposiciones individuales y participó en las principales exposiciones colectivas nacionales e internacionales. En 1985 representó a la Argentina en la 18ª Bienal de São Paulo, Brasil. Desde 1985 fue Académico de Número en la Academia Nacional de Bellas Artes, Argentina. Fue curador del proyecto “Ojo al País”, apoyado por el Fondo Nacional de las Artes y la Fundación Antorchas. En 2006 integró el Consejo Asesor del Museo Nacional de Bellas Artes. En 2007 se emplazó su mural “Homenaje al artista artesano” en el Museo de Arte Popular “José Hernández”. En 2008 fue declarado “Ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires”. En homenaje a su labor docente entre marzo y mayo de 2014, el Museo de Calcos y Escultura Comparada “Ernesto de la Cárcova” organizó la exposición Alejandro Puente. Huellas sensibles, bajo la curaduría de Cristina Rossi. El Espacio de Arte de Fundación OSDE presentó en mayo de 2015 la muestra Alejandro Puente. Abstracción y tradición americana, comisariada por Mariana Marchesi. Su obra está representada en numerosas colecciones públicas y privadas, tanto en la Argentina como a nivel internacional.