11º edición del Festival internacional de literatura de Buenos Aires – FILBA
Por Maxi Moncalvillo
Este año el Festival internacional de Literatura de Buenos Aires celebró su 11º edición y convocó al público desde la transversalidad del concepto de límite, entendiéndolo como una frontera, una línea que divide lugares, territorios, experiencias. Ese borde, ese punto final, también es la puerta de entrada hacia un nuevo horizonte, hacia nuevos encuentros con otro u otros, con una otredad que nos interpele y que rompa toda lógica de lo instituido, de lo dado, irrumpiendo así con nuevas semánticas instituyentes, nuevas realidades (o nuevas posibilidades de dar sentido a la realidad), nuevas formas de relacionarse o vincularse con lo desconocido.
El Festival, realizado entre los días 25 y 29 de septiembre, estuvo distribuido en 12 sedes de distintos espacios culturales de la Ciudad de Buenos Aires y contó con numerosos escritores y escritoras nacionales, como Claudia Piñeiro, Fabián Casas, Hernán Casciari, Darío Z, Pablo Plotkin, Alejandra Kamiya, Leila Guerreiro, Ángeles Salvador, entre otros; y también con escritores y escritoras internacionales de una basta trayectoria y relieve de distinción y calidad, como lo son Lorrie Moore, M. John Harrison, Jonathan Lethem, Alejandra Costamagna, Eva Baltasar, Helena Janeczek, Jean-Noel Pancrazi, entre otros.
La inauguración oficial del Festival estuvo a cargo del escritor argentino Fabian Casas, quien desde una mirada crítica y filosa interpeló al público presente con un discurso sencillo, claro y con mucho contenido socio-político, dejando así a un auditorio colmado de participantes con miradas atentas y perplejas al escucharlo afirmar sentencias y reflexiones como: “no se puede enseñar a escribir, lo que se puede lograr es establecer ciertas condiciones para que las personas se emancipen, escriban o no”; “la esperanza sólo sirve para que te quedes en el molde, un pueblo con esperanza es un pueblo pasivo, un pueblo sin esperanza es un pueblo en estado de presente, un pueblo peligroso”, o “todo poema es político, aunque trate de una manzana”.
Las actividades propuestas por el Festival han sido diversas en sus temáticas, amplias en convocatoria y bastas en participación. Las mismas han ido desde recorridos literarios por las instalaciones del Malba, del CCK, a distintas lecturas con escritores, paneles de debate y disertación, charlas temáticas con escritores, entrevistas, hasta diversos talleres (encuadernación, dibujo, historieta, fanzine, narrativa, poesía).
Una tarde en el Filba
El sábado primaveral se presenta soleado y cálido en la ciudad de Buenos Aires, miro la programación del Filba y elijo ir al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) para participar de dos actividades que prometen una experiencia única para interactuar con escritores en primera persona. La primera de ellas es con la escritora estadounidense Lorrie Moore, considerada una de las más grandes escritoras contemporáneas de su país, autora de libros de cuentos como “Autoayuda” (1985), “Pájaros de América” (1998), y novelas como “Anagramas” (1986) y “¿Quién mantendrá el hospital de ranas?” (1996). En el auditorio del Malba, con entradas agotadas, Lorrie Moore se dispone a leer pasajes centrales de algunas de sus obras. El silencio en la sala es total, y todos escuchamos las lecturas de Lorrie con dedicada atención y respeto. Se observa en algunos rostros la emoción propia que genera la presencia de la autora en la sala y las palabras que provienen de su propia voz y de sus relatos por ella leídos (la actividad se desarrolló con traducción), algunos teñidos de un humor fino e irreverente, y otros, con un profundo matiz descontracturado y coloquial.
La segunda actividad a la que elegí asistir fue a una “cata de libros” con la poeta y escritora catalana Eva Baltasar, quien ha publicado nueve poemarios, todos premiados, y que hace algunos años se dedica a publicar sólo narrativa. La cita es en una pequeña sala del Malba, los cupos para esta actividad también se agotaron. Somos 10 participantes, nos disponemos en círculo, alrededor de una mesa. Llega Eva, nos saluda y nos cuenta que escogió cuatro libros de su biblioteca personal que considera indispensables o que por alguna razón que promete contarnos, para ella contienen una especial importancia, ya sea en sus contenidos, en su forma de narrar, en su historia o en su poética. Los libros escogidos son: “Frankie y la boda”, de Carson McCullers; “La muerte y la primavera”, de Mercè Rodoreda; “Años luz”, de James Salter, y “Canto yo y la montaña baila”, de Irene Solà. La dinámica que la escritora nos propone es la siguiente: cada de uno de nosotros debe leer algún fragmento por ella seleccionado y posteriormente lo comentaremos. La actividad es divertida y emocionante, nos sorprendemos con la lectura en voz alta de cada uno de nosotros y con las diferentes voces que los protagonistas de cada historia cobran. Eva nos cuenta los detalles de cada una de sus elecciones. Intercambiamos opiniones. Al finalizar la actividad, Eva propone sortear entre nosotros los cuatro libros que trajo especialmente para esta actividad. Me entusiasma el sorteo. No gané ninguno, pero me llevé anotado en mi cuaderno muchas recomendaciones que fueron surgiendo de la actividad.