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17 noviembre, 2011

Ida De Vincenzo, retratando la nostalgia.


La popularizada frase de Tolstoi “pinta tu aldea y pintaras el mundo” parece aludir directamente a Ida De Vincenzo.

 

Esta artista plástica que descubrió su pasión recientemente (hace apenas cinco años pinta profesionalmente) nos habla, por un lado, de que cualquier momento puede ser oportuno para seguir descubriendo aquello que somos y nuestras capacidades, a veces ocultas. Por otro, que el arte permite manifestar todo lo que llevamos en lo más íntimo y entrañable de nuestro ser.

 

En el caso de Ida, su admirada obra bucea por los orígenes, la nostalgia, la añoranza del terruño que dejó en su Italia natal donde los paisajes, los afectos y personajes se han colado plenamente en sus trazos.

Los últimos tiempos han sido para ella  un enorme desafío presentándose en Brasil, Italia, Uruguay,  además de numerosas exposiciones a nivel nacional y varias satisfacciones tras haber ganado el concurso “Imagen del mes” en el marco de Muestras y Exposiciones de la TV Pública Canal Siete y haber sido seleccionada en  “Mixturas”, una iniciativa artística del GCBA que prende reflejar lo multicultural.

Su primer impulso se dio a lo grande y de manera muy espontánea, cuando el síndico (autoridad comunal) de Cropalati vio una pintura de Ida y le pidió esa obra para convertirla en escudo cívico de dicho pueblo calabrés, del cual ella es oriunda. A partir de ahí, fue convocada para exponer en Italia donde además de sus pinturas presentó el libro “Cropalati. Mi país, mi Nostalgia” que abre aún más el camino de vida que la llevó a detenerse en las artes plásticas apostando a testimoniar todos sus recuerdos.

Inicialmente se formó con Mercedes Fariña, a quien recuerda como gran maestra, pero luego su camino fue autodidacta, con un estilo propio en el que el alma y sentimiento por su pueblo se refleja de principio a fin en la serie de obras que más trascendencia le está dando.

El Gran Otro entrevistó a Ida, quien  nos contó detalles sobre su trabajo y su identidad ítalo argentina.

 

Su obra, al estar tan ligada con Italia, ¿se dio de manera espontánea o se propuso “homenajear” a su tierra?

Todo fue muy espontáneo. Empecé a pintar después de quedar deslumbrada con una muestra y sin saber si sería capaz de hacerlo. Siempre estuve ligada al arte pero en el momento de iniciarme sentí un llamado. Hubo momentos difíciles de mi vida y a los 50 años regresé a mi pueblo natal, a ver mis orígenes, mis familiares, mi tierra, todo eso me impactó mucho, fue un viaje emocionante, de reencuentros, nostalgias, desarraigos, de repensar los tiempos difíciles de posguerra que llevaron a mis padres a emigrar y no poder regresar.

 

Aún con esa nostalgia y hasta dramatismo, todo en su obra se ve muy bello, llama la atención la perfección

Sí, son pinturas muy concretas porque en principio partí de fotos que tomé en el viaje, de ahí el estilo realista aunque también tengo algunas abstractas. Pero en este momento siento este tipo de pintura. Hay una imagen, que justamente la convertí en postal, se las mandé a mi familiares en navidad y llegó a las manos del síndico de Cropalati, Fabricio Grillo, y me la pidió para usarla como escudo cívico. Para mí fue un honor.

 

Por eso decía que fue todo muy espontáneo

Sí, no es algo que yo he buscado, fui haciendo las obras porque me enamoré de los lugares y necesitaba expresarlo y eso me abrió muchas puertas.

 

¿Y hoy, trabaja sólo cuando en momentos de la tan discutible “inspiración” aparece o constantemente, a modo de oficio?

Tengo que sentirla imagen. Sólome sale aquello que siento, lugares donde estuve, momentos que viví y me quedaron en el recuerdo. Tengo otro tipo de pinturas pero aquellas en las que siento que doy todo, son las referidas al lugar donde nací, ya sea Cropalati, Calabria o Italia, al menos en este momento, en esta etapa.

 

¿Cree que por la temática de su obra, ésta tiene más llegada al público emigrante o es algo indistinto?

Yo creo que es la historia la que llega, porque la pintura va acompañada de una historia, de una forma de vida, de lo que uno vivió. Hay muchas personas que se sienten identificadas, independientemente de a qué colectividad pertenezcan.

La historia de los inmigrantes es parecida porque es de esfuerzo, de dejar el lugar, la familia, de estar solos, después tratar de unirse, tendrán sus matices pero hay elementos en común.

 

¿Hay algún artista con el que se sientas identificada transitando las obras de manera temática?

Sí, alguien con quien me identifico pero que por sobre todo admiro. Es el escultor Antonio Pujía, con quien compartimos el “sentimiento calabrés”.

 

¿Cuál es su mayor satisfacción a nivel artístico después de esta corta y ascendente carrera que la ha llevado incluso fuera del país?

Sé que en mis obras hay autenticidad, con ellas trato de traer el pasado al presente. Me alegra que cada vez haya menos historias silenciadas, durante mucho tiempo las historias de inmigrantes no se contaban porque estaban llenas de pasajes no agradables, yo me siento libre y no estoy supeditada a nadie.

 

Entre lienzos y oleos Ida es capaz de traer un pedacito de Cosenza, de Calabria, de toda Italia.  Mientras habla y reflexiona sobre su identidad pone en el tapete no solo su historia particular sino una realidad de miles de argentinos nacidos en otros lugares y criados aquí, que se sienten de ambos sitios. Sus pinturas entonan ese bello país pero principalmente gritan una constante remisión al lugar de los orígenes. Su talento se hace visible en cada paisaje, personaje u objeto pintado y su sentimiento, evidente tanto en los trazos, como en la voz y la mirada.

Gisela Gallego

 

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