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14 noviembre, 2018

¿Qué hay de real en el arte?

¿Qué hay de real en el arte?
Por Laura Belén Arias

 

«El arte y la palabra suelen estar para velar la falta»
Jacques Lacan

Podemos comenzar este artículo enunciando que es innegable la importancia del arte para el Psicoanálisis. Jacques Lacan nos advertía esto mencionando que el Psicoanálisis encontraría en el arte importantes claves para su progreso como práctica. Lacan no se centraba en un Psicoanálisis aplicado al arte, sino que, al contrario, pensaba que el arte enriquecía el campo psicoanalítico. El arte, para el gran psicoanalista francés, significaba una enseñanza para el Psicoanálisis; y, al mismo tiempo, comentaba que entre ambos existía una incuestionable afinidad: el arte y la experiencia psicoanalítica son irreductibles: por lo que hay «algo» que se escapa a la significación. No son completamente interpretables.

La presencia del arte en los Seminarios

A lo largo de toda la enseñanza del maestro Lacan, el arte parecía un elemento repetitivo. Entre la comedia, la tragedia, la literatura, la pintura, la poesía, el teatro, se entrelazaban cuestiones estéticas, éticas y de índole psicoanalíticas. En varios de sus seminarios, Lacan dio espacio a la incursión del arte en sus palabras para poder explicar nociones del Psicoanálisis: a través de diversas obras de artistas como Shakespeare, Diego Velázquez, Japoco Zucchi, Hans Holbein, entre otros, y el análisis de los componentes que aparecen en ellas, desarrolla conceptualizaciones que podrían brindarnos estrategias para comprender aún más nuestra realidad. Las cuestiones misteriosas y secretas del deseo, el fantasma, el objeto a, los tres registros, el falo, la sexualidad, la mirada, la voz, la pulsión, el horror, el drama, la ilusión, el vacío, la falta, la singularidad, el goce, la perplejidad… En cada obra de arte se puede mencionar algo sobre estos tópicos tan centrales para el psicoanálisis de orientación lacaniana.

Hamlet. Lacan le dedica 7 clases en su seminario 6.

Para el Lacan del Seminario VII, tanto arte como Psicoanálisis, no se ocupan ni de evitar ni de obturar al sujeto. Además, en este seminario explica al arte en términos de una experiencia que bordea al vacío y, en relación con esto, articula al arte con uno de sus registros más controvertidos, y al mismo tiempo, más innovadores y esclarecedores para la clínica: el Real. El psicoanalista italiano Massimo Recalcati, en su libro Las tres estéticas de Lacan, nos ofrece esta manera de conceptualizarlo desde la mirada lacaniana: «el arte se define como una práctica simbólica orientada a tratar el exceso ingobernable de lo real»[i]. (2006: 14). Justamente esta definición resulta llamativa debido a que el arte es una forma de representar perteneciente al registro de lo simbólico, mientras que lo real es aquello irrepresentable. Debido a esto, Lacan introduce una cuestión paradójica que implica preguntarse cómo algo simbólico, algo que tiene representación, puede mostrar o develar aquello que no la tiene. La fuerza de la experiencia del arte consiste, justamente, en eso.

Hacia el Seminario XI, Lacan da un paso más, y teoriza que el arte hace posible el encuentro con lo real. «En la sublimación artística el objeto de arte deviene un objeto imaginario que se coloca, por la vía de una elevación simbólica, en el lugar vacío de lo real de la Cosa»[ii] (Recalcati, 2006: 50). Experienciar el arte es una forma de conocer, de presentir, de fisgonear, de percibir, investigar e indagar lo real. Pero el registro de lo real es hasta innombrable. Más adelante en su obra, Lacan nos advertirá de que también lo real es imposible. El encuentro con lo real es una experiencia límite: angustiante, catastrófica, irruptiva, desconcertante, paralizante. El encuentro con lo real es la experiencia de la perplejidad. Es el encuentro con el agujero en la cadena significante. Aquello de lo que nada se puede decir, que corta la cadena de significaciones, aquello que no ofrece respuesta alguna. Pero no es duda, ni vacilación, ni confusión. Es perplejidad lo que aparece. Que el arte nos acerque a este tipo de experiencia remarca la importancia que tiene para el Psicoanálisis. Existe, en lo simbólico, algo capaz de representar lo irrepresentable: el arte. Y de éste carácter imprescindible del arte, es que se nutre la teoría y práctica psicoanalítica.

Eros y Psique de Japoco Zucchi (1589), el cual Lacan analiza en el seminario La Transferencia.


La Pregunta: entre arte y Psicoanálisis

El arte, al igual que el Psicoanálisis, se nos aparece como una pregunta, una incógnita, una interpelación y una curiosidad. Para Lacan el Inconsciente está estructurado como un Lenguaje. ¿Y qué es el arte sino una forma de Lenguaje? El Lenguaje está dotado de metáforas y metonimias. Esto es lo que permite los malos entendidos, el doble sentido, las confusiones, las repeticiones…. en fin, nuestra realidad misma. El Lenguaje nos permite preguntar, y el arte es una pregunta. Para Lacan, las neurosis se estructuran en torno a una pregunta, que gira alrededor de aquellos significantes a los que se les negó la inscripción en el aparato psíquico, que están forcluidos. Pero que no estén inscriptos no quiere decir que no retornen ni que no insistan. Para Lacan lo forcluido retornaba desde lo real. Entonces, el arte nos ayuda a rodear, bordear, delimitar, nos ofrece un atisbo de los significantes forcluidos. Todo aquello que forma parte de lo real: lo no-ligado, sin articulación de significado, lo no elaborado, se encuentra con lo simbólico en el espacio del arte. Existe, entonces, un encuentro de lo real desde lo simbólico.

Los embajadores de Holbein (1533). Lacan lo analiza en el seminario Los fundamentos del Psicoanálisis.

A estas alturas, nos debemos, entonces, un ejemplo que el mismo Lacan retomó en unos de sus seminarios. Una obra de arte muy célebre de la cual pudo desmenuzar cuestiones importantísimas para el campo psicoanalítico. En el Seminario XIII[iii], toma la obra de 1656 de Velázquez: Las meninas. Lacan interpretó este cuadro para referirse a nociones sobre el espejo, lo imaginario, el representante de la representación, los puntos de fuga, el objeto a, el fantasma, entre otras cuestiones. Dejemos que el mismo Lacan nos hable del cuadro:

«Que yo haya adelantado que en el cuadro, como campo percibido, puede inscribirse, a la vez, el lugar del objeto a y su relación a la división del sujeto, que esto se los haya mostrado, introduciendo mi problema por el establecimiento de la función, en el cuadro de la perspectiva, en tanto que es el modo donde, a partir de una cierta fecha históricamente situable, el sujeto, fundamentalmente el pintor, se hace presente en el cuadro, y no solamente en tanto que su posición determine el punto de fuga de la susodicha perspectiva. Designé el punto donde está, no como dicen los artistas hablando en tanto que artesanos, como el otro ojo, este punto que regula la distancia a la cual conviene ubicarse para apreciar para recibir al máximo el efecto de perspectiva sino este otro punto que les caractericé como siendo el punto en el infinito en el plano del cuadro. Esto, por sí sólo, basta para distinguir en el campo escópico la función del cuadro de la del espejo. Ambos tienen, por supuesto, algo en común, es el marco. Pero lo que vemos en el espejo lo que vemos es ese algo donde no hay más perspectiva que en el mundo real. La perspectiva organizada es la entrada del campo de lo escópico del sujeto mismo»[iv].

Las meninas de Diego Velázquez de 1656.

Lacan retoma el análisis que había hecho Michel Foucault sobre la misma pintura. Y agrega cuestiones pertenecientes a la teoría psicoanalítica. Reanuda las cuestiones del objeto a como mirada, debido a la inserción del propio pintor en la obra, del espejo que deja entrever lo que está pintando, y la posición del público espectador que observa la pintura. Dice Lacan «tú no me ves desde donde yo te miro».

Arte y psicoanálisis se anudan a través de varios puntos en común que pasan por velar la falta. Lacan, principalmente, se aprovecha de la originalidad del arte para demostrar lo real, lo irrespresentable, que tan fundamental se vuelve para el sujeto hablante.

[i] Recalcati, M. (2006). Las tres estéticas de Lacan. (Psicoanálisis y arte). Buenos Aires: Ediciones del Cifrado.
[ii] Recalcati, M. (2006). Las tres estéticas de Lacan. (Psicoanálisis y arte). Buenos Aires: Ediciones de Cifrado.
[iii] Lacan, J. (1965-1966). El objeto del Psicoanálisis. Consultado en http://www.psicoanalisis.org/lacan/13/19.htm
[iv] Lacan, J. (1965-1966). El objeto del Psicoanálisis. Consultado en http://www.psicoanalisis.org/lacan/13/19.htm