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17 diciembre, 2025

Jorge Chávez Aracena (Zooísmo): Diametrales ruinas paralelas

Por Etan Niño Del Río

Jorge Chávez Aracena (Zooísmo): Diametrales ruinas paralelas

—El universo pictórico de Jorge Chávez Aracena, a.k.a. Zooísmo, se despliega entre desiertos contaminados que respiran litio, violentas ciudades futuristas y arquitecturas parasitarias que sobreviven entre ruinas. Su práctica artística interdisciplinar articula un complejo entramado entre ficción especulativa, crítica tecnológica y exploración estética tanto filosófica como material, que en su conjunto presentan una lóbrega manera de leer nuestro presente y advertir nuestro porvenir. Sus series, Tecnodistopías del desierto y Cyber Gaudí Tour, construyen mundos diametrales pero paralelos donde la hibridación biomaquínica, la guerra, el turismo y la religión se entrelazan bajo el peso de una inteligencia artificial omnipotente, que se instala como la viva imagen de la irrefrenable fuerza del capitalismo.

En esta extensa conversación, el artista revela las fisuras, obsesiones y mitologías que estructuran su obra, profundizando en las influencias literarias y visuales que nutren su imaginario; en su tránsito entre la pintura, la escritura y el cómic; y en la manera en que su paso por Barcelona catalizó un giro en su lenguaje visual, ampliando su práctica hacia nuevas escalas, insumos y problemáticas contemporáneas.—

 

Etan Niño: Tu nueva muestra titulada Diametrales Ruinas Paralelas es el resultado expositivo de la unión contrastada de dos series distintas: Tecnodistopías del desierto y Cyber Gaudí Tour. ¿Podrías contarme cómo surgió este proyecto?

Jorge Chávez: Hace unos tres años comencé a desarrollar una serie que titulé FSP Huasco 2073, un proyecto que combina pintura y microcuentos y que tuve la oportunidad de exhibir en distintas localidades del norte de Chile. A finales de 2024 participé en la residencia GaudíLab, en Barcelona, organizada por la Galería Marifé Marcó. Allí conocí a Margarita Gómez, directora de la residencia y dueña de la galería, quien me dejó abierta la posibilidad de volver a exponer en la ciudad. La experiencia en Barcelona me marcó profundamente y me propuse como meta regresar con una muestra.

Solicité apoyo al Gobierno Regional de Atacama para concretar la exposición y, afortunadamente, este año obtuve los fondos necesarios. Fue entonces cuando comenzó a tomar forma Cyber Gaudí Tour, una serie nacida directamente de mi experiencia en la residencia. Inicialmente la exposición iba a realizarse en julio, pero el retraso del calendario me dio el tiempo necesario para planificar mejor la muestra y terminar esta nueva serie, que en un principio ni siquiera había considerado incluir.

En conversaciones con la galería me sugirieron renombrar FSP Huasco 2073 como Tecnodistopías del desierto para que resonara de manera más clara con un público internacional, además de la idea de presentar ambas series en conjunto bajo el título Diametrales Ruinas Paralelas. Así fue como se fue articulando el proyecto.


EN: Tu serie Tecnodistopías del desierto se inscribe en un universo narrativo muy amplio y complejo, ¿cuáles fueron los primeros impulsos conceptuales y visuales que te llevaron a desarrollar la serie?

JC: Llevo algunos años viviendo por trabajo en la localidad de Huasco, así que decidí crear una serie de pinturas distópicas ambientadas en el Huasco del futuro. El proyecto consta de pinturas y textos narrativos que contextualizan y sitúan estas pinturas en un mundo de ciencia ficción.

Este mundo surge a partir de nuestro presente, tomando como puntos de partida los conflictos bélicos contemporáneos, la evolución de la industria militar y las preguntas abiertas —y la sensación de fractura— que dejó el rechazo del Plebiscito constitucional de Chile en 2022.

Para materializar estas pinturas, me nutrí de un universo conceptual que incluye la posthumanidad, el impulso humano de trascender sus límites biológicos, la estética del tecnobarroco, la dinámica de explotación del humano por el humano y la lógica de la industria bélica. Sobre este sustrato, imaginé un Huasco que nunca detuvo su contaminación: un lugar donde la industria energética se expandió de forma desmedida y la explotación de recursos continúa, imparable, a pesar del colapso demográfico global. En este escenario, la globalización se ha apagado y una inteligencia artificial madre ejerce su dominio sobre los últimos microgrupos humanos, inevitablemente desperdigados y fragmentados por los continentes.

Dune ha sido una gran influencia para crear el mundo de mis obras. He leído las novelas de Frank Herbert y las precuelas de su hijo Brian, que exploran un período clave: una crisis con la inteligencia artificial tan profunda que la humanidad decidió extinguirla para siempre. En esa distopía, la vanidad y la comodidad llevaron al abandono de las grandes luchas, algo que me parece un símil fascinante y perturbador de nuestro presente. Además, los paisajes desérticos de Dune me evocan directamente a Huasco, un lugar que ahora siento como un espacio de ciencia ficción. Esta conexión fue lo que me impulsó a escribir y a unir esa escritura con mi pintura.

EN: ¿Siempre trabajas vinculando paralelamente pintura y escritura o es la primera vez que te aproximas a esta metodología?

JC: Vengo del mundo del cómic. Partí como dibujante y luego me empecé a transformar en pintor. Creo que pinté mi primer cuadro recién a los 24 años. Por este bagaje siento que siempre me he visto en la necesidad de escribir para justificar mis dibujos, como en un cómic, aunque sé que esto no es primordial. Cuando creo mundos, los pienso de manera multimedia: me los imagino simultáneamente de manera gráfica, sonora y literaria.

Hace tiempo estuve leyendo textos de filosofía y sociología para inspirarme, pero fue demasiado, así que decidí comenzar a leer novelas para calmar la cabeza pero no me funcionó; las ficciones a las que acudí estaban tan impregnadas de realidad y de mirada crítica que se convirtieron en una prolongación de aquello de lo que quería distanciarme.

A raíz de estas lecturas me puse a escribir más y más, al punto de que esta exposición nació del texto y no de la imagen, algo que siempre me había pasado al revés. La muestra es una especie de historieta, un cómic plagado de acción en el que cada cuadro es una viñeta.

EN: ¿Además de escribir textos que tendrán una dimensión gráfica escribes cosas que sean puramente literarias, es decir pensadas para quedarse en el papel?

JC: No, no puedo no pensar gráficamente. Tengo una memoria muy visual y me cuesta separar la escritura de lo pictórico, los siento como procesos que funcionan de manera sinestésica en mi interior. Es cierto que hay textos que he escrito y que no he ilustrado, pero los he escrito pensando que en algún momento lo haré.


EN: Tus personajes recuerdan visualmente a los mechas del manga y el animé japonés, así como a figuras cercanas a los Transformers. ¿Dirías que están inspirados en los mechas o que dialogan con esa estética?

JC: No son mechas exactamente, aunque son similares hasta cierto punto. Típicamente un mecha es un vehículo mecanizado de gran tamaño (aunque también pueden ser pequeños), controlado por uno o más pilotos. Mis personajes son más bien posthumanos modificados con piezas robóticas, algo más cercano a los cyborgs. Son personajes que encarnan un transhumanismo exacerbado el cual no ha perdido la hibridación bio-maquínica, es decir que no son puramente máquinas.

Estos personajes se organizan en distintas tribus que son matriarcados, puesto que hay una escasez de hombres en el mundo producto de una baja tasa de natalidad. Estas tribus o micro clanes se encuentran en constante disputa por el territorio, recursos o piezas de tecnología.

EN: ¿Podrías profundizar en la historia que sustenta Tecnodistopías del desierto?

JC: La historia principal se desarrolla durante la Fiesta de San Pedro en Huasco, una celebración religiosa y cultural en torno al patrono de los pescadores, que combina fe, tradición y comunidad mediante la realización de procesiones, bailes y ferias. Tomo este carnaval y lo ambiento en el futuro con el fin de analizar parte de su dimensión social desde la ficción.

Cuando los carnavales son históricos y están profundamente arraigados a la cultura de un lugar, todos participan, sin importar su estatus personal o su rol dentro de la comunidad. En la historia la fiesta es un momento de tregua en el que no hay enemigos y la gente tiene prohibido atacarse durante las novenas en que se desarrollan las ceremonias de la fiesta. Este alto al fuego se aprovecha también como momento de reproducción.

Esta exposición relata un periodo de dominio ejercido por un clan tecnológicamente superior, cuyo poder emana de recursos avanzados y una profunda hibridación biomaquínica, lo que los sitúa en el extremo menos humano del espectro social. Frente a ellos, en los márgenes del sistema, subsisten grupos anárquicos y empobrecidos que rechazan las nuevas tecnologías y sobreviven mediante tácticas de guerrilla desde los territorios desérticos. Estos, a su vez, se enfrentan a un clan rival de naturaleza bélica y estructura jerárquica rígida, organizado en torno a linajes familiares. Más allá de estas facciones en conflicto, existen otros clanes con sus propias dinámicas e intereses en este escenario fragmentado.

La mayoría de estas facciones utilizan modificaciones alimentadas por energía verde, en un escenario donde el litio es un recurso muy preciado. De hecho, desde Huasco se exportan estos bienes, es como una especie de Mad Max pero del litio en lugar de agua y petróleo para generar energía.

Algunos de los personajes tienen soles privados que los siguen y los proveen de energía basada en litio. El cielo está tan contaminado que no se puede ver directamente el sol, por lo tanto, su potencia no alcanza para ser una fuente de energía fiable, por eso recurren a estas otras formas de abastecimiento.

En estas historias es como si Huasco fuera el mundo, los personajes viven totalmente desconectados del norte global, de hecho ni siquiera saben si sigue existiendo o no.


EN: Veo también que tus personajes toman inspiración de cómics como La casta de los Metabarones de Jodorowsky y Juan Giménez.

JC: Exactamente, estos cómics son parte de mi formación. El universo que creó Jodorowsky en cómics como el Incal y este último que mencionas me voló la cabeza cuando era adolescente. Recuerdo que llegaban en unas revistas mensuales que compilaban cómics de distintos autores. La estética y la espiritualidad insertada dentro de lo tecnológico que ilustran estos cómics me inspiró mucho a la hora de empezar a crear mis propios mundos.

EN: Tu seudónimo o nombre artístico es Zooísmo, ¿de dónde viene esta manera de llamarte?

JC: Adopté el seudónimo en el 2014 o 2015 justo en el momento en que inauguré una exposición que llevaba por título ese nombre. En esa época probé hongos alucinógenos y LSD, lo cual me llevó a cuestionarme nuestra propia racionalidad a través del arte. Mi vida dio un vuelco y entré en un momento de espiritualidad muy potente en el que casi bordee el delirio místico. Ahora siento que estoy en la otra vereda, he pasado de una exploración de lo irracional a un cuestionamiento racional de la realidad. De todas maneras creo que el nombre sigue funcionando, puesto que los seres humanos pertenecemos al mundo animal, somos animales racionales.


EN: Tus pinturas son muy dinámicas y parecieran conjugar una amplia variedad de materiales distintos, ¿qué materiales utilizas para realizar tus obras?

JC: Utilizo acrílicos de varios tipos, ultradensos, aerosoles y plumones (rotuladores) de pintura tipo “Posca”. Además de hacer cómics, tuve una etapa muy ligada al muralismo, la cual marcó profundamente mi manera de hacer pintura; de hecho, me aproximo a un lienzo como si fuera la síntesis de un muro. Me gusta generar la sensación de que estoy pintando sobre capas de texturas y no sobre algo blanco y limpio. Por ejemplo, al menos la mitad de los cuadros que componen la serie Tecnodistopías del desierto antes eran otra cosa sobre la que pinté encima, modificándolos completamente porque ya no me gustaban. La creación de estas obras ha tenido varios procesos distintos, lo que se evidencia en sus múltiples capas.

EN: ¿Cómo es tu rutina de trabajo? ¿Trabajas desde casa o tienes un taller?

JC: Como paso la mayor parte de mi tiempo en Huasco tengo mi taller en la habitación donde vivo. Debo trabajar entre seis y ocho horas todos los días en mis pinturas, es difícil que me salga de esa rutina. De todas maneras tengo periodos de pintura, por ejemplo hay cuatro o seis meses que paso toda esta cantidad de horas pintando y luego me pasa que no me doy cuenta y he pasado dos meses sin pintar. La experiencia me ha enseñado que no es necesario que esté todo el año produciendo sino que tengo que reposar para que las ideas sigan fluyendo de manera natural.

Además de ser artista, trabajo como Gestor Cultural en un centro cultural de Huasco con horario de oficina, así que intento convalidar todos los momentos libres que tengo en el día con la pintura. Me levanto y luego de tomar desayuno pinto un rato antes de irme al trabajo, a la hora de almuerzo como algo rápido y pinto otro rato y después de terminar mi jornada de trabajo vuelvo a pintar.

Soy súper mecánico o industrial para trabajar, me gusta ir por tandas o series. Por ejemplo, en las mañanas hago fondos con chorreo o la técnica del dripping que suelo utilizar mucho, cuando vuelvo a la hora de almuerzo esa pintura ya está seca de modo que puedo seguir pintando encima con otros materiales; después, cuando llego en la tarde, trabajo detalles u otras cosas más pequeñas.

Por eso digo que trabajo de manera industrial, voy por secciones y siempre pinto dos o tres cuadros a la vez. Siento que esto es herencia de mi formación como diseñador gráfico, donde aprendí a siempre tener un concepto sobre y desde el cual trabajar, sigo una especie de orden, por eso me gusta trabajar en series.


EN: ¿Cómo concibes tus propias distopías? ¿Crees que son predictivas, como un ejercicio de prognosis, o más bien como un juego narrativo de ficción?

JC: Lo veo como algo predictivo por una parte, pero sin perder nunca la cuota ficcional que proviene de las novelas de ciencia ficción. En este tipo de textos nos encontramos con páginas cargadas de pura ficción entre las que habitan otras que hablan de la realidad, de nuestra propia historia. Construyo basándome en información de la actualidad e intento ser predictivo a partir de esos datos. Me gusta pensar que alguien en el futuro dirá que acerté en algunas de mis predicciones.

Algo que me parece muy loco es pensar hasta qué punto la ciencia ficción que consumimos termina siendo ciencia y no ficción.

EN: Estructuralmente tus cuadros parecieran condensar múltiples acciones superpuestas en un mismo espacio tiempo visual. ¿Eso es así intencionalmente o es simplemente mi interpretación personal?

JC: Esto que mencionas es muy importante en mi obra y sí es intencional. Mi obsesión o mi búsqueda estética es pintar en plano espacios de tiempo prolongado. Siempre me imagino que los cuadros pueden ser varios segundos dentro de uno o una escena completa concebida de forma estática.


EN: Esta forma de pintar me recuerda al Giotto y su “narración continua” en la que representa varios momentos de una misma historia en un único espacio pictórico en el que incluso se repiten personajes en distintas acciones para condensar el paso del tiempo en una única pintura. Este es un procedimiento que fue muy usado en la pintura medieval y del Trecento, pero en tu caso creo que es como si hicieras una condensación del cómic, en la que diez viñetas se transforman en una para expresar sucinta y eficientemente la acción.

JC: Totalmente, es casi como si mis pinturas fueran GIFS animados pero estáticos, donde el espectador tiene que imaginar los movimientos que componen la acción. En ocasiones hay dos o tres cuadros que arman una única acción y están pensados para ser expuestos como dípticos o trípticos.

Algo importante de destacar en Tecnodistopías del desierto es el punto de vista narrativo de los cuadros, puesto que están pintados como si fueran escenas capturadas por un dron. El punto de vista del espectador es el de una cámara, un ojo móvil controlado por la inteligencia artificial que domina el mundo y que observa el comportamiento de los habitantes de la ciudad de Huasco. Pienso esta forma de narrar desde un lenguaje casi documental.

A nivel narrativo, los textos que acompañan las pinturas son de alguna manera la bitácora que lleva quien conduce el dron, el cual, además de registrar imágenes, también puede grabar audio. Por esta razón, algunos de los escritos son conversaciones captadas directamente por el micrófono de esta máquina. De todas maneras, todo esto que te estoy contando no es algo que esté explicitado de manera literal en las pinturas ni en los textos, aunque creo que es información importante.

Escogí al dron como narrador porque es actualmente una problemática mundial sobre la que me interesa reflexionar. La guerra es una cuestión totalmente distinta desde que aparecieron estos robots aéreos, se ha vuelto una especie de videojuego en el que los soldados ni siquiera tienen que asistir presencialmente a las batallas. La guerra en Ucrania, por ejemplo, se ha vuelto un campo de pruebas para este tipo de tecnologías de guerra proxy. Llevamos años junto a estas tecnologías pero recién ahora las estamos visibilizando a nivel general. El dron como concepto es quizás lo que inconscientemente me inspiró a realizar esta serie.

EN: Todo lo que mencionas respecto del dron como narrador y problemática dentro de tus historias me hace pensar en la propia problematización de la inteligencia artificial que está surgiendo desde hace algunos años, especialmente desde que se masificó su uso en el cotidiano. Es todo tan nuevo que se abre una brecha de problemáticas a nivel ético y legal que son absorbidas por la filosofía y tratadas desde la filosofía que acompaña todos estos procesos. Me parece sumamente interesante que tomes todo esto y lo integres en tu obra pictórica de manera tácita, puesto que funciona como un llamado de atención y de reflexión sobre procesos que deberíamos concientizar aún más y de manera más explícita.

JC: Justamente, es una cuestión que me interesa mucho abordar, de hecho ahora me encuentro trabajando en un cómic en el que precisamente me adentro en algunas de las problemáticas contemporáneas que trae la inteligencia artificial. Estoy explorando cuestiones como lo malo que es que la inteligencia artificial no cometa errores o el hecho de si las emociones son buenas o malas. Estamos llegando a un punto en la sistematización de la vida en que la emocionalidad se transforma en una cuestión negativa. Si la inteligencia artificial llega a dominar el mundo y a tomar decisiones por nosotros es porque nuestros líderes políticos son demasiado humanos y se dejan llevar por su emocionalidad, lo cual nos mantiene en una inestabilidad constante. Finalmente lo que nos hace más humanos es lo que nos está condenando cada vez más rápidamente a nuestra propia extinción o transformación en otra cosa.


EN: Cyber Gaudí Tour, tu serie más reciente, está inspirada en la residencia artística que realizaste el año pasado en Barcelona. ¿Podrías profundizar en cómo fue el proceso de la residencia? ¿Qué cosas de vivir Barcelona y experimentar de primera mano la arquitectura de Gaudí te inspiraron para realizar este nuevo ejercicio artístico?

JC: A Gaudí lo descubrí cuando entré a estudiar diseño gráfico, en los primeros ramos de historia del arte. Desde un inicio me pareció que su arquitectura les sirvió de inspiración a muchos de los dibujantes de ciencia ficción de los años 70, como Moebius (Jean Giraud) o H. R. Giger por ejemplo. Siempre vi a Gaudí como una inspiración para otros artistas que me gustan, pero nunca me metí a estudiar su obra en profundidad. Cuando vi la convocatoria a GaudíLab postulé y decidí no hacerme muchas expectativas de lo que podría ser, simplemente quise ir a Barcelona a percibir y empaparme de lo que me ofrecieran.

La residencia supuso un hito realmente transformador en mi vida. Me nutrió de información que complementó el universo Gaudí que pude experimentar de manera empírica durante esas semanas. Además, facilitó un espacio comunitario donde las conversaciones con los otros residentes y con Margarita se volvieron un sustrato reflexivo que terminó por ejercer un cambio muy importante en mi carrera artística.

Este último tiempo de mi vida he estado investigando sobre la religiosidad, sin ganas de volverme religioso ni mucho menos. Siento que la religión quizás en un momento se vio como una “etapa superada”, pero ahora la humanidad está volviendo de cabeza a ese pensamiento. La Sagrada Familia me impactó mucho, ver algo tan grande e incompleto, una arquitectura que pareciera querer tocar el cielo, me hizo experimentar una sensación de divinidad profunda en el sentido de lo inalcanzable.

Pese a que la basílica está colapsada de cosas figurativas, también es abstracta a la vez. Siento que podrían pasar 300 años y seguiría siendo igual de interesante. Seguiría con las grúas arriba, por supuesto; yo creo que no la van a terminar, si no, perdería la gracia. Para mí, la Sagrada Familia es como un gran lienzo tridimensional que están completando en base a interpretaciones contemporáneas, lo cual me parece muy interesante.

Vinculo la condición inacabada de la basílica con mi propio proceso artístico y desde ahí la considero una inspiración. Como te he mencionado antes, trabajo por series, por partes, de a varios cuadros a la vez, cambiando cosas de lugar constantemente, pintando capas sobre capas, añadiendo detalles. No tengo complicaciones a la hora de adaptar cosas en mis pinturas.

En la serie Cyber Gaudí Tour el núcleo está puesto en la Sagrada Familia durante el bicentenario de la muerte de Gaudí, en el año 2126. En estas obras represento un mundo que sucede en paralelo a Tecnodistopías del desierto, pero al otro lado del mundo. En Huasco no saben si el norte global sigue existiendo, pero Barcelona sigue siendo un gran foco de turismo, aunque ahora entre ruinas. Me imagino que se desató una guerra en Europa y Barcelona fue bombardeada dejándola prácticamente derruida, con excepción de la Sagrada Familia. Como ya no hay edificios alrededor de la basílica que coarten su libertad de crecimiento, los catalanes le han comenzado a construir partes nuevas amplificando su magnitud.

La serie sigue abordando temas como la industria de la guerra y los conflictos políticos que tenemos hoy, cuya evolución el día de mañana podría desatar nuevas guerras. Además de estos temas, incluyo ahora el turismo como problemática y las distintas miradas que existen sobre él, que es algo que me llamó mucho la atención durante mi estadía en Barcelona. Tuve la oportunidad de estar presente en una manifestación muy grande en contra del turismo y todas las tensiones en torno a la vivienda que se generan a causa de este fenómeno.

A veces pienso en cosas tan absurdas como que en algún momento se van a empezar a hacer tours masivos a Gaza. Ahora nos parece una locura, pero no sabemos qué va a pasar en 100 años más. En poco más de cincuenta años pasamos de la guerra televisada a la guerra por stream. Tenemos acceso a la crueldad de la humanidad en nuestros bolsillos y depende de nosotros si queremos verla o no. Estas son el tipo de cuestiones que han inspirado esta nueva serie.


EN: ¿Cómo son los personajes que componen esta nueva serie?

JC: En Cyber Gaudí Tour los personajes son turistas cyber modificados. Siguen siendo similares a los personajes de Tecnodistopías del desierto en cuanto a su dimensión bio-maquínica, pero en lugar de estar en una tensión bélica constante, estos son viajeros que visitan la Sagrada Familia para hacerse fotos mientras caen misiles hipersónicos del cielo.

Los sujetos que componen los cuadros son una especie de cosplayers de series y películas de los años 90, como Evangelion o Ghost in the shell por ejemplo. Imagino que los íconos populares superfluos que tenemos hoy en día en cien años más van a ser tomados como parte de la historia de la humanidad y desde ahí ser tratados de una manera completamente distinta, incluso religiosa, casi bíblica.

Cuando estuve en Barcelona me llamó mucho la atención el hecho de ver turistas asiáticos y del mundo islámico con mucho dinero y con ropa de marcas de lujo, ya que es algo a lo que en Chile no estamos para nada acostumbrados. Acá tenemos quizás una visión más estereotípica de estas personas que estando allá dejé de lado y decidí representarlos en mis obras.


EN: ¿Hay algún cambio estético a nivel gráfico en tu obra que haya surgido durante la residencia que podamos apreciar en Cyber Gaudí Tour?

JC: Sí, totalmente. Durante el proceso que viví personalmente como artista durante la residencia y todos los museos que visité, me di cuenta de que quiero que mi obra sea más Pop y más internacional. Tecnodistopías del desierto es una serie más de nicho, de un sector específico, mientras que Cyber Gaudí Tour es mucho más global; es un binomio que funciona muy bien expuesto en Diametrales ruinas paralelas. Siento que he logrado conservar la esencia de mi estilo dándole, al mismo tiempo, una conceptualización nueva, lo cual me tiene contento.

Ir a Barcelona y volver a Huasco es un cambio perceptual muy drástico, es duro volver a una habitar una realidad “más fea”, por decirlo de alguna manera. Siento que esto se nota mucho en la obra a nivel estético. Desde un punto de vista gráfico, la serie Tecnodistopías del desierto es súper sucia y desprolija: tiene muchas texturas descuidadas entremezcladas con detalles pulcros, abundante chorreo y tonalidades «contaminadas». Por otro lado, Cyber Gaudí Tour mantiene mi estética pero de una manera más fina, tiene líneas más desarrolladas y colores más limpios. Este cambio me ha llevado a dedicarle muchas más horas a cada pintura.

Aunque suene curioso, incluso el capitalismo ha liderado de cierta manera este cambio en mi estética, puesto que hace tres años, cuando empecé FSP Huasco 2073 no tenía el sueldo ni los recursos que tengo ahora para comprar los materiales que usé en Cyber Gaudí Tour. Esto me ha llevado a una nueva forma de experimentar con los materiales que me ha abierto las puertas a desarrollar estéticamente técnicas que antes desconocía.


EN: ¿La serie Cyber Gaudí Tour tiene una dimensión narrativa escrita al igual que Tecnodistopías del desierto?

JC: No, la verdad es que me he imaginado el mundo, pero este no tiene una historia lineal escrita, es más, tiene una ausencia de eso. Es un mundo totalmente gráfico, pero no por una razón premeditada, la serie simplemente surgió de manera impulsiva y comencé a trabajar en ella sin que tuviera un desarrollo de mundo multidisciplinar como las anteriores. Cuando volví de Barcelona tenía tantas cosas en la cabeza que necesité plasmarlas artísticamente de manera impetuosa. Además, como ya te mencioné, me plantee como meta el volver a exponer ahí, por lo tanto el proceso creativo también se dio en base al querer cumplir esa meta.


EN: ¿Qué más me puedes contar sobre el mundo de Cyber Gaudí Tour y sus personajes?

JC: Bueno, como ya mencioné anteriormente, la Sagrada Familia es el centro de esta serie, por lo tanto, aparece en el fondo de todas las obras vista desde distintos puntos de vista. En algunos cuadros, las puntas de las torres de esta Sagrada Familia hiperexpandida superan la altura de las nubes y los personajes que aparecen representados están volando en el aire.

La mirada del dron de mi serie anterior es reemplazada por esta multiplicidad de puntos de vistas que proveen las fotos que se sacan los distintos personajes, las cuales son selfies sin tener el gesto del brazo extendido, puesto que creo que en cien años más ya no nos tomaremos nuestras propias selfies. Para mí, los personajes ya son dispositivos tecnológicos en sí mismos, de hecho se pueden descargar upgrades para viajar y para adoptar en sus propios cuerpos estructuras inspiradas en la arquitectura de Gaudí.

Imagino que este mundo es extremadamente caótico y ruidoso, entre personajes que vuelan de un lado para otro turisteando mientras esquivan misiles. La tecnología que poseen estos personajes nos es difícil de interpretar con los ojos de hoy en día, porque está muchísimo más avanzada que cualquier cosa que conozcamos. Por supuesto estos personajes tienen una tecnología superior a la que tiene la gente en Huasco, de alguna manera la diferencia entre el primer y el tercer mundo sigue siendo la misma.

Creo que lo más importante a destacar de Cyber Gaudí Tour es la exacerbación del triunfo de un capitalismo desbordado, donde lo que sigue moviendo el mundo es la guerra y la religión.

EN: En Tecnodistopías del desierto aparece una inteligencia artificial madre que controla el mundo. ¿Esa misma IA también articula la dimensión religiosa que planteas en Cyber Gaudí Tour?

JC: Exactamente, la religiosidad que se vive en el mundo de esta serie es manipulada por la misma inteligencia artificial que controla el mundo en Tecnodistopías del desierto. Es más, el nodo cero, núcleo o panóptico central de esta IA madre se encuentra precisamente en la Sagrada Familia, lo cual sitúa íntimamente a ambas series en el mismo universo. La IA madre promueve una forma de religión ecuménica que convoca a gente de distintas creencias alrededor del mundo. Finalmente es como si la inteligencia artificial fuera la diosa de una religión llamada capitalismo, puesto que se ha vuelto omnipresente y omnipotente, es la estructura de todo. En la historia que compone estas series la IA madre es en realidad la IA de google salida de control, cuya gigantesca base de datos le fue suficiente para componer el conocimiento divino de la nueva creación.


EN: Una vez que cierres el proceso que ha culminado en Diametrales ruinas paralelas, ¿Cuáles son tus planes futuros?

JC: Mi plan de futuro es proyectar mi pintura más allá de Chile, llevándola a Europa y otros contextos internacionales. En el plano conceptual, pretendo seguir profundizando en el tema de la religiosidad, un asunto que, al volver a cobrar un enorme interés contemporáneo, me resulta esencial. Desde esta perspectiva, quiero indagar en la construcción de templos y seguir visualizando la figura del transhumano del futuro desde múltiples ángulos.

Paralelamente, aspiro a generar una conexión sólida con la hispanosfera. Partiendo de la proyección de que el castellano podría convertirse en la segunda lengua más hablada del planeta en los próximos años, me gustaría establecer una conexión cultural con el mundo hispano, explorando así una identidad compartida y futura desde el arte.


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