Tripa Cotillón: entrevista a Julio Hilger
Por Jesu Antuña
La Fundación Andreani se suma a las propuestas artísticas que tienen lugar en el distrito de las artes en La Boca. Abrió su espacio de exhibición en Av. Pedro de Mendoza 1981 – a metros de caminito – donde impulsará muestras de artistas contemporáneos y exposiciones dedicadas a mostrar los programas educativos impulsados desde la fundación.
Tripa Cotillón es la propuesta pensada por el artista Julio Hilger en conjunto con la curaduría de Laura Buccellato. Hablamos con Julio en el contexto de su muestra.
– En gran parte de tu obra hay un interés por lo precario, por la acumulación de elementos heterogéneos, de desechos. En el caso de la muestra actual muchas veces estos elementos son imperceptibles debido a que forman parte de estructuras más grandes, que remiten a formas indefinidas, muchas veces pensadas desde lo visceral, pero que en ciertos momentos cobran aspectos zoomórficos o recuerdan a la basura que el mar devuelve a la playa, o la que se acumula en el fondo del río. ¿Cómo pensás la relación entre ambos conjuntos?
– Me gusta esa imagen del río. Me imagino al riachuelo invadiendo la sala blanca y dejando ese conglomerado de objetos. De alguna manera, deja sus despojos.
La pieza principal de la muestra, que es la que estructura y determina el resto de las piezas, la pensé así… como un conglomerado de objetos, que agarro de la calle y de casa, los ensamblo atándolos con hilos, alambres, cintas o con lo que haya a mano. Así, más o menos, se van sujetando entre sí, y a la vez les doy cuerpo con el color, con una masa informe de cartapesta, un maquillaje que hace imperceptible -como decías- la materia prima que la conforma y estructura, y que, de alguna manera, materializa las conexiones entre las cosas y devienen cuerpo. Y en ese devenir pueden ser cualquier cosa: devenir putti, devenir rama, devenir peluche, devenir pie amputado, devenir zoomorfo, etc. Hay un montón de cosas que se pueden descubrir entre y por detrás del color.
– De alguna manera, estas múltiples líneas de sentido suceden al mismo tiempo mientras que conservan, especialmente a partir de los múltiples detalles, una individualidad propia, siempre propensa a fracturarse para volver a generar nuevas formas de lectura. Son estructuras rizomáticas en este sentido. El título de la muestra, Tripa Cotillón, sin embargo, abre una posible línea de lectura, en tanto reúne dos elementos heterogéneos, la tripa como aquello visceral, propio del cuerpo humano -aunque muchas veces negado ya que caracterizaría lo más bajo de un cuerpo- y el cotillón, que de por sí es raro ya que de elemento lúdico durante la noche pasa a ser basura el día después, ¿Cómo pensaste el título y a que hacen referencia estos elementos?
– En realidad, la frase la tomo de un tema de La Renga que se llama «Tripa y corazón» que sería como un pensar más visceral, dice: «até con tripa mi corazón sin más que eso salí a la cancha…», un poco que me tome así la muestra, como atar con tripa mi cotillón, que son los materiales con los que trabajo.
Usé globos de distintas formas, tirabuzón, alargados y piñatas, superpuestos, ensamblados con papel maché, con formas que remiten a órganos y tripas, estas asociadas a lo bajo en el sistema digestivo o en lo culinario a los despojos del animal, y así por ejemplo la pieza Francisco Jamón que es como una res que cuelga, está hecha de una superposición de piñatas y papel maché. También la pieza central, que es una especie de esqueleto hibrido de piezas encontradas y globología, está compuesta de estos globos de distintas formas atados y cartapesteados, que generan ese gran organismo que se termina deshaciendo en una especie de cuerpo destripado, o quizás también remiten a embutidos ensamblados que son exhibidos en una carnicería, como chorizos, morcillas, salchichón, etc.
El descarte propio del cotillón del que hablas funciona de la misma manera. Como trabajo la cartapesta, que me permite mucha flexibilidad, puedo ir variando en el tiempo y el espacio entre formas y personajes, que muchas veces funcionan como remedo y otras veces prótesis. Este organismo puede mutar en cualquier cosa. Pensaba ¿qué es este organismo-cuerpo-multiforme? Si es solo imagen, superficie, pensarlo resquebrajado, precario, vulnerable, con posibilidades de poder descubrir su interior (en el que se esconden cosas), y ahí hay algo con el disfraz o las máscaras del cotillón también, una tensión (relación) del afuera y adentro, de lo que se muestra y esconde, o como las tripas también, que pueden ser lo «bajo» u oculto o pueden ser exhibidas y curar y conservar los embutidos.
– Hay dos puntos que me parecen interesantes de esto que señalas, y que marcan ciertas continuidades con respecto a tus obras anteriores, pero también algunas rupturas. Por un lado, esta apelación a una frase, a una canción popular, está en sintonía con trabajos anteriores como Lecciones de guitarra con Yngwie Malmsteen, tanto en lo que hace al universo musical como a cierto interés por lo masivo. Por otro lado, aparece un cambio en los materiales que utilizas, ya que pasas de materiales como la cerámica y la arcilla a la cartapesta. ¿Cómo pensaste estos elementos en función a la muestra actual y cómo fue el trabajo con la Fundación Andreani y especialmente con Laura Buccellato, curadora de la muestra?
– Yngwie generaba un bloque monolítico de esculturas, acá es distinto, parto de la multiplicidad.
De alguna manera pienso que estaba el germen en «Lecciones de guitarra» en eso de pensar en cómo meter dentro de la práctica de la escultura elementos de lo cotidiano, del día a día. En el caso de Yngwie yo estaba obsesionado con sus videos en YouTube y esa fue la excusa para armar la instalación. En esta muestra esos elementos del día a día, de alguna manera, se incorporan a la práctica misma de la escultura desde lo material. Por eso usé papel higiénico, diarios, tubos de cartón, cajas, objetos encontrados, comprados, el tema de la renga, etc.
En cuanto a los materiales, los universos de la arcilla y la cartapesta, por lo menos para mí, son muy distintos. Uno es compacto, pesado y cerrado y el otro múltiple, liviano y mutable. El ir trabajando por capas, ensamblando y la posibilidad de que las piezas se expandan continuamente y que nunca sean cerradas en sí mismas es algo que la cerámica no me permitía. A esto se le suma una instantaneidad que gané trabajando con lo que se tiene a mano. A pesar de que las obras son de formato grande al ser livianas mantienen una cualidad de manipulables, de intercambiables y hasta pueden desarmarse y rearmarse.
En «Lecciones de Guitarra» hay una relación una relación aséptica en tres los materiales, acá todo se contamina. En este sentido, el tema de La Renga es una anécdota más entre la marea de cosas que conforma la muestra.
La variabilidad y mutabilidad por momentos me resulta difícil para poner un corte en relación con la cantidad de obras y la disposición en el espacio, y ahí fue importante trabajar a la par de Laura. Especialmente a la hora de decidir en el espacio, para pensar juntos en cómo articular las piezas y cómo lograr una lectura clara del conjunto. Ella siguió el proceso de trabajo muy de cerca, es una persona con mucha energía y apasionada, me visitó asiduamente al taller desde que empecé a trabajar para la muestra, tuvimos largas conversaciones.
– En cuanto al espacio, creo que hay algo así como una tensa calma en la muestra, que se genera a partir de esa relación entre las obras y la disposición que asumieron en el espacio. Por momentos pareciera que las obras van a invadir todo el espacio, y hasta se pueden imaginar posibles ramificaciones para los objetos, sin embargo, están suspendidos, a la espera de que algo suceda. Supongo que este podría haber sido un tema de trabajo y discusión, el hecho de saber cómo tensionar el espacio sin tener que cargarlo de obras.
– Sí, pensamos en el espacio con una obra central que articulara el resto de las obras y desde la cual todas podrían derivar o desprenderse. Queríamos que el conjunto no se viera de un solo golpe. La idea era que se pudieran descubrir cosas que se esconden u ocultan detrás de otras cosas y que esta pieza central jugara con esa tensión de lo múltiple, con la posibilidad de descubrir, redescubrir y generar nuevas conexiones constantemente.
Es así como se dan esas posibles conexiones entre los elementos distribuidos por la sala. Como un cuerpo que yace pero que puede ser rearmado. Recorriendo la sala se pueden ir encontrando despojos de cuerpos y órganos, como los despojos del río que reposan y siempre se renuevan.
La muestra podrá ser visitada hasta el 30 de junio.
Jueves y viernes de 16 a 18 hs y sábados y domingos de 12 a 18 hs.
Entrada gratuita. Espacio abierto al público.
Av. Pedro de Mendoza 1981 – La Boca – Buenos Aires.