«MAR, un lugar de aprendizaje y reflexión»
Por Margarita Gómez Carrasco
Fotografía: Andrea Chama
Entrevista a Jorgen Telerman y María Victoria Errozarena
Pasaron 118 años desde que Marcel Duchamp tiró la primera piedra, colocando un urinario en la mayor exposición de la historia de los Estados Unidos. Desde entonces, se produjo un quiebre que nos empujó a interrogar al arte y al contexto institucional que lo sostiene. La desacralización del museo es casi una realidad; la brecha entre una pieza de arte y el espectador se achica, y «el museo se transforma en un espacio abierto de intercambio de saberes, un lugar de aprendizaje y reflexión al servicio de la comunidad». Sobre este concepto se sostiene el impactante MAR –Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata–, con más de siete mil metros cuadrados ubicados frente al mar.
Jorge Telerman –presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de la gestión del museo– nos cuenta que este nació de un viejo sueño de Daniel Scioli, sustentado en llevar a la práctica de políticas públicas un centro cultural al alcance de todos los ciudadanos. «A este sueño convertido en realidad, le siguió la convocatoria a un concurso de arquitectura, para que no sucediera la reutilización de un edificio ya existente, como suele pasar a veces, ya que hubiera impedido lograr un aprovechamiento completo por las condiciones que requiere el arte contemporáneo que, por sus volúmenes, dimensiones y versatilidad, demanda construcciones específicas. A ese concurso se presentaron alrededor de 200 propuestas, y le siguió la decisión de un jurado. La construcción, el funcionamiento y el personal del museo, los sostiene el Estado, y para las exposiciones se convoca al sector privado a participar con Responsabilidad Social Empresaria».
Telerman nos cuenta sobre las muestras: «La primera fue entorno al arte Pop de los ’60, donde la producción local argentina conversaba con la producción del Pop mundial. La segunda exposición tuvo que ver con el universo y el pensamiento de Borges, El museo de los mundos imaginarios reunió importantes maestros argentinos. Y la tercera exposición, con un colectivo de artistas seleccionados, vinculados con la creación de sueños individuales que se enhebran con sueños colectivos para la construcción de nuevas realidades. Cada una de estas muestras permitió ir mostrando cuál es el concepto museístico. Queríamos un museo donde se contaran historias de momentos importantes y de alta densidad de la producción argentina. Y no solamente de las artes plásticas, sino de otras disciplinas, como un lugar que tiene el arte y que sirve de inspiración para proyectar nuevas sociedades, nuevos mundos. Nuestra concepción del museo es a partir del espacio público».
Respecto al espacio circundante, acota: «Hemos hecho acuerdos con la Municipalidad de General Pueyrredón. Esto hace que el MAR no solamente sea un museo, sino también un gran faro cultural, el escenario central donde la gente viene a disfrutar del arte, a reunirse para escuchar música o asistir a la feria que lo circunda. Hay todo un proyecto de políticas culturales en el que el MAR es el gran articulador».
María Victoria Errozarena, responsable del área de Extensión y Educación del MAR, tiene por objetivo –junto a su equipo– formar al público, explicando que el contemporáneo es un arte que está sucediendo, y lo hace a través de la apropiación del espacio. Considera que hay una barrera heredada del arte tradicional, académico, en el que el arte era solo para eruditos. Al romper esa barrera, la gente que se educa, ya no podría decir que el arte es solo para entendidos. Nos cuenta que «una acción que hicimos fue mandar a imprimir una encuesta que consistía en postales troqueladas, con una parte te quedás y la otra la dejás en una urna. Esa postal tiene preguntas como, por ejemplo, ¿es la primera vez que visitás el museo? De acuerdo al relevamiento que pudimos hacer, el 50% del público que viene es la primera vez que pisa un museo. Entonces es genial poder acercar a la gente hasta aquí. El museo se divide en áreas: Extensión (conferencias, auditorio, música, cine), Educación (visitas educativas, generación de material didáctico, actividades para la familia), y Montaje (mantención de la obra). Trabajamos con escuelas, a veces hacemos tres visitas de mañana y tres de tarde. Además recibimos diferentes centros culturales. Durante el verano hay un convenio con el ANSES y un proyecto con la fundación Navarro Viola para trabajar con adultos mayores. Han venido 10 mil personas por día. Y en invierno trabajamos con público marplatense. Por otro lado, tenemos, con la Universidad Nacional de Mar del Plata, un acuerdo para pasantías de bibliotecología para comenzar a realizar una documentación sobre el museo, y otro acuerdo con la escuela de Bellas Artes de Mar del Plata para pasantes educadoras en las salas. Respecto al personal, nos encargamos de que esté formado en discapacidad, realizamos un curso de lenguaje de señas y capacitación para todo el personal sobre incapacidad intelectual y motora».
Por si todo esto fuera poco, nos comenta que están generando folletos de auto-visita porque, muchas veces, al público no le interesa una visita guiada o es un público más formado que conoce de arte. El folleto pasa a ser una hoja de ruta con la que pueden manejarse dentro del museo. La idea es hacer del MAR una herramienta didáctica, un espacio de formación permanente (charlas, seminarios) para mostrar que la plástica no es solamente la pintura, que existen muchos formatos.
La propuesta del verano 2015, Horizontes de Deseo, merece un apartado especial. Esta muestra, curada por el prestigioso Rodrigo Alonso, consistió genialmente en hacer dialogar obras de Quinquela Martín y Pío Collivadino con artistas contemporáneos. También reunió arquitectos y diseñadores que ponían el acento en la voluntad transformadora de los seres humanos. Horizontes de Deseo giró en torno a la utopía de poder imaginar un mundo mejor y de atreverse al cambio. Se destacaron las obras de Mariana Tellería, Somos el límite de las cosas, y Vortex, emplazada en el hall central de planta baja, perteneciente a Martín Huberman, compuesta por más de 66 mil broches de ropa de madera coloreados colgando del alto techo, y las cintas de los deseos I Wish Your Wish de Rivane Neuenschwander. Por otro lado, Patricio Gil Flood invitó a ocupar espacios de pura potencialidad; otro conjunto de obras pertenecientes a Gabriela Munguía, Guadalupe Chávez y Joaquín Fargas destacaron los vínculos entre los seres humanos, la naturaleza y la tecnología.
Horizontes de Deseo reflexiona sobre el rumbo y las necesidades de la humanidad, de cara a un futuro que mejore el presente. ¿Cómo deberían ser las sociedades de los próximos años?, ¿cómo perfeccionar la vida en comunidad?, ¿cómo asegurar el respeto de la diversidad y la preservación del planeta? El arte, la arquitectura y el diseño acompañan al pensar, desear, proyectar, construir y transformar.