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31 enero, 2019

«Real absoluto» Nicola Constantino en MAR Museo

«Real absoluto» Nicola Constantino en MAR Museo
Por Micaela Flavia Paz

 

Un encuentro afortunado entre ciencia, mitología e historia del arte.

La propuesta de la reconocida artista rosarina en el museo marplatense consiste en tres instalaciones e incluye una obra inédita, inspirada en las criaturas de las profundidades marinas.

El texto curatorial que abre Real absoluto propone algunos conceptos claves que vinculan el discurso de la ciencia, la teología y el arte con el conocimiento de lo absoluto. En el planteo de la artista, ese saber es «real, ancestral y abisal». El recorrido -de fuerte carga simbólica- se presenta en tres partes; comienza con una inconfundible cita a El Bosco, con la instalación El verdadero jardín nunca es verde en la Sala I, continúa con un paseo por el paraíso –Pardés- en la Sala II y finaliza en las misteriosas profundidades de Abisal, obra creada especialmente para la muestra.

Nicola Constantino es una de las artistas contemporáneas argentinas más sobresalientes. Nacida en Rosario en 1964 y con una formación multidisciplinaria –que incluye desde las Bellas Artes hasta la taxidermia- comenzó a mostrar su obra a los 30 años. Su tono controvertido se ha manifestado en obras como Peltería Humana –prendas y accesorios confeccionados con texturas de piel humana-, Savon de Corps –jabones elaborados con grasa de su propio cuerpo- y en la serie de instalaciones sobre Eva Perón, Rapsodia Inconclusa, con la que representó a nuestro país en la Bienal de Venecia en 2013. Su producción involucra investigaciones materiales y técnicas que imprimen un sello muy personal en su obra.

El recorrido de la muestra comienza con la obra El verdadero jardín nunca es verde –montada por primera vez como instalación en el Centro Cultural Kirchner en 2017-, una cita al célebre tríptico de El Bosco El jardín de las delicias. La artista trabaja a partir de composiciones fotográficas, impresas en maderas deterioradas y expuestas en forma de ciclorama, que monta en clave de hallazgo arqueológico. Las escenas que recrea Nicola a partir de la obra de El Bosco tienen la peculiaridad de ser también autorreferenciales; es la propia artista que encarna muchos de los personajes y aparecen elementos de sus producciones anteriores, como los animales que utiliza para la taxidermia y las máscaras anti-gas conformadas por morros de cerdo y cogotes de gallina -que se basan a su vez en la obra de 1997 Trilogía de Bocas-.  Hay además un dato clave: en la composición fotográfica no hay hombres; en la cosmogonía representada por Constantino solo hay andróginos, mujeres y niños. En el centro del ciclorama, materializada con huesos, crustáceos, huevos y cuernos; se erige la Fuente de la Vida, que con su forma espigada parece conectarse con ese absoluto al que remite el título de la muestra. El texto que acompaña esta obra ofrece una pista que resuena en el encuentro con la fuente: «Lo sagrado entra por las puntas».

Continuando con la impronta simbólica-mitológica, la segunda sala invita al espectador a adentrarse en el particular Pardés –paraíso en hebreo-, un bosque en el que conviven el fotorrealismo con la creación escenográfica de dimensiones trastocadas; árboles enanos de ramas vendadas, orquídeas gigantes e instrumental alquímico. El paisaje trasciende los murales; algunos de sus elementos están presentes físicamente, las hojas y cortezas del bosque invaden la sala y desdibujan el límite entre la obra y el espacio de contemplación.

La escena fotografiada en Pardés, que cubre las paredes de la sala, exhibe un proceso alquimista en el cual sus protagonistas –los andróginos con máscaras de hocico de cerdo- elaboran las delicias para un banquete a partir de sustancias coloridas. En varias ocasiones, Constantino trabaja una obra en distintos soportes –principalmente fotografía, video y escultura- profundizando en el objeto abordado. Sus formas y materialidades son reconocibles y trascienden de una obra a otra, como sucede con los personajes y elementos que podemos ver tanto en El verdadero jardín nunca es verde como en Pardés. Además, la presencia del propio cuerpo de la artista en la obra es uno de sus recursos habituales, que también emplea aquí. La abundancia y conjunción de organismos -vegetales, animales, humanos- que habitan este bosque paradisíaco sugieren el sinsentido de las dicotomías clásicas para aproximarse hacia un ser absoluto.

El itinerario concluye en una pequeña caja negra, en la que flota una voluptuosa criatura marina. Este ser con reminiscencias mitológicas posee un cuerpo mitad sirena, mitad calamar; de sus tentáculos surgen vellosidades fluorescentes y a su alrededor penden cigotos violetas que destellan en la oscuridad. La obra se titula Abisal y surge de la inquietud de Constantino por la gran incógnita que representa para la ciencia la vida en las profundidades marinas. Cabe destacar que lo animal es uno de los leitmotivs predilectos de la artista, abordado con crudeza desde sus primeras producciones. La morfología de este espécimen permite hacer un vínculo con la Fuente de la Vida que encontramos al principio del recorrido y así completar este ciclo universal que conecta lo abismal con lo supremo.

Real absoluto es una excelente excusa para conocer el trabajo de Nicola Constantino y para encontrarse con arte contemporáneo argentino en vacaciones. Para quienes deseen profundizar la experiencia, el sábado 2 de febrero a las 17hs, como parte de las propuestas de La noche de las ideas, organizada por el Institut Français d’Argentine, habrá una performance culinaria en la que la artista ofrecerá sopas frías y delicias dulces pintadas a mano en medio del bosque de Pardés. La actividad es libre, con cupos limitados. Una oportunidad que merece ser tomada.


Real Absoluto
se puede visitar de jueves a martes de 12 a 20hs, hasta el 19 de marzo, en MAR Museo, Av. Camet 800, Mar del Plata. Entrada libre y gratuita.

Fotos: Gentileza MAR Museo