El teatro en Chile y la reconstrucción de la cultura, reivindicando la teoría social crítica
Por Iván Ojeda Pereira
Agradecimientos a Javiera Huerta Kosky por compartirme su experiencia como estudiante de teatro.
Escribo este texto sin ser experto en teatro ni mucho menos, como un simple espectador y participe de la sociedad que nos rodea. Este escrito propone una reflexión crítica que vincula a la teoría sociológica con el teatro, en tanto, ambos elementos se relacionan en el nuevo reto de reconstruir cultura. El estallido social en Chile pone en jaque al Neoliberalismo y por ende, a todo lo que entendíamos por sociedad, en este sentido -en palabras de Alberto Mayol (2020)– constituye un Big Bang a los elementos cohesionadores, una crisis total, donde el reto no es solo reconstruir los lazos con las instituciones políticas, sino que también reflexionar sobre las relaciones, elementos, signos y símbolos que nos transforman en un colectivo.
Cabe destacar, que en términos sociológicos la cultura se puede entender como la relación entre un sujeto y la sociedad en la que vive, en este sentido refiere a aquellos signos, significaciones, normas coercitivas y valores compartidos (Lores, 2015; Giddens, 1989), que formarían parte de aquel todo, pero también parte del sujeto, en tanto, entregaría puntos de referencias para que las personas elaboremos nuestro lente perceptivo. En este sentido, es que la forma en que comprendemos cualquier situación estaría mediada por los efectos de una cultura y constituirá entonces, parte de nuestra identidad (Hall, 1989)
Entiendo que la cultura es un concepto complejo, a continuación, se presenta una pequeña contextualización a la Escuela de Frankfurt, para luego adentrarnos en la relación entre cultura, teoría crítica y teatro. El Instituto de Investigación Social inaugurado en la Alemania de 1923 albergó a destacados académicos e investigadores ligados a las Ciencias Sociales tales como: Theodor Adorno, Walter Benjamín, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, Hermann Schweppenhauser, Erich Fromm, Alex Honnet entre tantos otros. Estos investigadores constituyen lo que se denomina como “escuela de Frankfurt”, que mas que un grupo de personas refiere a una corriente de pensamiento que se ha desarrollado en el tiempo. En términos generales, esta corriente propone al mundo, que no es posible reducir las ciencias sociales a un mero ejercicio técnico y que era imperante para la sociedad que estas disciplinas retomaran su potencial critico respecto a la dominación y a la racionalidad instrumental imperante en la modernidad (Entel, Lenarduzzi y Gerzovich, 1999).
La teoría social crítica, tal como lo plantea su nombre implica primero que todo asumir que no existe corriente filosófica o teórica que sea estática y, por ende, necesitan del pensamiento reflexivo constante para poder encaminar sus postulados. Esto es problemático para algunas corrientes de la época como el marxismo ortodoxo, que entendía el marxismo como una práctica repetitiva en función de las mismas categorías, cuya principal misión consistía en ir constatando o reafirmando los postulados de Marx (Frankenber, 2011) . La teoría crítica recupera el marxismo, pero desde un enfoque reflexivo, esto significa que ejercer el materialismo histórico no es solo realizar un análisis “científico”, sino que también implica tener un posicionamiento crítico filosófico respecto a la realidad estudiada.
Bajo esta pretensión de realizar teoría crítica, es que la Escuela de Frankfurt (EF), escribe respecto al problema sociológico del poder y se posiciona abiertamente contra la dominación, explorando sus diversas formas de ejercicio, como de reproducción en la sociedad (Vincent, 2002) . Algunos teóricos de EF, de una forma muy rupturista a la de la época plantean que la realización del humano no es en el trabajo, sino que en la comunicación, esto sin duda los lleva a reflexionar sobre el carácter de las comunicaciones, sus orientaciones y también sobre las comunicaciones masivas, cristalizadas en medios de comunicación (Mesquita, 2009).
Los investigadores proponen que los medios de comunicación, entendidos como la televisión, la radio y el periódico, en las sociedades modernas pueden transformarse en elementos de dominación. Para explicar este postulado, refieren al concepto de industria cultural (Briceño, 2010) , como un proceso en el que el capitalismo reproduce categorías, estereotipos y por lo tanto, construye la cultura de la enajenación mediante la instrumentalización y banalización de elementos compartidos (bailes, sonidos u imágenes cohesionadoras) y de percepción (de los sujetos). Aquello constituye una forma de dominación, porque no permite que las personas reflexionen y actúen bajo su propia libertad, sino que son bombardeadas simbólicamente por contenidos cuidadosamente seleccionado cuya principal función perpetuar una sociedad de consumo.
Aquel proceso, despoja totalmente el potencial crítico y reflexivo y reproduce una razón instrumental que ve a las personas como medios (Galafassi, 2002) , en tanto las practicas que elaboran bailes, sonidos o imágenes, como la danza, la música, el cine o el teatro van siendo colonizados por el mercado, realizando solo productos que “vendan”. No es coincidencia que los principales grupos económicos dominen medios de comunicación, esto significa comprar la capacidad de establecer la cultura que quieren, porque el control de las líneas editoriales define el contenido simbólico que esperas sea reproducido en a la sociedad. Lo que ocurre en octubre del 2019, en el estallido social chileno, representa una crisis total al neoliberalismo imperante, tanto en su dimensión material cargada de desigualdades, como en esta dimensión simbólica cargada de homogeneidades culturales impuestas. Nadie se ha preguntado ¿Por qué la mayoría de las novelas se sitúan en el barrio alto?, ¿Por qué las propagandas tienen siempre esos estereotipos de belleza?, ¿Por qué eligen a esos “rostros” televisivos?, ¿Por qué los canales tienen esa programación?
En este sentido, es que, ante la crisis del modelo, surge la necesidad imperante de cualquier sociedad de poseer lazos o elementos que la unan y también de esquemas preceptivos que permitan comprender esta sociedad transformada. El proceso de reconstrucción cultural comenzó en aquel momento que se llenaron las alamedas y muchas personas rompieron el ciclo de la incivilización
En este contexto, es que el rol del teatro a mi gusto es crucial. Según los teóricos de Frankfurt, es imperante para superar la dominación, que el arte sea transformado por los propios artistas, en tanto sea más que un sistema de producción de bienes culturales para medios masivos y se transforme en un espacio que permita a las personas reencontrarse con la sensibilidad, desarrollar su pensamiento, reflexibilidad y por ende, estimular una mentalidad Crítica. Específicamente, respecto al teatro Walter Benjamin(1933) mencionaba “En el teatro la dramatización es única, Cada actuación es irrepetible, mientras que en el cine la actuación se puede repetir tantas veces como sea necesario. Se puede probar, montar, desde diferentes tomas y luego exhibirla infinidad de veces”.
Sin embargo, actualmente estamos bastante alejados de aquello. En Chile el Teatro a tenido un tinte bastante alejado del común de las personas que creo debe concluir considerando el momento histórico actual. Chile está reconstruyendo su cultura el teatro que necesita actualmente Chile, debe volver a ser arte para la gente, arte para sentir y pensar colectivamente. Porque aquella cultura neoliberal que se esta destruyendo deja abierto el espacio para la construcción colectiva de nuevos elementos compartidos que nos cohesiones, nuevas categorías e ideales que doten de sentido el vivir en sociedad. Es por esto que el teatro, se posiciona como un espacio capaz de hacer frente a la industria cultural de la imagen y la representación, cristalizada en los canales de televisión. Aquel proceso nos lleva evidentemente a proponer un teatro de la entretención y de la diversión, una entre-tensión que relea la complejidad del concepto y nos lleve a vislumbrar, reflexionar y criticar tensiones.
Para esto es fundamental, que el teatro les hable a aquellas personas que ya no creen en las categorías de la televisión. El Teatro Chileno sin importar todas sus infinitas divisiones internas debería intentar reconstruir sus vínculos con la realidad del país. Porque si no realiza este esfuerzo, fácilmente puede hacerse parte de la industria cultural. Hoy por hoy, posee la potencialidad de ser un espacio capaz de representar y proponer elementos significativos para la vida en sociedad. Esto no significa que sea desde la misma forma de hacer conexión, la rabia, la pena, la surrealidad, la diversión, son todas estrategias validas para practicar lo que denominare un teatro con potencial crítico. Tal como los teóricos de la Escuela de Frankfurt rescataron la posibilidad de pensar y reflexionar en la práctica de las Ciencias Sociales, es que el teatro puede enfocarse en realizar el mismo esfuerzo y reconectarse con la sociedad, hacerse parte del proceso de reconstrucción colectiva de la cultura, mediante la democratización de sus espacios[1].
Ante el derrumbe de la industria cultural y del modelo neoliberal, es que el teatro con potencial critico es una alternativa para proponer categorías y sobre todo nunca perder la capacidad reflexiva sobre sí mismo. La teoría critica es una práctica cotidiana que hoy en día vive en todos los que soñamos un país diferente.
[1] Creo importante relevar la experiencia de la compañía “La Nona Teatro”, un proyecto que nace de la necesidad social del arte y la distención. Entendiendo que el teatro cuando tiene vínculos con la cotidianidad posee elementos unificadores y cohesionadores. Esta compañía es un llamado a la sencillez del teatro, sin un afán de deslumbrar a nivel material, busca hacer sentido a quienes la ven, estableciendo nexos entre la realidad actual y también con los retos que como sociedad tenemos.
Iván Ojeda Pereira: Estudiante de Sociología de la Universidad de Chile, Investigador asistente Proyecto Investigación Plataformas Digitales y Trabajo en Chile, Asistente de Investigación Proyecto Fondecyt 1180887- “Intereses y controversias en torno al agua. Los grupos de interés y la reforma al Código de Aguas”, Ayudante de Investigación en Red Transdisciplinaria de Estudios de Racismo y Migraciones contemporáneas. Ayudante de Cátedra Sociología Política, Historia Social de América Latina y Sociología de la crisis Ambiental, Universidad de Chile. Profesor Ayudante Sociología del Medio Ambiente, Universidad Diego Portales.
Fotografías: Intervenciones escénicas en protestas vinculadas al 18O en Chile por Patricio De La Rosa Bórquez.