«Soy un escritor que escribe con la cámara»
Homenaje de la Fundación Cartier a Kiripi Katembo
La Fundación Cartier rinde homenaje al artista congoleño Kiripi Katembo que murió el Miércoles 6 de agosto del corriente año en Kinshasa -República Democrática del Congo- ciudad donde nació en 1079.
El artista comenzó su carrera como pintor antes de pasar a la fotografía y al cine. En el 2008 creó su primera película con un teléfono móvil «Voiture en cartón», con la cual ganó reconocimiento internacional. Desde entonces Katembo se convirtió en el primer cineasta congoleño que fue invitado a Berlín, donde dirigió dos cortometrajes «Kinshasa Symphon» y «Apres la mía», con gran éxito.
La producción de Kiripi son composiciones atípicas, estan basadas en la captura de la rutina y vicisitudes de los habitantes congoleños, sus obras son reflexiones que arrojan como resultado desafiantes y conmovedores paisajes.
A continuación le presentamos una entrevista concedida por la Fundación Cartier a Kiripi Katembo
¿Qué camino te llevó a la fotografía?
Empecé en la Academia de Bellas Artes (ABA) en Kinshasa en comunicación visual, pero durante este período, lo que más me interesaba era hacer pintura. También trabajé objetos con los que realicé esculturas. Luego en la asociación la ABA y la Escuela Superior de Artes Decorativas de Estrasburgo, comencé a participar en talleres, estudié con el de director y documentalista Marie-Dominique Dhelsing. Fue durante este taller que me di cuenta de mi cortometraje Cartón Coche (2008) que hice de la fotografía y luego empecé a asociar la foto y el video. Cuando fue seleccionado Cartón Coche para el Pocket Films Festival en el Centro Pompidou en 2008 me motivó y dio confianza.
En 2008-2009 comenzó a disparar una gran cantidad de fotografías en Kinshasa, en particular sus charcos. Luego, un poco más tarde, hizo una serie sobre los tejados de la ciudad. Parece que estas dos series fueron decisivas para su carrera profesional.
Sí. Titulé esta serie sobre los charcos Una mirada (2008). Empecé a enviarlas a varias personas que operan en la comunidad cultural. En 2011, recibí un correo electrónico del comisario de la Bienal de Bamako, Laura Serani, diciendo que pronto estaría en Kinshasa y le gustaría ver mi trabajo. Nos conocimos. Inicialmente la serie no era exactamente lo que estaba buscando para la nueva edición de la Bienal, así que le mostré otra que hice en 2009 en Katanga en paralelo con una L cortometraje titulado Después de la mina. Djo Tunda Wa Munga cineasta, Viva Riva Cine autor! (2010), y se mostró interesada en mi trabajo y me invitó este año a viajar a Paris y seguir la película el documental y la ficción. Después de este entrenamiento, fui seleccionado para hacer cortometrajes producidos por Suka Producciones y otras empresas sudafricanas. Es en este contexto hice la película Después de la mina como la serie de fotos del mismo nombre. Cuando se lo mostré a Laura Serani, me dijo que era lo que quería, finalmente me pidió que le enviara las dos series L’Après Minas en la sección «Pan-África», y una mirada en las «Monografías».
Poco después de la Bienal de Bamako, pude profundizar mi trabajo gracias a la Fundación Blachère, que me otorgó un premio en 2011 para la serie Una mirada, el premio consistía en una beca para participar en varias exposiciones y una pequeña residencia. El premio me permitió tirarme en mi segundo juego de forma rápida «Mutaciones», esta serie esta dedicada a las fotografías tomadas desde el techo o en la parte superior de las torres, esta producción me abrió rápidamente las puertas en mis otras residencias y festivales. En 2013, Bruselas KVS, en colaboración con el Festival de Teatro de Aan Zee, también me invitaron a su residencia en Ostende durante dos meses para realizar el trabajo comprendido en la continuidad de los cambios.
Lo que es sorprendente en su serie Una mirada, que consiste en fotografías de charcos en las que se refleja la ciudad de Kinshasa, sus fotografías devuelven al transeúnte al lugar, por así decirlo, – ese devolverlos al lugar – se convierten en un lugar común. En su gesto conceptual de devolverlos, hay algo que le da plena dimensión de estas fotografías. ¿Qué quiere decir con este gesto?
Es como una especie de historia de amor temprana con el trabajo. Quería desarrollar la fotografía como desarrollamos un lienzo de pintura. Quería estar seguro de sentir algo al ver la fotografía, con el fin de decidir si debía continuar o detenerme. Así fue como empecé a desarrollar la serie Un vistazo. Cada foto que tomo no es el resultado de la casualidad. Trato de tener un intercambio con la imagen y en ese momento, comienzo una historia con la fotografía. Con el tiempo, también busqué la misma forma en que la vida Kinshasa y empecé a realizar experimentos con la composición. La foto para mí, consiste en esto, sobre todo con la serie Una mirada y Mutaciones: sentarse, quedarse quieto y mirar con asombro si esa fotografía que hago es una pintura.