Recorrido histórico en torno a la zona más contaminada de la República Argentina. De nodo central para el desarrollo económico a zona de emergencia social y ambiental. Una historia con pocos avances y muchos retrocesos en materia de saneamiento. La iniciativa ACUMAR como proyecto superador de contradicciones en torno a la problemática.
Por Maximiliano López
La zona que comprende a la cuenca río Matanza-Riachuelo es uno de los lugares que simbolizan la historia y la realidad argentina a partir de diferentes variables; económicas, políticas, sociales y ambientales. Alrededor de ella, desde fines del siglo XIX, el siglo XX y en la actualidad, se han movido e interactuado, siempre bajo un halo de permanente tensión y sin una planificación adecuada, sociedad, poder económico y poder político. En esta historia de ganadores y perdedores, dentro de un contexto industrial y luego posindustrial, el resultado ha sido la generación de altos niveles de contaminación en el agua, en el aire y en la tierra, y la precarización existencial de las cinco millones de personas asentadas en esa zona. Luego de iniciativas políticas que resultaron en un fiasco, el plan de saneamiento que se comenzó a aplicar a partir del 2008, más allá de sus límites, parece abordar todas las variables de este gran problema socio-ambiental.
La cuenca río Matanza-Riachuelo, desde el siglo XIX, ha sido un lugar expuesto a una actividad económica exacerbada para sus propias capacidades ecológicas. Un punto nodal del desarrollo económico en el área metropolitana. No obstante, los factores ambientales y sociales nunca han sido tenidos en cuenta; al contrario, han sido altamente perjudicados a lo largo del tiempo.
Situación del Riachuelo en el siglo XIX y principios del siglo XX
Vale la pena destacar que, en los primeros años de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hasta la consolidación del Estado-nación argentino, si bien ya se verificaba un volumen importante de actividad comercial, estaba asociada solo a la ganadería y la pesca. La contaminación provenía de estas y no tenía gran impacto, dado que la cuenca no era un lugar habitado. Sin embargo, ya había una real concepción de ella como un lugar para que las nacientes industrias y actividades pudieran tirar sus desechos.
Hacía 1860, en un período en el cual los cimientos del Estado-nación estaban ya más consolidados, las normas y las regulaciones alrededor dela cuenca Matanza-Riachuelo abarcan más aspectos de la problemática ambiental; incluyendo el estado del agua a causa de los desechos provocados por la faena en los saladeros. Pero los intereses económicos ya se han fortalecido tanto como para impedir la aplicación efectiva de dichas regulaciones, obligando a las autoridades a replantearse cada una de las medidas dispuestas a fin de evitar la creciente contaminación de la zona.
Para aquella época, en la que se estaba gestando la entrada plena de Argentina y otros países de la región a la división internacional del trabajo y la economía capitalista, al calor del crecimiento de las actividades ganaderas y derivadas de ella, comenzaron a asentarse los primeros habitantes. Muchos de ellos eran trabajadores de las industrias establecidas allí, y otros eran comerciantes que veían una oportunidad de obtener ganancias ofreciendo servicios varios. La mezcolanza entre industrias robustas cada vez más contaminantes y los primeros habitadores precarizados de la cuenca comenzó a dar como resultado un río eutroficado y ya superado en su capacidad ecológica para depurar los desechos, además del surgimiento de epidemias como la de la fiebre amarilla y la del cólera.
En las décadas de 1870 y 1880, las autoridades políticas formularon medidas destinadas, por un lado, a relocalizar los saladeros, y por el otro, a dar inicio a un plan de limpieza e higienización. No obstante, más allá de que se cumplió con la reubicación de los saladeros, el plan de limpieza quedó estancado por el cruce de diferentes intereses que se manifestaban en contra de verter la contaminación al Río de la Plata. Más allá de que el Riachuelo dejó de ser la sede de la industria de la carne, los desechos siguieron allí como una pesada herencia.
La inacción política alrededor de la contaminación del afluente se expresó luego, a partir de la privatización de las decisiones urbanísticas en torno a vastos territorios que se encuentran en la zona de la cuenca. Por ejemplo, las compras de territorios por parte de José Soldati, quien fundó Villa Soldati y Villa Lugano, y que se dio sin regulaciones básicas por parte de las autoridades políticas, permitió el poblamiento progresivo y a gran escala de una zona inundable y no apta para la formación de conglomerados urbanos. La incipiente reconversión económica fue un factor que incidió en la instalación progresiva de nuevas industrias que, si bien no eran numerosas, contribuyeron a aumentar los niveles de contaminación en la zona.
1930-1976. El desarrollo es primero, lo demás no importa nada
Hacia la década de 1930, al calor del desarrollo de la política económica basada en la sustitución de importaciones, la cuenca se transforma (una vez más) en uno de los puntos vitales para el desarrollo económico; gradualmente, se van asentando diferentes tipos de industrias grandes, medianas y pequeñas. El Estado se fue haciendo cada vez más presente, sobre todo en cuestiones de infraestructuras orientadas a privilegiar el crecimiento industrial. En lo que respecta al panorama social, la presión ejercida por los cambios en el esquema económico derivó a que la zona de la cuenca fuera experimentando un crecimiento demográfico, no regulado, sin precedentes.
El proceso de instalación de industrias fue desarrollándose en un marco de crecimiento económico exponencial sin una planificación al respecto. Las políticas crediticias accesibles, que luego la inflación transformó en gratuidad, alentaron dichas instalaciones industriales, ya que los créditos fueron otorgados sin más que una garantía prendaria y la demostración de una real actividad productiva sin demasiado control. No hubo orientación económica de las líneas de crédito en función de objetivos planificados de desarrollo integral, sectorial o regional. En síntesis, se instalaron industrias que se ubicaron según las pautas individuales de conveniencia de sus propietarios, próximas a cursos de agua donde descargar sus efluentes; lo que derivó en altos e inéditos niveles de contaminación del agua, la tierra y el aire, precarizando la calidad de vida de los cientos de miles de personas que se asentaban allí en forma continua y como única opción.
1976-2003. Etapa posindustrial: primeros (y fallidos) planes de saneamiento
En la etapa posindustrial del país, comienzan los primeros intentos por aplicar un plan de saneamiento en la cuenca. Sin embargo, muchos de ellos resultaron en simulacros que no han producido avances. La conveniente introducción de nociones básicas provenientes del ecologismo en el discurso del poder político y el poder económico solo quedó en reducidos intentos por sanear el lugar. Intentos que, proporcionalmente, no incidieron en mejorar las condiciones de vida frente a las cada vez mayores cantidades de desechos vertidos sobre la zona.
El a priori ambicioso plan presentado por la conspicua secretaria de Medio Ambiente durante los gobiernos de Carlos Menem, María Julia Alsogaray, se presenta como un ejemplo por antonomasia en relación con los seudofáusticos proyectos de saneamiento dela cuenca Matanza-Riachuelo presentados por las autoridades nacionales entre las décadas de 1970 y1990. A partir de ese plan, se proponía limpiar la zona en un plazo máximo de mil días. Como se sabe, la iniciativa no tuvo ningún efecto positivo sobre el ya deteriorado ecosistema del lugar. Sí sirvió para contratar a un ejército de consultoras que terminaron entregando los estudios ambientales realizados a las grandes empresas instaladas en la cuenca. Según un estudio realizado años después, se estimó que, del total de los montos del crédito asignado por el Banco Interamericano de Desarrollo para el saneamiento, un 77% fue entregado para solventar gastos provenientes de los servicios de consultoría; mientras que solo un 10% fue destinado a obras.
Uno de los principales errores en los que han caído proyectos como el mencionado, y otros como la reducción de plantas de curtiembres, por ejemplo, es que no se ha incluido extensivamente a representantes de la sociedad civil como actores y movimientos sociales en defensa de los intereses de quienes viven enla cuenca Matanza-Riachuelo. El trabajo solo recayó en elementos del poder político y económico, dando como resultado estudios sesgados que derivaron en procedimientos inútiles y desfasados en relación con un escenario en el que, si bien ya existía un proceso desindustrializador, la actividad contaminante por parte de curtiembres e industrias químicas, por ejemplo, seguía un curso ascendente.
2004-actualidad. Situación actual: aplicación de políticas inclusivas de saneamiento
Hacia mediados de la década pasada, los vecinos, movimientos y actores sociales de la cuenca, que estaban fuera de la mesa de discusiones en torno a la situación del lugar en el que precariamente viven, llevaron a cabo una demanda conjunta contra el Estado nacional, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 44 empresas, reclamando por los daños y perjuicios sufridos como consecuencia de la contaminación de la zona. También solicitaron la recomposición del medio ambiente local y una serie de medidas cautelares orientadas a asegurar el objeto de la demanda. Posteriormente, esta fue elevada a la Suprema Corte de la Nación.
En respuesta a la demanda unificada de todos los movimientos y organizaciones sociales que agrupan a cientos de vecinos de la cuenca, en 2006, el Estado nacional, por ley, dispuso la creación de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, encabezada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (ACUMAR).
El nodo central por el que gira el funcionamiento de la ACUMAR es el Plan Integral de Saneamiento Ambiental. Este está formado por un conjunto de acciones destinadas a preservar y recomponer la cuenca, comprendiendo un territorio cercano a los2.200 kilómetros cuadrados por donde discurren los 64 kilómetros de extensión del sistema integrado por los ríos Matanza y Riachuelo.
Las acciones, sustentadas en la co-participación del Estado junto con la sociedad civil y el sector privado, giran en torno a cuatro ejes a partir de los cuales se identifican las múltiples problemáticas derivadas de la contaminación, así como sus orígenes. Estos son Institucional, Saneamiento, Industria & Control, Ordenamiento territorial e Infraestructura; a la vez, son abordados por diferentes programas que se encargan de aspectos más puntuales: Institucional-Secretaría General, Cuerpo de Agua, Ordenamiento Ambiental del Territorio, Salud, Residuos Sólidos Urbanos, Control, Industria, Infraestructura, Participación Social y Educación (1).
– El componente Institucional se encarga del estudio de las relaciones entre los distintos organismos con competencia en la cuenca a nivel municipal, provincial y nacional, así como del desarrollo de instituciones propias de ACUMAR.
– El Cuerpo de Agua, a su vez, tiene el objetivo de promover la recuperación y la preservación de la calidad de los cuerpos de agua superficiales y subterráneos en la cuenca.
– El programa de Ordenamiento Territorial-Ambiental guía las acciones hacia un crecimiento ordenado, equilibrado, integrado y sustentable dentro del territorio, además de construir mecanismos adecuados a fin de aprovechar las oportunidades para el desarrollo local y revertir la crítica situación habitacional.
– La Comisión de Salud tiene como objeto diseñar y aplicar un Plan Sanitario para los habitantes de la cuenca, cuyos ejes fundamentales son: capacitación del equipo de salud dispuesto para la zona, fortalecimiento de la red asistencial y trabajos de vigilancia epidemiológica.
– Por otro lado, el componente de Residuos Sólidos Urbanos tiene como objeto elaborar estrategias para la elaboración de diagnósticos y la formulación de estrategias de gestión regional, programas de acción comunitaria, acciones orientadas a la erradicación de basurales, recolección, transporte y destino final de los residuos.
– El Programa de Control Ambiental tiene a su cargo la adopción de medidas necesarias para el control de los establecimientos radicados en el ámbito de la cuenca en coordinación con autoridades locales.
– El componente regulador de industrias está orientado a generar los instrumentos regulatorios, financieros y técnicos para asegurar la corrección de patrones productivos en forma acorde con los objetivos de desarrollo sustentable definidos para la zona.
– El Área de Infraestructura promueve la coordinación de acciones de los organismos de la cuenca en materia de saneamiento, control de las inundaciones, saneamiento cloacal y suministro de agua potable.
– El Programa de Participación Social tiene como objetivo promover la sustentabilidad de las acciones del Plan Integral y que estas resulten eficaces en la transformación dela realidad. Para ello se busca la participación de los distintos sectores, movimientos y organizaciones sociales de la cuenca; que se apropien de las políticas y programas estatales, dotándolos así de legitimidad.
– El componente de Educación propuesto por la ACUMAR busca establecer una estrategia consensuada para desarrollar capacidades educativas en todos los niveles y las jurisdicciones, comprendiendo la generación de espacios para la coordinación de políticas de educación ambiental y la elaboración de proyectos comunitarios.
A seis años de su implementación, y más allá de los límites y los desafíos que quedan por delante en relación con el saneamiento de la cuenca, la iniciativa ACUMAR está dando resultados en áreas importantes, en donde era urgente tomar acciones, como las de Control Ambiental, Residuos Sólidos Urbanos, Ordenamiento Territorial e Infraestructura. Sobre un universo de 19.727 establecimientos industriales, 12.027 fueron fiscalizados y 332 empresas presentaron planes de reconversión industrial con el objeto de dejar de verter efluentes contaminantes. 134 basurales fueron saneados (2).
Por otro lado, 13.150 familias fueron relocalizadas en viviendas regulares y con servicios públicos básicos. El trabajo realizado por cooperativas ha sido importante en el área de limpieza de los bordes; cerca de 242 kilómetros fueron limpiados por 2 mil trabajadores de diferentes cooperativas. Se recuperaron 4 mil metros de espacio público y se sacaron los 57 buques inactivos o hundidos que se encontraban en el agua (3).
En cuanto a los avances en la provisión de servicios básicos, más de un millón de vecinos de la cuenca acceden al agua potable y 762 mil se beneficiaron con la expansión de la red cloacal, en tanto que 2.100.000 habitantes ya no sufren las periódicas inundaciones gracias al desarrollo de nuevos desagües pluviales. En lo que concierne a salud e higiene, se diseñó y aplicó un sistema de diagnóstico para controlar la salud de los niños que viven en la cuenca, así como también se puso en marcha la red de laboratorios, con la inauguración de tres, para realizar estudios de alta complejidad (4).
Es claro que aún falta mucho camino por recorrer en el saneamiento de la cuenca y en la mejora de la calidad de vida de los habitantes que viven en la zona. Es necesario, al menos, el lapso de una década más para que la cuenca alcance un nivel idóneo de sustentabilidad ambiental, económica y social. Sin embargo, es la primera vez que los planes para llegar a esos objetivos se llevan a cabo de manera integral y con la participación de amplios sectores de la órbita pública, privada y comunitaria, desplazando al paradigma neoliberal tan presente en esquemas de saneamiento anteriores.
Se trata de un avance importante que está traduciéndose en resultados concretos y no debe ser menospreciado.
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Fuentes consultadas
– Brailowsky, Antonio Elio, El Riachuelo: ensayo de historia ecológica, 1983.
– (1) http://www.acumar.gov.ar
– (2), (3) y (4) http://www.acumar.gov.ar/novedades_noticias_nota.php?num=216