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«Aquella máquina de coser… por el mundo adelante»: Un bordado de memorias en el escenario mínimo

Por Julieta Strasberg

«Aquella máquina de coser… por el mundo adelante»: Un bordado de memorias en el escenario mínimo

 

¿Puede una costura sostener lo que el tiempo deshilacha? ¿Qué recuerdos viajan con nosotros, aunque no los hayamos empacado? ¿Qué objetos heredamos sin saberlo? ¿Puede una máquina de coser guardar dentro suyo toda una historia de migración, de familia, de amor y de ausencia?

Estas preguntas están presentes desde el primer momento en Aquella máquina de coser… por el mundo adelante, una obra que transforma lo íntimo en universal, lo mínimo en potente, y que nos interpela desde la memoria personal para hablarnos, sin alardes, de lo que nos atraviesa a todos: el paso del tiempo, el desarraigo, la identidad.

Telón de fondo: un espacio habitado por cajas, luces y memorias

¿Qué silencios viajan con los migrantes, qué voces se acallan al cruzar el océano? Una caja con la inscripción “Quteiro de San Martiño”, otra que dice “Moaña”. Cartones apilados como equipajes de una vida, mudanzas que aún no han sido completamente desarmadas. Faldas antiguas con vuelos de colores, un costurero cerrado y, en el centro exacto de la escena, una máquina de coser que aparece para transformarse en altar. Así se nos devela el escenario ideado por Carolina Rivero, bajo una iluminación que cambia climas con sutileza, en una puesta que demuestra que lo mínimo puede ser vasto.

ph: Julieta Strasberg

 

Este universo escénico, en apariencia simple, se expande con cada palabra. Gracias a la dirección sensible de Ana María Bovo y al diseño de luces de Horacio Novelle, el espacio muta y cobra dimensión emocional. No se necesita más. El teatro verdadero puede ser tan solo una caja de cartón con nombre propio y el corazón en la voz.

La costurera de historias: Mirta Mato en estado de gracia

¿Dónde empieza una historia familiar y cuándo se convierte en la historia de todos? Mirta Mato narra, recuerda, interpreta y nos hace recordar. Desde su texto autobiográfico –convertido en obra de arte por la dirección dramatúrgica de Ana María Bovo– nos invita a recorrer su historia familiar. Lo hace sin grandilocuencias, sin golpes bajos, sin buscar épicas. Es en esa contención donde reside su potencia.

Mato encarna el linaje migrante que viajó desde Galicia a Buenos Aires. Una mujer y una máquina de coser llegan juntas al sur del mundo. De esa unión surgen hilos invisibles: con la madre, con los abuelos, con el tío, con la hermana, con el padre y con una infancia signada por la nostalgia. Su decir es preciso, envolvente, íntimo, y nos invita a compartir. Por eso conmueve: porque lo que cuenta no es solo suyo: es también nuestro.

Teatro del Relato: una historia mínima, una resonancia mayor

Ana María Bovo ha consolidado un estilo propio en el llamado Teatro del Relato, forma en la que confluyen recursos del teatro, la narración oral y el cine. Aquí, un único cuerpo en escena es capaz de convocar presencias múltiples: abuelas, vecinos, la mujer del almacén, los gallegos que cruzaron el Atlántico. No hay escenografía naturalista ni cambios de vestuario, pero el mundo entero se sugiere.

 

Con economía de recursos, se despliega una teatralidad rica en matices. Basta con que la actriz suba unos escalones para que la escena nos transporte a la terraza, con su niño en brazos, espiando el bombardeo de Plaza de Mayo; o a la espera angustiada de un hermano que aún no ha vuelto de la guerra. La memoria irrumpe en el espacio vacío y lo resignifica.

Declarada de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en 2025 y distinguida por su participación en el Ciclo “Teatro x la Justicia”, esta obra alcanza temas universales desde su sencillez: la identidad, el desarraigo, la transmisión familiar, el lugar de las mujeres en los relatos migratorios, los objetos como portadores de vida. Y la historia se hace presente, entre la Guerra Civil Española y el bombardeo de 1955, o el miedo ante el Falcon verde durante la dictadura. Lo vemos todo, lo imaginamos gracias a la riqueza del relato.

Lo íntimo deviene político, sin necesidad de consignas. Los objetos que aparecen en escena (una foto, un carnet de club, un vestido de fiesta, una máquina de coser) son tratados con una ternura que los convierte en patrimonio colectivo. El espectáculo tiene algo de ceremonia íntima y resuena profundamente en quienes la presencian.

 

Una máquina cose-vidas a ambos lados del océano

Durante los 50 minutos que dura la obra, el clima escénico se transforma con sutileza. Una música interrumpe el silencio con suavidad; la luz modifica el humor de una escena sin alterar su tono. Los tiempos se regulan como en una conversación entre afectos. No hay efectos espectaculares, pero sí existe algo mucho más difícil: una precisión artesanal en el decir y en el hacer.

Cada pequeño cambio es una puntada en el bordado de la memoria, cada silencio, una pausa para que respire lo no dicho. La vieja máquina de coser –la de la abuela, la de la madre, la del linaje– no está allí como un simple objeto de época: es el corazón simbólico del relato. Testigo del trabajo, de la espera, del afecto. Cose-telas, sí, pero también cose-ausencias. Une historias rotas por la distancia, hilvana palabras con recuerdos que vienen del otro lado del mar. Nos podemos imaginar los cassettes con mensajes familiares, escuchados una y otra vez, con el repiqueteo constante de fondo de aquella máquina de coser.

Como dice el subtítulo gallego de la obra, «polo mundo adiante», esta máquina y su dueña siguieron andando por el mundo, bordando una historia que ya no es solo personal, sino colectiva.

Una obra necesaria. Una voz que nos abraza. Un teatro que, desde su delicadeza, transforma.

ITACA COMPLEJO TEATRAL

Humahuaca 4027 (mapa)

Jueves – 20:00 hs – Del 01/05/2025 al 29/05/2025 y Del 05/06/2025 al 26/06/2025