Conversación con un fotógrafo serial
Entrevista a Alberto Goldenstein
Por Francisco Giarcovich
Alberto Goldenstein nos abre las puertas de su estudio para contarnos sobre los ejes de su visión acerca de la luz, el color y los formatos, acerca del carácter particular de algunas de sus fotos y los parámetros con los que piensa la fotografía.
¿Podés contarnos un poco sobre el libro en el que vas a participar?
Estoy trabajando con la editorial Adriana Hidalgo, que tiene una colección de artistas argentinos, una colección de arte. La colección contiene a Marcelo Pombo, Fabio Kacero, Graciela Hasper, Sebastián Gordín, entre otros. Será una especie de antología, como una síntesis referencial, digamos. Va a incluir una referencia a mi tarea en la fotogalería del Centro Cultural Rojas.
¿Cómo fue tu formación de fotógrafo? ¿Qué fotógrafos te influenciaron?
Me formé en la fotografía norteamericana. Los fotógrafos con los que más me identifiqué en ese momento, como maestros internos, diría que fueron Lee Friedlander, Walker Evans, Diane Arbus, Richard Avedon, pero también en esa época me pegaban mucho ellos como alter ego. Ver una obra de Friedlander fue como entender mi propia obra, una cosa así. Lo que más me impresionó fue constatar que se podía fotografiar como uno veía, que fotografiar no significaba alejarse de lo que el ojo ve, sino todo lo contrario: radicalizarse, es decir, ver con menos lógica y fotografiar con mucha precisión eso. Y de Walker Evans, la elegancia, la distancia con las cosas. En ese momento me interesaba Man Ray, pero no lo podía deglutir. Con los años, siempre me fueron interesando ese tipo de fotógrafos, los que nunca termino de deglutir…
Creo que fotografiar es un diálogo doble: con la fotografía y con el arte contemporáneo, trato de hacerlo a la vez. Me interesa mucho el arte contemporáneo, pero también me interesa discriminar entre lo que son las prácticas contemporáneas y lo que es la moda contemporánea. La moda contemporánea es como ese cierto academicismo, neo-academicismo, ciertas cuestiones que hacen al formato contemporáneo. A mí no me interesa, en este caso, el formato, sino lo que es genuinamente contemporáneo, lo que tiene que ver con reciclar el pasado y superarlo.
Contanos acerca de la imagen seleccionada en el Premio Klemm 2015.
Esta imagen es parte de una serie, una serie con respecto a las ciudades. No desde el orden sociológico, sino más bien como escenarios, como construcciones visuales y como fenómenos culturales. Quiero decir: la arquitectura, el arte y la gente como parte de ese escenario. Las ciudades que yo fotografié ‒desde capitales del mundo hasta pueblitos del interior‒, las fotografié, en cada caso, con la misma actitud. Entonces está Melincué, que es un pueblito de Santa Fe, y está Nueva York, y está Berlín, y está Mar del Plata, y está Buenos Aires. Esta foto es de una serie de fotos que hice en Miami, a donde fui específicamente a fotografiar las ferias de arte, porque antes estaba fotografiando museos, y en los museos tenía una actitud de cierta distancia puesta en escena. Quise avanzar más, esas fotos de la feria son confusión y yuxtaposición. Entonces, en ese contexto de Miami, en donde está la mezcla entre la gente, la obra y la escenografía, también fotografié la calle.
Esta imagen en particular (All you need) es una de las fotos que forman parte de esa visión que estuve investigando. En esta foto puedo hablar de las faltas de jerarquía en la manera de mirar: no hay cosas que tengan más jerarquía que otras, todas forman parte de un entramado que veo más cercano a la abstracción que a la figuración. Entonces, se trata de un modo de mirar que pretende «desjerarquizar» y, en un punto, desconocer, porque al eliminar las jerarquías, acepto que quizás yo no sé qué es en realidad más importante. Es una manera de ponerse en un lugar de mayor ignorancia, y en ese sentido de mayor exotismo también, porque desconocer lo que tengo adelante, me resulta exótico, todo me llama la atención, todo me parece igual, así que hablo de eso. Yo te diría que ese punto de vista es un eje central de toda mi obra y, más específicamente, el punto de vista es el eje. Es como poder encontrar un lugar desde el cual narrar lo real. Y es un lugar muy inasible, pero es el único lugar en donde me parece que tiene sentido hacer una foto.
Agradezco al maestro. Mientras bajamos en ascensor, él habla del calor y las lluvias. Ya en la vereda, lo saludo. La gente y los autos pasan, bocinas, sombras… Y de pronto, juego a ver, no objetos o personas, sino el brillo sostenido del color sobre un orden sin jerarquías, donde la pulsión de la luz lo hace todo posible, y por eso es protagónica, mientras que todo lo demás es solo una parte del entramado de una monstruosa abstracción.