«Esta es mi casa» – Clorindo Testa en el MNBA
Por Jesu Antuña
De los múltiples aspectos por los cuales es posible separar la modernidad de la contemporaneidad quizá haya que destacar uno que vertebra cierta idea de pensamiento. Si el pensamiento moderno se caracterizó por querer pensarlo todo, dando formas a contenidos universales y totalizantes, la contemporaneidad parece más bien atenta a lo particular, recuperando las diferencias que habían quedado fuera de los aspectos postulados por la modernidad. Aun cuando estas formas permitan postular el disenso como herramienta política, el pensamiento contemporáneo aparece en muchas ocasiones como un trazo realizado a partir de una serie de microhistorias, que pierden muchas veces de vista el panorama global que permitiría aglutinarlas.
Si la modernidad estaba signada con la figura del horizonte, elemento utópico y agente totalizador, siempre igual en su lejanía, la contemporaneidad se caracteriza por la carencia de utopías, en un trayecto donde no parece haber lugar para un horizonte visible. Sin lugar de llegada, el pensamiento contemporáneo sin embargo da lugar a aquellos elementos arrasados, como aquellas «florecillas al borde del camino» que ahora son recuperadas, pero que Hegel pensaba que debían ser devastadas por el pensamiento moderno.
Quizás haya que pensar «Esta es mi casa», la muestra que reúne gran parte de la obra del artista y arquitecto Clorindo Testa en el Museo Nacional de Bellas Artes, como una práctica de frontera entre aquellos proyectos modernizadores y las indagaciones contemporáneas. A cinco años de la muerte de Clorindo, y con curaduría de María José Herrera y Mariana Marchesi ‒ directora artística del Museo ‒ la muestra se propone como un homenaje a la obra y al pensamiento del artista y arquitecto. En este sentido, las curadoras de la muestra señalan el hecho de que «Como arquitecto, Testa reflexiona sobre las falacias de la modernidad y su funcionalismo, critica el hacinamiento y las rutinas de ordenamiento a las que el ciudadano contemporáneo está sometido. Desde la pintura, desarma los postulados de la arquitectura moderna y racionalista, aquella que había marcado su formación».
Testa parece quedarse con lo mejor de la modernidad sin caer en los extravíos y en la falta de perspectiva y compromiso de la contemporaneidad, quizás es por esto por lo que su obra continúa interpelando. Lejos de buscar lugares de comodidad, se caracterizó por el hecho de querer pensar gran parte de la realidad latinoamericana, ya sea a partir del entorno urbano hasta las problemáticas medioambientales y las microhistorias que recuperan los elementos indígenas y coloniales.
La amplitud de temas, que se hace patente en las obras presentes en la muestra, hace de Testa un moderno, quizás menos por los aspectos totalizantes que por la pretensión de pensar una dinámica estética que esté a tono con la dimensión social y política del país. Del otro lado aparecen las indagaciones que lo ubican de lleno como un contemporáneo, enfocado en la problemática del lenguaje y en una profunda indagación sobre la materialidad de los elementos.
En este último sentido, hay que recordar que hacia 1975 Testa se une al Grupo CAYC, fundado por Jorge Glusberg, donde encuentra una plataforma adecuada para pensar en diálogo a otras disciplinas, lo que le permite articular arquitectura, pintura y dibujo junto a la emergencia de instalaciones. De esta manera, desarrolla obras donde cruza su interés por el dibujo con un sistema que le permite medir objetos, personas o acciones, como en las obras donde mide la longitud de un grito. Así, su arquitectura se hace presente en la obra plástica con la evidencia de que toda expresión puede ser llevada al plano del proyecto.
Esta indagación con acciones y procesos fue lo que lo llevó en 1968 a realizar «Apuntalamiento para un museo» obra que se encuentra en el ingreso a la actual exposición y que cobra una fuerte dimensión política debido a los recortes en el área de arte, educación y cultura que atraviesa el país. La obra, que fue recreada posteriormente, consiste en un andamio ubicado dentro del edificio que «sostiene» el techo y las paredes del museo.
El gesto de 1968, pensado para la muestra colectiva «Materiales, nuevas técnicas, nuevas expresiones» auspiciada por la Unión Industrial Argentina, denunciaba el carácter precario de las instituciones artísticas de aquel entonces. Recuperar la memoria de ese gesto implica reactualizar la denuncia por la fragilidad de las instituciones artísticas y culturales del país. El hecho de que la obra vuelva a estar en la misma institución para la cual fue pensada hace casi cincuenta años hace pensar que desde aquel momento las cosas no han cambiado demasiado, o si lo hicieron, el contexto actual hace regresiva ciertas políticas culturales que ciertamente no han podido ser consolidadas.
Luego de este ingreso, tan detonante como reflexivo, la muestra se abre a una multitud de indagaciones sobre el entorno urbanístico, cultural y ecológico. Por un lado, se encuentra una recreación del gliptodonte hallado en las excavaciones realizadas para la construcción del emblemático edificio de la Biblioteca Nacional, una de las obras fundamentales de Testa, propia del brutalismo que inspiraba al arquitecto. En ocasión del hallazgo de los huesos del animal, Testa señalaba que podía entenderse el edificio de la Biblioteca como un gran gliptodonte, construido sobre los restos de aquél cuya recreación hoy se encuentra en el museo.
Después, la muestra se aproxima a una serie de historias latinoamericanas, como las obras «Explosión en la Casa de la Moneda de Potosí» o aquellas donde explora la leyenda del dorado, la ciudad de oro perdida en algún rincón de Latinoamérica. En esta línea, también aparece la titulada «La serpiente emplumada», obra realizada en clara referencia a la figura divina de ciertos pueblos americanos. Si estas obras tienen la impronta de pensar ciertos rincones mitológicos latinoamericanos, en otras aparece con más claridad su preocupación por un urbanismo vinculado a un entorno ecológico. De esta manera, sus obras muestran la falta de conexión que tienen los habitantes de la ciudad con el entorno natural y humano, con una impronta que hace visible el hacinamiento con el que convivimos cotidianamente.
«Esta es mi casa» parece ser una muestra fundamental para pensar nuestra actualidad. No sólo porque brinda homenaje a la figura de uno de los arquitectos más importantes de nuestro país, sino también porque recupera la potencia de un pensamiento creativo que logró trascender todo tipo de fronteras.
Fotografías de la colección del MNBA.
Fotos: Romina Santarelli / Secretaría de Cultura de la Nación.