Poesía Brossa, experimentación, vanguardia y política. Restos olvidados del siglo XX.
Por Jesu Antuña
En conmemoración por el centenario del natalicio del poeta, artista y dramaturgo catalán Joan Brossa, y con curaduría de Teresa Grandas y Pedro G. Romero, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), en conjunto con el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y el Centro Cultural Kirchner (CCK), organizaron una exposición que repasa las obras, la formación y las derivas políticas del artista catalán que es posible ver en simultáneo en el MNBA y en el CCK.
“¿Qué te provocan las cucharas?” “¡Asco!” “¿Y a vos?” “¡Espanto!” “Yo creo que tienen que ver con los manifestantes, con lo que actualmente pasa en Chile o pasó en Ecuador y ahora en Colombia”. “¿Más allá de las circunstancias políticas, ¿cómo está realizada la obra?” Interrumpe una maestra con la intención de desviar el eje de la política. Grupos de chicos de distintos colegios ingresan al salón y sostienen un intercambio similar con sus profesores y los guías del museo. La conversación se lleva adelante en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), aunque también podría producirse en las salas del subsuelo del Centro Cultural Kirchner (CCK). El acontecimiento que hace posible este diálogo es que tanto en el museo como en el centro cultural se produjo una invasión de cucarachas que han encontrado lugar de reposo – aunque den la apariencia de movimiento – sobre las paredes blancas de ambos espacios.
Se trata de Poesía Brossa, una exposición sobre el poeta, artista visual y dramaturgo catalán Joan Brossa (Barcelona 1919-1998) en conmemoración por el centenario su nacimiento, organizada en conjunto por el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), el Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro Cultural Kirchner, que con curaduría de Teresa Grandas y Pedro G. Romero es posible ver simultáneamente en el MNBA y en el CCK. Las cucarachas, esas que generan asco, pánico, horror, pero también interpretaciones políticas entre los niños, marcan el ingreso a la exposición en ambos espacios. Ese acceso podría ser también un ingreso al siglo XX europeo, a las derivas posibles que siguieron al surrealismo, a la experimentación del dadaísmo, y la relación directa entre arte y política que llevaron a cabo las vanguardias. Es que Brossa, junto a Miró, es uno de los representantes más importantes de la vanguardia catalana, quien inicia su trayectoria en un contexto marcado por la dictadura franquista, lo que no le impedirá desarrollar una profunda investigación artística y literaria en torno a la lengua catalana, que se encontraba prohibida. De ahí que el uso de una lengua, de la experimentación que un poeta y artista visual sea capaz de realizar con ella, sea en sí mismo un acto político.
En el MNBA la exposición ocupa las salas 32 y 33, y gira en torno a tres cualidades: la oralidad, lo performativo y la antipoesía. La obra de Brossa, pasa por un amplio repertorio de objetos, imágenes, videos, teatro, que hace de la experimentación un acto político, siempre con un rasgo irónico que pronto deriva hacia el humor. Ese es, quizá, un rasgo del siglo XX que nuestro siglo no supo continuar. Brossa es, fundamentalmente, un poeta que se desvía hacia ciertos objetos a través de la antipoesía o de la poesía visual. “La poesía visual de Brossa –afirma Andrés Duprat, director del Bellas Artes– procede de sus experiencias con la escritura ensoñada al estilo surrealista. En ese estado de latencia entre la conciencia difusa y las pulsiones más primarias, se cuece otra cosmovisión en la que tienen cabida paradojas, contradicciones, incoherencias y desmesuras, capaces de modificar nuestra percepción ordinaria del mundo. Con esa perspectiva, Brossa produce objetos enigmáticos en los que el cruce entre poesía, arte, humor y drama barren los límites genéricos”.
Un foco con la inscripción de palabra “poema”, un huevo con una manivela para darle cuerda dispuesto sobre un recipiente para comerlos de la forma poche, un reloj que señala varias horas al mismo tiempo, la paradoja hace de estos objetos una serie de poemas, que parecieran haber entrado lugar de continuidad – y de supervivencia – en las imágenes del madrileño Chema Madoz. La disposición que han asumido en la sala del museo – colocados sobre bases y resguardados por una acrílico – conforma un archivo de poemas para ser vistos desde una alfombra roja. No se trata, sin embargo, de objetos que rocen esa extraña y subjetiva calificación de lo poético, sino de objetos poema. La categoría de poesía visual le quedaría corta, ya que la poesía refiere tanto a la escritura como a la visualidad.
En la sala contigua las obras de Brossa encuentran relación con el patrimonio del museo, ya que, por decisión del equipo de trabajo, varias obras del acerbo forman parte de la muestra. Este conjunto de obras de artistas locales, que conviven con las del artista catalán, conforman el interés por la práctica artística centrada en la performatividad del lenguaje y en la relación entre arte y política. La serie Bocanada de Graciela Sacco, Violencia, la reconocida obra de Juan Carlos Romero, podrían pensarse conviviendo en la misma vecindad que las obras Brossa. Al conjunto de obras del patrimonio lo completan, además de las ya mencionadas, Pablo Suárez, Edgardo Vigo, León Ferrari, Roberto Jacoby, Liliana Porther, Mirtha Dermisache y Marie Orensanz.
La muestra se complementa con el conjunto exhibido en el CCK. Las obras expuestas en el primer subsuelo del centro cultural apuestan al periodo de formación del artista catalán, a la performatividad que va adquiriendo su obra, a las referencias al contexto político de la dictadura franquista, al transformismo y striptease como ejes de lo político. Diarios, bocetos, imágenes de archivo sobre las puestas en escena que el poeta realizaba en sus derivas hacia el teatro, así como una serie de videos, complementa el conjunto de obras expuestas.