La joven y prolífica artista nos recibe en su taller para contarnos detalles acerca de su obra y sus proyectos para este año. Porno geométrico, liberación de las etiquetas y sexismo en el arte son algunos de los temas que vienen a continuación.
Por: Diego Juan
Recibiste el premio Klemm 2012. ¿Cómo te sentís con ese reconocimiento?
Estuvo buenísimo. El Klemm fue el primero al que mandé obra de todos los concursos, cuando tenía 18 años. Entonces para mí fue muy loco quedar en un premio adquisición que es parte de la colección. Es como simpático, algo así como «el que persevera triunfa». La obra con la que gane es Mujeres sobre selva, que es una pintura de 2011 de la serie de personajes geométricos sobre paisajes.
Tenés influencias y referencias variadas. ¿Podés contarnos un poco sobre ello?
Son varias porque utilizo Internet para buscar material visual y siempre estoy mirando por el lado de la historia del arte o por algo más contemporáneo, o cosas que tienen más que ver con el diseño industrial, moda, hobbies. Los referentes de lo que estoy trabajando ahora van desde el grupo Memphis, un grupo de diseñadores de los 80 en Milán —en los paisajes busco diferentes tratamientos porque me interesa mezclar estilos—, hasta los más históricos: la pintura metafísica o Roberto Aizenberg. Me interesa mucho Ulrike Müller, tuve la posibilidad de conocerla; ella también trabaja una idea entre la abstracción con teoría queer. Diana Aisenberg es otra gran referente. También están todas las artistas que participan en el grupo PintorAS, que para mí son muy importantes y las admiro.
Acerca de PintorAS, ¿cuál es la búsqueda desde ese espacio?
Bueno, empezó de encontrarnos con Paola Vega a tomar mate y charlar porque quería conocer su obra; estábamos en el 2008, y ninguna de las dos tenía una fecha ni nada y fue: «Bueno, a ver, ¿cómo sería tu muestra ideal?» Y armamos una lista. Entonces salió como del capricho y de ver que de esta lista ideal eran todas artistas que funcionaban como referentes y que las podíamos contactar. Entonces las invitamos, presentamos el proyecto al MACRO, y en realidad pensamos que iba a ser solo esa muestra; pero después como que el grupo iba funcionando. Salió una invitación de Carla Bertone para la Fundación Andreani, que fue itinerante por el interior del país. Después, Vero Di Toro habló con el Centro Cultural Borges, y como que después se hizo un colectivo sin querer. Pero un poco lo que busca el grupo es la visibilidad de una situación en el arte contemporáneo que no se charla ni se debate seriamente, las condiciones de género y a su vez de género sexual o matérico, porque también encontramos que la pintura no accedía a ciertos espacios, como que no es muy contemporánea para algunos. Como una doble reflexión y a su vez como un experimento: mezclemos a ver qué pasa, qué surge. Nos unimos para las muestras, cada una tiene su obra. Es más como una plataforma de intercambio, desde una excusa para juntarnos y compartir experiencias, puntos de vista, hasta pasarnos bibliografía.
¿Existe algún mensaje que quieran transmitir?
No hay un mensaje claro, porque se plantea más como una pregunta. ¿Por qué no? ¿Por qué no hacer una muestra de mujeres? O pensar la pintura desde el eclecticismo de estilos. Que también la pintura excede al soporte, ese es otro de los planteos. Mucha tela para cortar. Por ejemplo, lo del fanzine que hicimos fue una necesidad: queremos textos, queremos escribir, y compartirlo.
Tu obra Play G busca erradicar el sexismo del ambiente porno. ¿Creés que existe en el arte, hoy en día, ese sexismo?
Sí, ni hablar. Bueno, lo que surge también de estas charlas de pintorAs es empezar a encontrar patrones de experiencias que parecerían únicas, y en realidad se repiten sistemáticamente. Lo del sexismo me parece que atañe a todo, a todas las capas de la sociedad. Play G surgió como un experimento de empezar a trabajar geometrías y sexualidad, juntar dos cosas que no tendrían en apariencia mucho que ver; me llevó a investigar postporno o meterme más en críticas feministas, y fue como un devenir en la pintura.
El artista Luciano Fogle creó una aplicación para teléfonos móviles de porno geométrico, que fue censurada por Apple. Él afirma que el porno geométrico es algo abstracto que surge en la mente e intenta estimular sentimientos eróticos. ¿Tu pensamiento va en esa dirección?
Encuentro el trabajo de él bastante figurativo. En realidad, sus formas son síntesis, pero no plantea abstracciones entre las cuestiones de género que están por detrás de la sexualidad. Por ejemplo, cuando ves las aplicaciones, es muy clara la relación de órganos, macho-hembra/femenino-masculino. A mí me interesan más las visiones de la teoría queer como reflexiones para romper estos límites o etiquetas que se plantean como naturales.
En tu última muestra, Playroom, una instalación, dentro de las pinturas se nota una mezcla estilos pictóricos. ¿Esto se debe a algo en particular?
Empezó como algo intuitivo. Creo que, racionalizándolo, puede responder al tomar de cualquier lado, no hacer diferencias entre bellas artes o artesanías, y que a la vez, al mezclar cosas que vienen de diferentes lados, te genera este choque de connotaciones, porque no es lo mismo hablar de minimalismo que de centros de mesa. Entonces, el pensar posibles cruces está rompiendo los paradigmas de valores que existen en cada estilo. También, en CIA, en un taller de Nicolás Guagnini, él me dijo algo que me pareció bueno, y es que podía ser pensado como una actitud feminista, desde un afuera, como manipular las cosas caprichosamente, como una crítica a los valores. La historia del arte también se estructura en base a hegemonías o clases dirigentes, de una sociedad machista como es Occidente, y se puede criticar desde ese lado por sus mismos resultados.
A la hora de producir, utilizás diferentes soportes materiales, estilos. ¿Esta integración de los elementos tiene algo en común con una visión integradora de la sexualidad?
Creo que tiene en común la actitud de plantear la reformulación mutante de etiquetas. Poder pensar la pintura fuera de la técnica y el soporte es una herramienta o un sistema que podes aplicar a cualquier cosa. Es como inventarse medios, que también están. Por eso me parecen interesantes los cruces entre teoría y práctica. Hay cosas que se pueden aplicar, sistemas que se pueden usar en la práctica, en mi caso artística, con los medios y el lenguaje visual. O que podés aplicar con la teoría a estudios sexuales, o también de especies. ¿Por qué las cosas son como son? Esa cosa de categorías. Yo, ser humano, ¿por qué tengo más valor que un gato?
En cuanto a tu proceso de producción, ¿vas de la idea a la práctica o viceversa?
A mí se me dio de trabajar de forma intuitiva con materiales, llegar a ideas y encontrar en la teoría el eco que necesitaba para entender lo que en un punto había sido instintivo pero debía poner en palabras para seguir produciendo. De alguna manera, en la propia materia de las cosas que hacía están implicadas las teorías sin conocerlas. Llegar a entenderlas de los dos lados también es una satisfacción enorme. Te permite tener más conciencia de dónde te paras en relación con un montón de cosas, para poder seguir produciendo y también darle identidad a tu laburo. Me parece, como artista y para mi obra, mucho más productivo poder generar un cuerpo y una entidad. Y también aprender cosas que uno desconoce. Hay muchos modelos y son valederos, pero para mí el arte contemporáneo implica un desafío: si hay algo que ya está, como una ecuación, me parece un poco aburrido.
De algún modo, ¿buscás que el espectador fantasee con tus obras?
Para mí, lo ideal sería que encontrara algo extraño, pero que a su vez lo atrajera, y que esa paradoja pudiera proyectarla a otras cosas: ese sería el efecto que busco de mi obra. En algún punto me excede, pero busco que haya un disfrute matérico y que también pueda sumar un granito de arena a repensar la condición humana, cómo se genera la noción de cuerpo, o por qué nos gusta lo que nos gusta. Sobre todo, no dar por sentado cosas que están configuradas y que pueden ser de millones de maneras diferentes, y que las vemos así porque nos disponen a hacerlo. En algún punto, me gustan la abstracción y la geometría porque las va a terminar cerrando el otro con su proyección, interpretando la imagen. Me parece que ahí está la evidencia de esta configuración. La gente muy libre no es, a menos que sea consciente de las proyecciones que está efectuando.
Tendría que existir una formación para eso…
Me parece que tiene que haber curiosidad. La información está ahí y, si uno tiene la curiosidad o empatía con las cosas que en general pasan de largo, puede, intuitivamente o sin saberlo, hacer cosas rebeldes. Te podes encontrar con un montón de cosas en la calle que te generen una curiosidad que te haga buscar alternativas.
¿En qué estás trabajando actualmente y de cara al 2013?
No sé si ya es público, pero ahora estoy trabajando para el premio Braque, que lo relanzaron entre la UNTREF y la embajada de Francia. Quedé seleccionada para el Arcos Dorados de ArteBA y ahí voy a tener un espacio para hacer una instalación. También hay una muestra en el museo La Ene. Después hay varias cosas que no están confirmadas aún, como una invitación para PintorAS de la embajada argentina en Madrid.¨
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